II. Infidelidad

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Desde una edad temprana, Jin había sido el consentido de su familia, especialmente de su hermano mayor y su padre. Mimado con golosinas y caprichos, Jin había crecido rodeado de amor y indulgencia, sin límites ni restricciones en lo que respectaba a su dieta o sus deseos.

La infancia de Jin fue una época de alegría y placer, donde cada día estaba lleno de risas y dulces momentos compartidos con su familia. Pero a medida que pasaba el tiempo, los efectos de su estilo de vida indulgente comenzaron a hacerse evidentes. Su cuerpo, una vez delgado y ágil, empezó a acumular kilos de más, su figura perdiendo la definición y la gracia de su juventud.

A pesar de sus esfuerzos por mantenerse en forma y perder peso, Jin se encontraba constantemente luchando contra la batalla cuesta arriba contra los números en la balanza. Los intentos de hacer ejercicio y seguir dietas estrictas eran en vano, ya que su cuerpo parecía resistirse a cualquier intento de cambio. Con el tiempo, Jin se rindió ante la idea de recuperar su antigua figura, resignándose a su nuevo estado físico.

A pesar de sus luchas con su peso, Jin seguía siendo el consentido de su familia. Su padre continuaba mimándolo con regalos y privilegios, mientras que su hermano mayor lo protegía y lo defendía de cualquier crítica o burla. Incluso su otro hermano lo trataba con cariño y compasión, sin juzgar su apariencia física o sus luchas personales.

A medida que crecía, Jin aprendió a aceptar su cuerpo tal como era, encontrando consuelo y felicidad en las pequeñas cosas de la vida. Aunque su figura no cumplía con los estándares de belleza convencionales, Jin encontraba alegría en la compañía de su familia y en los momentos compartidos con aquellos que más lo querían.

–Namjoon ah–, llamó el rubio mientras comía una galleta viendo a su hermano leer entretenida. – He ido al gimnasio donde va Taehyung a entrenar con papá y es muy bueno peleando. Quisiera ser como él–, aparto la galleta de su boca.– Joonie, ¿Podemos ir más de rato?

–Estoy leyendo Seokjin–, el castaño paso página de su libro.

–Anda, vamos–, rogó insistente.–¡Espera! Soy mayor, me debes respeto eh

–Seokjin eres mayor que yo por un año y te comportas como si fueras menor. Estoy leyendo, mañana viene unos inversionistas y necesito estar preparado para esto.

–Nam...

–Se acabo el tiempo de jugar SeokJin. Madura–, el menor salió de la habitación hacia la biblioteca junto a su asistente que acababa de tropezar con un mueble.

–De acuerdo, entonces iré a visitar a Hyung–, SeokJin se paró del sofá de la estancia yendo hacia la habitación de su hermano mayor cuando un trueno callo desde el cielo estrellándose en un árbol cerca de la mansión.

–Papá–, con pasos inseguros Jin se acercó tímidamente a la puerta entreabierta de la habitación, una sensación de inquietud retorciéndose en el fondo de su estómago.

Había escuchado murmullos y risas, y su curiosidad lo llevó a investigar, pero lo que encontró lo dejó aturdido y con el corazón destrozado.

A través de la rendija de la puerta, vio a su padre con otra mujer, envueltos en una intimidad que era claramente más que solo amistad. El mundo de Jin se tambaleó en ese momento, su mente luchando por comprender lo que veía. La imagen de su padre, un hombre al que admiraba y respetaba profundamente, estaba siendo desmoronada ante sus ojos.

El dolor se apoderó de Jin, sintiendo como si su corazón se rompiera en mil pedazos. La idea que había tenido de un matrimonio basado en el amor y la fidelidad, inspirada por el ejemplo de sus padres, se desvanecía ante sus ojos. La traición y la decepción lo inundaron, envolviéndolo en una tormenta de emociones abrumadoras.

Fue entonces cuando su madre lo vio, y su corazón se encogió aún más. El dolor en los ojos de su madre era palpable, y Jin sintió como si una espada le atravesara el alma al darse cuenta del sufrimiento que su padre había causado. La mirada de su madre le hizo darse cuenta del verdadero alcance del dolor y la traición que acababa de presenciar.

Fue en ese momento, cuando su madre lo apartó suavemente de la puerta, que Jin finalmente se permitió empezar a llorar. Las lágrimas brotaron de sus ojos, desbordando el torrente de emociones que había estado reprimiendo. Se aferró a su madre, buscando consuelo en su abrazo cálido y amoroso, mientras el dolor y la confusión lo envolvían por completo.

–Mamá– sollozaba Jin entre los brazos de su madre.

–Seokjin, hijo está es tu primera lección en este mundo–, la mirada de la mujer iba hacia la habitación.– Cuando te cases al principio dolerá, pero con el tiempo pasará.

–¿Cómo puedes decir eso, mamá? ¿Cómo me pides que ignore que mi padre te es infiel?

–Con el tiempo lo entenderás, SeokJin.

–No, porque yo sí me casaré con alguien que si me ame.

–De acuerdo,– Kim Ji Yoon acarició el pelo de su hijo mientras lloraba.

El mundo de Jin había cambiado para siempre en ese instante, su inocencia perdida y su percepción del amor y el matrimonio sacudida hasta la médula. Pero a través del dolor y la desilusión, encontró consuelo en el amor incondicional de su madre, un faro de luz en medio de la oscuridad que lo rodeaba.

[…]

Desde aquel fatídico día en que SeokJin descubrió la infidelidad de su padre, algo cambió irrevocablemente dentro de él. La imagen idealizada que tenía de su familia se desmoronó ante sus ojos, dejando un vacío de dolor y resentimiento en su corazón. Decidió confrontar a su padre, decidido a defender el honor de su madre y poner fin a la deshonra que estaba causando a la familia.

Con valentía y determinación, SeokJin enfrentó a su padre, exigiendo respuestas y explicaciones por sus acciones despreciables. Pero en lugar de recibir una disculpa o una explicación, SeokJin fue recibido con furia y violencia. Su padre, cegado por la ira y el orgullo, lo golpeó sin piedad, desencadenando una tormenta de dolor físico y emocional en el corazón de SeokJin.

—Eres mi hijo, SeokJin. No olvides a quien le debes respeto.

—¿Qué hay de mamá?

—Ella lo entiende, ¿Por qué tu no?

—Jamás lo entenderé—, Jin salió del despacho corriendo a su habitación.

Aunque no derramó lágrimas en ese momento, el dolor en el interior de SeokJin era abrumador. Su corazón se partió en mil pedazos, la confianza y el respeto que alguna vez había tenido por su padre se desvanecieron ante la brutalidad de sus acciones. Desde entonces, SeokJin se juró a sí mismo que nunca más permitiría que su padre hiciera daño a su madre o a su familia impunemente.

A medida que pasaban los días, la situación en la casa de SeokJin se volvía cada vez más insostenible. Su padre continuaba trayendo amantes a casa, mientras que su madre fingía que todo estaba bien, manteniendo las apariencias por el bien de la familia. Pero SeokJin no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo su madre sufría en silencio.

Decidido a hacer justicia por su cuenta, SeokJin comenzó a tomar medidas drásticas para hacer la vida de las amantes de su padre miserable. Desde correrlas en medio de la noche hasta poner purgante en sus comidas, SeokJin hizo todo lo posible para hacerles pagar por el dolor que habían causado a su madre y a su familia.

Aunque sus acciones podían considerarse extremas, SeokJin no se arrepentía. Para él, era una forma de proteger a su madre y defender el honor de su familia contra la injusticia y la traición. A través de su determinación y su valentía, SeokJin demostró que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para proteger a los que amaba, incluso si eso significaba enfrentarse a su propio padre.

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