2. Dos verdades y una mentira

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Tan solo llevaban unas semanas colaborando juntos, el mentalista pasaba día y noche armando las cosas bajo la seria mirada de los aldeanos, quienes mejor lo trataban era ese viejo llamado Kaseki, Chrome y los niños con los que trabaja. Hacía tiempo que no hacía trabajo físico, lo detestaba. La tarde estaba llegando, iban a terminar su jornada.

—Vamos solo quedan unos 500 más —la voz del rubio resonó en la zona de trabajo, algunos de ellos voltearon a mirarlo y continuar sin rechistar.

Los ojos de Gen se llenaron de pequeñas lágrimas, no entendía como podían hacer esa trabajo esclavo. Estaba sudado, hecho un asco.

—Por favor, está por caer la noche, déjanos descansar un momento.

El rubio se acercó al lugar donde estaba atando el bendito cobre y le golpeo el hombro de manera   juguetona. El joven de cabello disparejo inclino sus hombros perplejo por su tacto.

—Esto solo me prueba que el reino científico es agotador —era estúpido que decía, sin embargo, era culpa del otro que lo confundía con su mano.

Senku negó con la cabeza.

—Vamos mentalista, solo un poco más, tengo una cola preparada para ti.

Con esa frase se alejó el chico castaño Edge o algo similar lo llamaba a gritos desde el laboratorio.

Miró el trabajo completado a su izquierda y lo que le quedaba por armar a la derecha, la tarde iba a ser larga. El anciano se acercó a entregarle varios metros de cable con una gran sonrisa. No se esperaba que el señor fuera tan musculoso, parecía un dibujo animado, sonrió en silencio.

—Ánimo joven, quiero ver la electricidad con mis propios ojos. Ya tendrás tu cola como premio, el nunca falta a su palabra.

—Si, ya sigo...

Prefirió no contradecirlo, ya tenía suficientes problemas que lidiar. Ese pueblo era agradable, a su simple como trabajosa manera. Aún tenía oportunidades de escapar, no estaba tan convencido de quedarse con ellos, con algo de maña podría delatarlos con Tsukasa y tener su propio harem. En voz alta sonaba mejor, esperaba que fuera convincente todavía.

El rubio le daba refugio en su habitación, lo tenía vigilado de cerca. Pero no era la tradicional su vigilancia llena de miradas de odio o silencios desagradables hasta dormir, como en el Imperio de Tsukasa, más bien se trataba de conversaciones normales.

Desde la zona de trabajo caminaba por si mismo. ¿Quizá fue un depósito de rocas antes de la llegada de Senku?

—Al fin puedo descansar y bañarme —celebro el bicolor en voz alta al entrar a la choza.

Las paredes de madera estaban cubiertas con piedras diversas, polvos extraños y con hojas que el cebollín escribía en medio de la noche, eran sus pequeños ataques de silenciosos estrés. Murmuraba para sí que debía dejar un plan b en caso de no conseguir sus objetivos, en aquellos momentos Gen decidía ofrecerle té con una buena conversación. Se apiadaba un poco de él, era un poco más joven cargando con el deseo de transformar al mundo. Agregado a la tragedia que solo él conocía lo suficiente de las ciencias para poder recuperar lo perdido.

El científico para su comodidad había dispuesto un gran jarrón que podía llenar con agua, así tener una ansiada y privada ducha. Era mejor que las duchas del Tsukasa, por el momento. El rubio era el que llegaba tarde al lugar con un par de platos de comida para ambos. Se duchaba antes que él, muchas veces no se bañaba en días.

—Buen provecho Senku-chan
Observaba su tazón iluminadas por algunas velas, al frente estaba el chico sentado en su misma situación.

—Claro mentalista

Con la comida terminada entonces comenzaba el juego, no duraba más de cinco minutos y era un intentó tonto de parte del científico de que Gen bajara la guardia. No era tan tonto.

Era sencillo cada uno debía decir tres afirmaciones, al otro le tocaba decidir cuales eran las dos mentiras y cual la verdad. Han pasado agradables veladas con ese juego, podían hablar del pasado, hablar de libros, artistas, cosas que solo eran el recuerdo de contadas personas sobre la tierra. El bicolor no cedía a hablar sobre su pasado, sin importar que Senku hablara de su infancia, su padre o sus propios sueños.

—Vamos empieza el juego tú Gen. — dijo dejando su plato a un costado.
Aún quedaba bastante de la vela.

—Hmmm... 1. Mi piel es azul. 2. South Park me encantaba 3. Tsukasa encontró una fuente de combustible


Senku se río, sus ojos brillaron. Fingía pensar mucho su decisión.

—Obviamente la verdad es tu piel azul, no puede ser que te guste South Park.

Gen le devuelve la sonrisa y se toca el pecho con dramatismo.

—Me sorprende que te sorprenda, soy un hombre con muchas ocurrencias.

—Por favor ¿En serio? ¿Cuál es tu personaje favorito?

—Damian, claramente.

La conversación se diluye en las pequeñeces de la serie, Senku se veía radiante esa noche con mucha confianza. Al mentalista le gustó verlo así, se notaba que había logrado dormir el día anterior, aunque no era solo eso.

—Es tu turno

—Bien... —el chico se tocó la barbilla, está vez pensando de verdad. —Creo que los tengo, escucha bien mentalista.

—Dilo de una vez

—Ahí va 1. Quiero matar a Chrome por algo 2. Quiero unirme al Imperio de Tsukasa y abandonar la ciencia 3. Quiero conocer la brújula moral que tanto escondes

Oh. Era un intento de trampa nuevamente. Gen acomodo su cabello negro detrás de su oreja.

—Que tierno eres, pero no hay brújula alguna en mi Senku-chan

—Sabes a lo que me refiero Gen. —el bicolor negó con la cabeza. —Es imposible que seas tan superficial, ambos lo sabemos, este lugar te importar ahora. ¿No es así?

Ambos guardaron silencio un momento, se miraban a los ojos.

Esa pegunta no era solo esa pregunta, desde algunos días notó esa mirada en el rubio, muy similar a la que él le dedicaba cuando no lo miraba nadie.
Senku esperaba que de su boca saliera alguna mentira, salieron dos.

—Mi turno 1.  Odio la cola 2. Mostrar la superficie da un indicio del fondo 3. La comida de la gente moderna es bastante asquerosa todavía.

—Esa fue fácil, no es suficiente.

Gen quiso quejarse, pero Senku lo miró expectante, sus ojos tenían un brillo particular parecía devorarlo.
Suspiró. 

Sin importar la fuerte conexión que sintiera con ese chico, lo estaba apurando demasiado. Se conocían desde tan solo dos y medio meses, no entendía la necesidad de empujarlo tanto.

—1.Quien vuela muy cerca del sol se termina quemando 2.Los gatos me dan alergia 3.Estas calvo

Senku desvió la mirada al escucharlo. Sus orejas tomaban un color rojizo que lo hacían ver demasiado lindo, sobretodo cubierto por el color de la vela encendida.

Gen se levantó del piso para tocar una de las orejas ajenas con su mano.

—Diré una verdad extra, me gusta la compañía de Senku. 





Cortos | SenGenSenweek 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora