At that Concert.

Four.

Tengo un miedo terrible.

Aún no puedo creer que estoy apunto de salir con el cantante que tengo amo y del que soy muy fan.

Es muy pronto, digo, nos conocimos hace dos días y las únicas palabras que dirigimos fue cuando le dije que su música prácticamente me salvó la vida.

No sé ni porqué me invitó a salir, pero claramente no me iba a negar.

Llegué a la dirección que me dio, y estaba a punto de escribirle para avisarle que ya estaba aquí, pero una voz conocida me llamó.

—¡Iván! —Enseguida volteé, ¡era Robleis!

Me acerqué a ellos, temblando, no creí que de verdad estaría Rob.

—Hola, amigo. ¿Todo bien? —Me voy a morir posta. ¿Cómo pueden estar tranquilos? Bueno, probablemente porque yo soy el fan, no ellos.

Por suerte logré calmar un toque mis nervios y pude hablar sin tartamudear.

Estuvimos hablando un buen rato, luego fuimos a pasear y compramos helado. Que hermoso todo.

Siento que en menos de una hora nos hicimos muy amigos, dejando de lado el hecho de que somos fan y cantantes, creo que tuvimos una buena conexión ese día.

...

.

..

Iván se comenzó a sentir muy mal, lo que menos quería es que la gente crea eso de él, pues es no pidió poder salir con dos cantantes.

Robleis aún seguía en el baño, en eso Carrera notó que la actitud del pelinegro cambió a ser un poco más distante, se dio cuenta que usaba mucho el celular. No quiso preguntar, tal vez era algo más personal.

—M-Me debo ir. —Se levantó del sillón en el que estaban y agarró sus cosas. —Gracias por invitarme, posta.

—¿Te vas? No hicimos nada aún. —Alzó la mirada para encontrarse con el rostro del contrario. —¿Todo bien? Te noto mal... —Negó.

—No, no. Estoy bien, solo me tengo que ir. —Forzó una sonrisa, que más parecía una mueca, se despidió con la mano y se fue.

Rodrigo estuvo a punto de decir algo, pero cuando quiso hacerlo, él ya se había alejado lo suficiente como para que no lo escuchara. Se sintió un poco mal, ya que no se había despedido con un abrazo como lo hizo cuando se encontraron, ni mucho menos chocando sus manos. Solo se fue sin más.

—Che, ¿qué onda con la gente de Twitter? —Escuchó otra voz, y al girarse pudo ver a Tomás en el celular. —¿E Iván?

—Se fue. No sé porqué, pero lo noté algo triste.

—Y claro que va a estar triste, mirá Twitter. —Frunció el ceño y entró a la aplicación para revisar de lo que hablaba su amigo.

No podía creer que gente que se hacía llamar su "fan" diga esas cosas de su ahora nuevo amigo, se sentía tan culpable.

—¿Vos decís que se fue por eso?

—Tal vez, escribile para ver.

...