‧₊˚۪۪⸙͎3: regalo amordazado ‧₊˚۪۪⸙͎

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Mammon se encontraba encerrado en su cuarto, recostado en su cama boca arriba, mirando el techo en completo silencio mientras en su parlante la misma canción sonaba una y otra vez en un bucle constante. Llevaba 2 horas en el mismo bucle mientras se atosigaba comiendo kilos y kilos de helado; sus dos asistentes, Robofizz, lo miraban con pena sin entender la situación o por qué su jefe estaba así, pero no mostraba rasgos de tristeza, no había llanto, no había palabras, solo silencio. Solo se movía para comer, y si no, simplemente estaba con los brazos retraídos, abrazándose a sí mismo contra una pared sutil. Su mirada estaba fija en sus movimientos, y sus ojos se mantenían opacos y en completa calma.

Mammon se estaba hundiendo en una miseria sustancial que parecía nacer de ese lado que más odiaba de él. Se sentía de nuevo como ese ángel obediente, pero no en lo bueno, sino en lo sensible y fácil de romper que era, y vaya que tenía ese sentimiento presente. Porque los primeros días de caer en el infierno, se refugió en los brazos de una vieja amiga, Belzebu.

Recordaba perfectamente cómo un día él se encontraba llorando, escondido, abrazando sus rodillas, cuando aún no abandonaba del todo esa ilusión angelical y aún le dolía el haber sido echado del cielo. Con los años, le fue dando igual, pero esos primeros años fueron una tortura. Lo perdió todo por la codicia y... ahora era la única forma de vivir que conocía.

Estaba llorando y era un mar de lágrimas hasta que Belzebu se acercó y le ofreció algo de alivio...

"Oye... está bien, sé que es difícil pero... no puedes quedarte llorando siempre..." dijo la chica poniéndose de rodillas a su nivel y tomando asiento a su lado.

"Si puedo..." susurró aquella versión más joven de él mientras se retraía más haciéndose bolita.

"Oye, ¿qué tal si..." la ex ángel se alejó un poco y con su magia hizo aparecer una jarra de arcilla con un contenido dorado y brillante dentro. "Toma, bebe de esto, te hará sentir mejor" dijo ella de manera tranquilizadora mientras se lo dejaba a un lado.

"¿Qué es eso...?"

"Miel, te hará sentir mejor. Siempre que estoy deprimida, como algo dulce para animarme" explicó ella mientras lo veía tomar la jarra y dar un trago. "¿Está bueno?"

"Sí..." susurró más tranquilo aquel recién destituido ángel.

Desde ese día, cada vez que estaba deprimido, ansioso, mal o cualquier cosa le pasaba, buscaba refugiarse más allá del exceso y disfrute del dinero... en la comida. Todo lo dulce era guardado para cuando se sentía mal, y en algún punto fue tanto el bucle que el comer cualquier cosa se le hizo un hábito. ¿Qué importaba comer bien cuando podía tener todo lo que quisiera?

Y al mismo tiempo, no tener nada...

En algún punto, una de sus asistentes se acercó temerosa y apagó el radio, lo que enfureció a su jefe.

"¡PENNY, ¿QUÉ MIERDA?!" gritó enfadado, por fin mostrando alguna emoción.

La Robofizz rápidamente negó con la cabeza y dio el aviso de que Lucifer se encontraba aquí y quería verlo urgentemente.

"Dile que deje mi guitarra en la sala y que se vaya a la mierda de paso" dijo Mammon de manera seria mientras gruñía con ira y se hacía bolita en la cama.

Penny obedeció y se alejó de su jefe, acercándose a su compañera afuera del cuarto. Ambas se miraron preocupadas porque no sabían qué hacer. Cuando bajaron las escaleras, Lucifer se encontraba sentado en el sillón más cercano a la puerta, mientras a Adan lo tenían amarrado y sentado en el extremo opuesto de la habitación, amordazado hasta las cachas.

"El Señor Mammon no bajará, e-el está... ocupado" explicó Penny mientras hacía una reverencia.

"También dijo que usted, señor Lucifer, dijera que se vaya a la mierda" dijo la segunda Robofizz sin tapujo alguno, provocando la angustia de su compañera.

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⏰ Last updated: Apr 02 ⏰

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