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—TE AMO BOLUDO, TE AMO, TE AMO.
Se aferró a él como si fuera el salvador de su vida. Llenándole el rostro de besos mientras repetía que lo amaba como no tenía idea.
En un instante, toda la atención en la cafetería se centraba, desgraciadamente, en Matías y en el escenario ridículo de Juani.
«Dale, boludo, si antes me miraban raro ahora peor. Estoy harto.»
Pero. ¿Quién era Matías para arruinarle la felicidad qué Juani rebosaba con una sonrisa?
Siendo sincero; él habría reaccionado igual si le entregaran el autógrafo de un famoso.
«Otro quilombo gracias a Enzo Vogrincic. ¿Qué tipo de brujería bendita tiene ese tipo?»
—Che, Juani, pará un poco que lo asfixiás.
Le susurró Santiago aguantando una risilla. Sus rebeldes cabellos cobrizos iluminando sus ojos.
Juani sostenía la pequeña libreta como un gran trofeo; su única razón de existencia desde ahí.
Y Matías, pues, se estaba arrepintiendo de entregarle el obsequio en la cafetería después de toda la escena armada.
«Maldita impaciencia que tengo, boludo. Qué coraje.»
De nuevo, para lamento de Matías, todo ya estaba hecho.
—¿¡Cómo…!? ¿¡Dónde…!?
Soltó Juani. Un brillo en los ojos que perturbaba a Matías en todos los sentidos.
—Me lo encontré en la calle hace dos días —justificó falsamente. Aun sabiendo que esa era la peor mentira que había dicho en su vida—. Y solo le pedí un autógrafo para vos y ya.
Santiago no le creyó ninguna pizca de lo que había dicho; sus celestes ojos acusándolo.
Sin embargo, Juani estaba tan embelesado con la libreta que no parecía prestar atención a algo más.
—Hasta su firma es bonita por Dios, qué hombre boludo.
«¿Bonita? Literalmente un niño de cinco años hace un garabato más bonito que eso.»
—Sí, sí.
Atinó a afirmar. Sin ganas de querer oír más halagos hacia ese alfa. Matías ya estaba harto.
Enzo por aquí. Enzo por allá.
Enzo el más bello. Enzo el gran Dios Griego.
Solo con eso, Matías ya estaba perdiendo la fe en la humanidad.
¿Qué carajo le veían?
Ni siquiera quería detenerse a pensar.
Santiago le quitó de las manos la libreta; observando el regalo. Intrigado y emocionado, pero no a los niveles psicópatas de Juani.
