Capítulo 3: La apuesta

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Serina salió del tumultuoso local y tomó una bocanada de aire fresco, liberándose de la tensión acumulada durante el encuentro. A lo lejos, divisó a su hermana apartada de la multitud, con un cigarrillo entre los dedos. Parecía increíble que aún se mantuviera esa repulsiva costumbre después de siglos.

—¿Qué tal ha ido? —preguntó Luna tras exhalar una bocanada de humo.

—Bien —respondió Serina— al menos para mí. Él terminó en el suelo, inmovilizado y gimoteando -añadió tras una breve pausa.

Luna asintió con la cabeza, satisfecha pero con la mirada perdida y una expresión preocupada.

—Sabes que estoy limpia, ¿verdad? —preguntó Luna con cautela seguido de un estremecimiento recorriéndole el cuerpo.

Serina la rodeó con sus brazos, y su hermana correspondió al abrazo con fuerza, apoyando su rostro en su hombro.

—Confío en ti. Si tuvieras una recaída, sé que me lo dirías. Tú y yo no nos guardamos secretos. Estaré ahí si lo necesitas.

Luna se separó para mirar a Serina a los ojos.

—Lucho todos los días contra ello. No quiero que pienses que, después de tres años sin consumir, no me cuesta, porque sí lo hace. Pero cada día que pasa me siento orgullosa de ganar cada batalla contra mí misma —dijo con una sonrisa que reflejaba su valentía diaria.

Serina no culpaba a su hermana de sus decisiones pasadas. Todo había comenzado tras su descodificación hace unos quince años, y aunque en aquel momento ella aún era una niña y no entendía la actitud macabra de su hermana, hoy sabía que tras la descodificación todos se enfrentaban a algo que llamaban "el cambio". Esto radicaba en que, tras obtener oficialmente el tiempo limitado, sus perspectivas cambiaban ligeramente y realizaban actos algo más bizarros, ya que, total, eran prácticamente inmortales y poco les podía pasar. Antes de eso, su hermana era una chica tranquila y responsable como ella, suponía que hasta que no se sometiera a la descodificación no podría entenderlo por completo hasta experimentarlo en sus carnes.

—Yo también estoy orgullosa de ti —respondió Serina— Pero si alguna vez ves que te supera, puedes contar conmigo. Haría cualquier cosa por ti, me enfrentaría con uñas y dientes a todo lo que se interponga en tu bienestar —añadió, sosteniendo la mirada de su hermana- Como tú haces siempre conmigo.

Luna ensanchó su sonrisa hasta soltar una carcajada.

—Pues si son con estas uñas —dijo en tono divertido, mientras cogía una de las manos de Serina mostrando sus uñas mordida— estoy jodida.

Serina rodó los ojos con complicidad.

—Anda, cállate, cenicero —bromeó por el claro olor a tabaco que desprendía.

Las dos hermanas compartieron una sonrisa llena de ternura, disipando la tensión del momento. Fue entonces cuando escucharon unos pasos tras ellas. Se giraron y vieron a Gabriell acercándose, con paso indeciso.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Luna cortantemente.

—Tranquila, me dirigía a casa y os he visto aquí... No quería interrumpir —respondió Gabriell, con un leve rubor en las mejillas que contrastaba con aquella piel pálida casi traslúcida.

Gabriell contempló como el semblante de Luna estaba mucho más relajado sin apenas atisbo de enfado, pensó que tal vez debía aprovechar el momento para aclarar el malententido y luego desvío su mirada hacia Serina...

Se quedó allí, congelado. Dentro del local, no había podido apreciar su rostro ni su figura. Pero ahora, los rasgos angelicales de ella lo dejaron estupefacto, y su figura era increíblemente exquisita...

El precio de la eternidad #PGP2024Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα