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Durante todo el día habíamos estado estudiando el plan y la misión, nos mantuvimos ocupados con los nuevos reclutas.  Aunque yo no había interactuado mucho con ellos, la verdad es que estuve casi todo el día con mi escuadrón y Eren.

"Nosotros estaremos aquí, ejecutando un plan especial." Mi escuadrón y yo estábamos en un descampado con los caballos. Mientras los demás le explicaban las cosas a Eren y hablaban de temas sin importancia para mí, yo me limitaba a acariciar a mi caballo.

"¿Habéis terminado ya?" Pregunté en un tono  irritado. "Porque si es así deberían volver a los preparativos. El día se acaba y aún quedan cosas que montar." Estaba atardeciendo, ya casi estaba todo listo pero aún quedaban algún que otro carro de municion y reservas que llenar.

"Si, Capitán." Contestaron al unísono. Cada uno montó su caballo y nos dirigimos al Cuartel General.

Entré en el establo para atar a mi caballo, al salir, Eren estaba hablando con un grupo de personas, parecían los nuevos reclutas.

"Algún día, haré que lo pague." Dijo la única persona que supe reconocer, Mikasa Akerman. Supe que estaban hablando de mi por como me miró después de hablar. Ignoré su actitud y fui directo al interior del edificio.

Iba tan concentrado en mis pensamientos que no me di cuanta de como me agarraban de la mano mientras me llamaban.

"Levi, no te había visto en todo el día." Levanté la mirada para verle a la cara.

"Justo iba a buscarte ahora mismo." Solté su mano y nos pusimos a andar en la misma dirección.

"Te noto cansado." Sus vista parecía mirar a través de mi. 

"Lo estoy." Me froté los ojos, me escocían y la cabeza me empezaba a doler.

Llegamos a su habitación, una vez ahí me quité las botas y la chaqueta para estar más cómodo. Noté como se quedaba pegado a la puerta asi que pose mi atención en él.

"Ahora vuelvo." Avisó antes de marcharse por la puerta.

Me acerqué a un pequeño escritorio que se encontraba pegado a una pared de la habitación y me senté en la mesa. Erwin llegó unos minutos después con dos tazas en la mano, se acercó a mi, me ofreció una y se sentó en la silla, sin dejar de mirarme. Cogí la taza con las dos manos, estaba caliente, del interior salía un camino de vapor acompañado por un olor a camellia. Nos bebimos el té en silencio, la mano de Erwin descansaba en mi muslo, mientras lo acariciaba lentamente.

"Ven, tengo una idea." Su voz rompió la paz en la habitación. Se levanto de la silla y se acercó a la ventana de su habitación yo le seguí con una mueca de confusión.

"¿Qué haces?" Pregunté alarmado cuando lo vi saltar la ventana.

"Tranquilo, confía en mi." Me acerqué hasta él. No me acordaba que su ventana daba a un tejado bajo.

Con la ayuda de su mano, salí de la habitación por la ventana. Él empezó a subir por las tejas, sin soltar mi agarre. Mi vista se turnaba estre el suelo y su espalda, aún iba descalzo por lo que el frío de la piedra se colaba por mis pies.

Subimos hasta abandonar la luz que se escapaba de su cuarto y nos sentamos en el tejado. Era una noche fría y yo iba poco abrigado, no obstante valía la pena estar ahí.

"Esto es..." Dije mientras contemplaba el cielo. "Precioso se queda corto." Al ser noche de luna nueva las estrellas se permitían brillar con más esmero. Sin mucho esfuerzo se podía ver un camino de astros que cruzaba todo el firmamento.

"Lo es..." De reojo, me di cuenta de cómo su mirada estaba postrada en mí, en vez de en el cielo. Sonreí y me gire para mirarlo. Él, rápidamente, desvío su mirada hacia arriba.

Diario de un poeta || EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora