20/04/850

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Los árboles fueron perdiendo sus flores a medida que avanzaba Abril, decorando los días cos sus suaves pétalos bailando en la brisa del aire. Los días pasaron con Erwin en cama, cada vez más ágil. Yo solía traerle un té por las mañanas, acompañado siempre de un profundo beso y un pequeño verso.

"Te quiero con el alma, que aunque esté rota y desgastada, aún ama con fuerza." Tomé su sonrisa como una respuesta positiva.

El sol entraba por la ventana, los rayos se reflejaban en su cabello y aclaraban sus ojos. Aunque los días eran bastante tristes había momentos con Erwin en los que nos sobraban las risas y nos faltaba el aire. Yo intentaba hacer todo los posible para que no se sintiera mal por lo ocurrido y el intentaba no hundirse.

"Oye, igual tendrías que dejarte la barba." Sonreí con picardía. "Te queda bien."

"No me convence, me siento descuidado."

"A mí no me importa, me gusta como te ves descuidado." Me acerqué a él para juntar nuestros labios, mientras descansaba mi mano en su mejilla.

La puerta sonó, no separamos rápidamente y al abrirse descubrió al Comandante Pixis. Vino a saludar a Erwin y a ver cómo se encontraba. La puerta volvió a sonar minutos después, está vez no era una visita sorpresa, por lo menos para mí, pues ya sabía quién era.

"Es Hange." Avisé. "Adelante." Cuando entró en la habitación lo hizo acompañada de otro soldado. Un chico, más bajito que ella, rapado y con ojos grandes.

"Con permiso, Erwin." No tardó en percatarse de la presencia del comandante. "¿Usted también está, comandante Pixis? Mejor así. Este chico..."

"Soy Conny Springer, cadete de la promoción ciento cuatro." Se presentó, se notaba que intentaba ocultar su nerviosismo aunque no lo conseguía muy bien.

"Conny es original de Ragako." Explicó Hange.

"¿Es el pueblo de donde se cree que salieron los titanes?" Preguntó el comandante.

"Así es. Por eso le pedimos que comprobara el resultado de nuestra investigación. Traigo un informe que aumenta la credibilidad de la hipótesis inicial."

Hange explicó de lo que trataba esa hipótesis, supuestamente las pruebas decían que los habitantes de aquel pueblo se habían transformado en titanes.

"Es decir, que todos los titanes...son humanos." La voz de Erwin resonó profunda por toda la habitación.

"Aún no es del todo seguro, pero ..."

"Y entonces... ¿Qué hemos estado haciendo todo este tiempo? ¿Hemos matado humanos a diestro y siniestro? ¿Es eso?" La interrumpí.

"He dicho que aún no es seguro."

Al poco rato todos abandonaron la sala, dejándonos a Erwin y a mi solos de nuevo. La nueva información no paraba de rondar por mi mente, no paraba de pensar en cuantas vidas había arrebatado, de cuántas muertes había ocasionado ¿Cuánto llevaba jugando a ser Dios?

"Erwin..." Me giré para mirarlo. Me confundió su reacción, el rostro que tenía... Una gran sonrisa se mostraba en su cara. "¿Qué haces? ¿Por qué estás sonriendo?"

"Por nada. Es solo... Que estamos un paso más cerca de la verdad."

"¿Solo un paso? Es poco, después de todas las muertes de humanos y titanes que ha habido ¿No crees?"

"Pero la confirmación será otro paso. Y algún día lograremos descubrir la verdad que nos esconden los muros."

"Si..." Mis palabras sonaron huecas, sin un sentido concreto. "He quedado con Hange, nos vemos más tarde." No dejé que se despidiera, abandoné la sala con prisa. En el fondo me se ti un poco culpable por dejarle ahí, pero los dos necesitábamos un tiempo a solas, y él lo sabía.

Diario de un poeta || EruriOnde histórias criam vida. Descubra agora