Capítulo 4: Secretos

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Norman recorría la plaza donde se alzaba el mercadillo subterráneo en busca de atuendo adecuado para no pasar desapercibido en aquel mundo desconocido. Mientras observaba a las personas que transitaban a su alrededor, notó que sus vestimentas eran muy distintas a las que estaba acostumbrado en la superficie. Hasta aquel momento conveniente, no se había fijado en sus ropajes, la moda no era algo que le llamará la atención.

Vestían con extravagantes y eclécticas vestimentas, observaba los cortes vanguardistas, los tejidos iridiscentes y los accesorios futuristas que adornaban a la mayoría de las personas que allí se congregaban. La moda subterránea era una fusión de estilos que reflejaba la creatividad y la innovación de sus habitantes, aunque también transmitía un aura de elegancia y distinción que denotaba su estatus en la sociedad. Entre la multitud, Norman distinguía a individuos que parecían pertenecer a las altas esferas de la sociedad subterránea: llevaban prendas de diseño exclusivo, complementos lujosos y una actitud de seguridad y autoridad que los distinguía del resto. Eran los líderes y miembros influyentes de aquel mundo, cuyas decisiones y acciones afectaban a la vida de millones de personas tanto allí abajo como en la superficie.

Con sus modestos recursos, Norman se vio limitado a comprar solo un par de conjuntos que le permitieran pasar desapercibido entre la multitud.

Recordaba las razones que lo habían llevado hasta allí: la preocupación por la economía de su familia, un secreto que guardaba celosamente. Había convencido a sus seres queridos de que su decisión de trabajar en el mundo subterráneo era por la noble causa de la rebelión, una fachada que le permitió obtener su aprobación para emprender ese viaje lejano y peligroso.

Sin embargo, en lo más profundo de su ser, Norman albergaba dudas sobre los métodos utilizados por los rebeldes. Un incidente que presenció hace diez años lo había hecho cuestionar la moralidad de sus acciones, aunque si estaba de acuerdo con el motivo inicial de la causa, no estaba dispuesto a sobrepasar ciertos límites, aquello definitivamente no les haría mejores que los inmortales.

Una vez se vistió con las nuevas prendas, Norman emprendió su camino hacia el lugar sugerido por su padre.

Mientras avanzaba por las concurridas calles del mundo subterráneo, pasó frente a la tienda de libros físicos donde había tenido el enfrentamiento con la joven el día anterior. A pesar de tener tiempo de sobra, decidió no entrar. Sabía que un nuevo encuentro podría desencadenar tensiones innecesarias, algo que no deseaba en ese momento crucial.

Necesitaba mantener la calma y la concentración para lo que se avecinaba, así que optó por seguir adelante sin detenerse. Quizás tras el encuentro que le esperaba fuese una mejor ocasión. Por algún motivo que desconocía, sintió un deseo irrefrenable de volver a enzarzarse con aquella muchacha. Pero ahora no era el momento adecuado. Tenía asuntos más urgentes que atender y no podía permitirse distraerse en ese momento, por lo que apartó aquello de su mente.

Norman exploró meticulosamente la plaza hasta que finalmente identificó lo que parecía ser el bar irlandés mencionado por su padre. Al entrar, se encontró con un local modesto, con un camarero limpiando la barra y solo dos mesas ocupadas: una por una familia y la otra por una pareja joven que parecía estar coqueteando. El lugar tenía un ambiente tranquilo y discreto, lo que hacía sentido si realmente era un punto de encuentro secreto para la causa.

Dirigiéndose hacia la barra, Norman saludó cortésmente al camarero, quien levantó la cabeza para mirarlo con cierta suspicacia. Parecía un hombre serio y concentrado en sus pensamientos, y su gesto fruncido indicaba que estaba intentando interpretar las palabras de Norman.

—Buena tardes, —comenzó Norman con una sonrisa amable pero calculada- vengo por recomendación de un amigo que estuvo aquí hace muchos años. Me dijo que servían la mejor cerveza. Soy nuevo por la zona, vengo de suministrador.

El precio de la eternidad #PGP2024Where stories live. Discover now