Capítulo 5

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Satoru lo miraba con abierta curiosidad. "También podríamos follar para perder el tiempo, ¿no crees, Suguru?", sugirió con una sonrisa traviesa en los labios.

Suguru podía sentir la intensidad con la que Satoru lo observaba, como si sus ojos fueran capaces de desnudarlo por completo, de leer cada uno de sus pensamientos y deseos más íntimos. Su piel ardía, mientras que su corazón latía con fuerza en su pecho, dejándose envolver por la tentación que emanaba de aquellos ojos azules penetrantes. Y con cada segundo que pasaba, la idea de perderse en el desenfreno de la pasión parecía tentadora y peligrosamente excitante.

Ambos se miraban con una intensidad que prometía un encuentro ardiente y desenfrenado, lleno de deseo y ansias contenidas. Satoru acercó su rostro al de Suguru, sintiendo su aliento cálido en la piel mientras sus labios apenas rozaban los del omega, provocando un estremecimiento en todo su ser.

Satoru pasó una mano errante sobre el estómago de Suguru y este se estremeció, cerrando los ojos por un momento para controlar la marejada de emociones que lo embargaba. Sabía que si cedía a aquella tentación, sería como desatar un fuego que los consumiría a ambos, pero ¿podría resistirse a la atracción magnética que sentía hacia el alfa que lo observaba con tanto deseo y pasión?

Con cuidado, el alfa alzó la blusa de Suguru hasta dejar al descubierto la piel lechosa y suave del omega. Frunció el ceño y se tapó la boca para evitar soltar un gemido al sentir la delicadeza de aquella piel bajo sus dedos. "Eres tan sensible, Suguru", dijo Satoru entre risas, disfrutando de cada reacción que provocaba en el omega.

El alfa se agachó y le dio un beso suave sobre la piel expuesta de Suguru, recorriendo lentamente su cuerpo con la sensualidad de un depredador que acecha a su presa. Dejó un rastro de besos ardientes por su torso, marcando su camino con marcas de deseo. Llegó a uno de los pezones de Suguru, lo mordió suavemente y luego lo lamió, provocando en el omega un suspiro de placer contenido.

Enseguida, con manos expertas, Satoru retiró con agilidad los pantalones cortos de Suguru, dejando al descubierto su piel temblorosa y ansiosa de ser tocada y explorada con pasión y deseo desenfrenado. Una corriente eléctrica recorría la espalda de Suguru ante el contacto de los dedos firmes y expertos de Satoru sobre su piel, generando una cascada de sensaciones que lo envolvían y lo sumergían en un torbellino de placer y lujuria.

La mente de Suguru estaba confusa, su razón inhibida por los estímulos que le provocaba la boca de Satoru sobre su piel. El alfa pasó su pulgar por encima de su coño, vestido y húmedo, lo que hizo que Suguru abriera las piernas de par en par por pura reacción. Satoru presionó con más fuerza su pulgar, haciendo que Suguru emitiera un jadeo.-"S...Satoru", gimió desesperado Suguru. El alfa apartó las bragas a un lado, dejando al descubierto el coño en todo su esplendor. Satoru sacó la lengua y recorrió un rastro de jugo sobre los muslos de Suguru, con hambre y deseo. Luego, deslizó su lengua resbaladiza sobre los labios del coño, de arriba hacia abajo, llegando a rozar su clítoris de forma delicada pero intensa. El omega alzó la mano y agarró mechones de cabello blanco entre sus dedos, obligando a Satoru a dar mas fricción.

Los muslos de Suguru se cerraron instintivamente sobre la cabeza de Satoru, mientras él acariciaba el clítoris con su lengua experta, provocando sensaciones intensas y placenteras en el omega. La excitación crecía en el ambiente, acompañada de gemidos y suspiros que se mezclaban en el aire cargado de deseo y pasión.
Suguru alzó su mano libre y agarró las sábanas con fuerza, como buscando un salvavidas en medio del torbellino de sensaciones. Satoru colocó sus manos firmemente en los muslos de Suguru, elevándolos sobre sus hombros, mientras aceleraba el ritmo de sus lamidas con determinación.

Suguru sintió que estaba perdiendo el control de la situación. Su piel se erizaba y su estómago se contraía con intensidad. Se mordió el labio, buscando contener los jadeos que escapaban de su boca entre gemidos. Quiso apartar a Satoru, pero al mirarlo desde abajo, con la baba escurriendo por su mentón, una sonrisa traviesa dibujada en sus labios, se vio totalmente indefenso ante sus caricias.

"Satoru, detente..." susurró entre jadeos, tratando de recuperar el aliento mientras su cadera se arqueaba involuntariamente en respuesta a las deliciosas sensaciones que le estaba provocando.

Suguru sintió un intenso cosquilleo recorrer todo su cuerpo, mientras su piel se erizaba y su estómago se contraía con fuerza. Sus labios temblaban y sus piernas se volvían débiles, incapaces de sostenerlo. Su respiración se volvió entrecortada y su corazón latía con fuerza en su pecho.

Satoru continuaba con sus expertas caricias, acelerando el ritmo de sus movimientos con pasión y determinación. Cada roce de su lengua enviaba oleadas de placer a través de todo su ser, haciendo que Suguru se sintiera al borde del abismo.

Finalmente, la intensidad del orgasmo lo envolvió, haciéndolo gemir en un sonoro y liberador grito. Su cuerpo se arqueó en un espasmo de placer mientras su esencia se derramaba en un éxtasis indescriptible. Sus sentidos se nublaron por un instante, sumergiéndose en un mar de sensaciones abrumadoras y deliciosas.

Suguru se sintió completamente abrumado por la intensidad del placer, sintiendo cómo cada célula de su ser vibraba en éxtasis. El mundo a su alrededor se desvaneció, dejando solo el recuerdo de aquel momento de éxtasis y liberación que lo había llevado al borde del paraíso.
Después de un momento de silencio, la habitación se llenó de un ambiente tenso y cargado. Satoru se levantó lentamente, limpiando los restos de jugo de Suguru de su barbilla con la mano.

"Suguru, eso fue mucho", dijo Satoru con una sonrisa burlona, aunque sin intención de ofender. Sin embargo, las palabras de Satoru no fueron recibidas de buena manera y Suguru maldijo en voz baja, lanzando una patada hacia la costilla derecha de Satoru.

Mientras se cubría la costilla lastimada, Satoru suspiró. "Dulzura, era solo una broma", se disculpó, tratando de calmar la situación.

Suguru, sintiéndose avergonzado por su reacción impulsiva, se puso de pie y tomó las sábanas húmedas para taparse. Se sentía incómodo, no solo por la situación incómoda que acababa de ocurrir, sino también por sus propias emociones confusas hacia Satoru.

Las miradas se encontraron, revelando una mezcla de emociones entre ellos. La tensión en el aire era palpable, pero ambos sabían que no podían ignorar lo que había surgido entre ellos.

Con el corazón latiendo rápidamente, Suguru finalmente rompió el silencio. "Lo siento. No debí de haber reaccionado de esa manera", admitió con sinceridad.

Satoru asintió con comprensión, extendiendo la mano hacia Suguru con gesto de disculpa. "Está bien, todos cometemos errores. Lo importante es que podemos superarlo juntos", dijo, tratando de calmar los ánimos.

Suguru aceptó la mano y la estrechó. Sus mejillas estaban rojas y su cabello revuelto, lo que le hacía sentir más vergüenza de su apariencia desaliñada. Ambos se soltaron después de unos segundos silenciosos, y Suguru se apartó ligeramente antes de correr hacia el baño.

A medida que Suguru se apresuraba hacia el baño, su mente estaba llena de pensamientos confusos sobre lo que acababa de suceder. Se detuvo frente al espejo, viendo su reflejo desordenado, y se preguntó cómo había llegado a esa situación con Satoru. La calidez de su mano todavía se sentía en la suya, lo que lo hacía recordar la cercanía que habían compartido momentos antes.

Una mezcla de emociones lo invadió. Por un lado, se sentía atrapado en la confusión de sus propios sentimientos hacia Satoru, y por otro lado, recordaba a sus hijas, ese pensamiento llenaba su corazón de amor y preocupación.

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El ruido de los cubiertos chocando contra los platos resonaba en la acogedora sala de estar, creando una atmósfera familiar y cálida. Los padres de Satoru, con sonrisas genuinas en el rostro, mantenían una conversación animada con Nanako y Mimiko, mientras Tsumiki se ocupaba de limpiar cuidadosamente la boca del bebé con una suave servilleta, sus manitas en puños luchando contra ella.

Suguru, con los ojos brillantes de ternura mientras observaba a Megumi, se preguntaba en silencio cómo habría sido la vida si Satoru no los hubiera  abandonarlos

"Mami, ¿podemos ir a buscar helado?", preguntó Mimiko, con una mirada suplicante en sus ojos, seguida de su hermana pequeña.

Suguru, sacudiendo su cabeza para despejar sus pensamientos, asintió con una sonrisa afectuosa. Sin embargo, Yoshiko, con una mirada de desaprobación, interrumpió el momento.

—"Suguru, querido, necesitamos hablar", dijo con seriedad, dejando un ligero aire de misterio en el ambiente.

Suguru alzó la mirada con visible cansancio y se encontró con la mirada penetrante de Yoshiko. La notoria ausencia de Satoru en el desayuno lo dejaba sin un aliado para esquivar la inminente e incómoda conversación que se avecinaba. No obstante, Suguru no se sentía especialmente necesitado de ayuda; era consciente de que Satoru no sería de gran utilidad en ese preciso instante. Dejó sus cubiertos con meticulosa delicadeza y prestó absoluta atención a las palabras de la madre de su pareja.

—“Será mejor que hablemos a solas”. Declaró ella, haciendo evidente la alusión a los demás presentes en la mesa, incluido su marido. El alfa percibió la indirecta y asintió, tomando las manos de las gemelas y Tsumiki, llevándose a Megumi en brazos.

La creciente tensión en la habitación era palpable mientras la madre de Satoru tomaba la iniciativa. “Suguru... seré directa contigo”, inició. Suguru asintió con serena paciencia, preparado para lo que venía a continuación. Sin embargo, la dirección de la conversación tomó un inesperadogiro.

—“La próxima vez que quieras... hacer tus aventuras”, dijo ella con un evidente deje de desprecio en su tono. Suguru arqueó una ceja, su sonrisa forzada desapareciendo instantáneamente. Las palabras le impactaron, sin comprender a qué se refería la madre de Satoru.

—“¿Quieres que busque un lugar menos concurrido la próxima vez?”, respondió con mordaz sarcasmo, levantándose con elegante gracia de la mesa. La creciente indignación comenzaba a invadir a Suguru.
—“¿De qué esta hablando?”, exclamó con ferviente enojo, sin darse cuenta de lo alto que había elevado su voz.

La mirada de la mujer se volvió glacial mientras tomaba su celular y mostraba una imagen. Los ojos de Suguru se ensancharon con absoluta incredulidad al ver la escena que se desplegaba ante él: él y Sukuna en un momento comprometedor. El título de la imagen, con la palabra 'cuernudo' en referencia a Satoru Gojo, lo dejó literalmente sin aliento.

La impactante revelación sacudió el mundo de Suguru, poniendo en duda todo lo que creía saber.

—"Somos una familia de inmaculada reputación y no permitiré que una zorra omega descarada mancille nuestro nombre nuevamente. Suguru sintió cómo su mandíbula se tensaba y quería gritarle en la cara. Aunque Satoru y Suguru ya no mantenían una relación, Suguru no encontró fuerzas para resistirse a la contundente declaración de la mujer. Yoshiko salió de la habitación, dejando a un Suguru con las emociones desatadas y el corazón atormentado.



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FUE CORTO YA QUE NO TENGO MUCHO TIEMPO.

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