2| Viewtube

60 7 17
                                    

La parte más difícil llega cuando Kelan me dice que mi invitada está esperándome en el restaurante del hotel. Odio el sudor en mis manos y los latidos frenéticos de mi corazón, antes de salir y bajar por el ascensor me lavo por última vez las manos porque están pegajosas gracias al sudor. Me desespera que mi propio teléfono se resbale de mis manos, lo odio.

Odio que me suden las manos y las cosas se me resbalen.

Hago ejercicios de respiración y me miro en el espejo, mis ojos analizan mi imagen y me retoco el humectante de labios, deseo más que ningún otro día lucir perfecta ante una persona que conocí por internet. Mi maquillaje sencillo me resulta perfecto y mi ropa parece la adecuada, pues no sabía qué ponerme, así que busqué en internet conjuntos y opté por el más adecuado para el día de hoy.

—Eres bonita —Kelan me guiña un ojo y le doy un codazo—. Auch, ¿pasaste todo el día eligiendo tu atuendo?

Gimo nerviosa. El teléfono se aplasta entre mis manos.

—Sí, ¿está feo…?

—En lo absoluto, vas a gustarle y si no le gustas tú, ya le gustará Diana Higan, la primogénita del aclamado empresario del siglo y su fantástico dinero e inconmensurable herencia —comienza a burlarse y a extender sus brazos como si fuera un orador—. El dinero, Dian, el dinero.

—Me pregunto cuánto te pagó mi padre para que aceptaras ser mi niñera…

Kelan se ríe por lo bajo, pero sin querer eso me quita el nerviosismo y me lleva hacia la mesa donde Zero nos espera.

Y ahí la veo, tan bonita e inmaculada. Se pone de pie y de pronto ya la tengo entre mis brazos.

Soñé tanto con este momento, con poder conocerla, y abrazarla de esta forma tan… necesitada, como si sólo hubiera vivido para este día glorioso. Mis brazos rodean su pequeño cuerpo, es tan pequeña y delgada. Su vestido color celeste le sienta perfecto y su perfume se pega a mi cuerpo, sustituyendo las feromonas que neutralizó con supresores.

Aunque se filtran algunas, producto de su emoción.

—Eres más alta de lo que creí —me sujeta las manos y si nota el sudor que gotea de ellas no dice nada—. ¿Cuánto mides?

—Un placer conocerte —me burlo de ella, enrojece por la vergüenza y se cubre el rostro—. Mido 1.87, enana.

Infla sus mejillas.

—Recuérdame usar zapatillas la próxima vez.

Nos sentamos y le presento a Kelan, quien está lejos de nosotras para darnos privacidad. Creí que esto sería difícil, pero aquí estamos, hablando y riendo como si nos conociéramos de toda la vida, supongo que nuestra conexión es demasiado grande.

Tanto que nos ponemos de pie cuando terminamos de comer y salimos a caminar entre risas. Zero me cuenta sobre su familia y también está impaciente por comprar nuestros vestidos, quiere ir a juego y combinar nuestros gustos.

Tampoco sabemos en qué momento nuestras manos se entrelazan, pero ambas lo ignoramos y caminamos por la ciudad. Kelan va detrás de nosotras.

Terminamos entrando a una cafetería, donde continuamos hablando sin parar. Por alguna razón no me siento nerviosa hasta que el primer susurro deja de serlo.

—¿Es ella…?

—Lo es, mira, es la misma… Es Dian Higan.

Trago saliva.

—¿Deberíamos irnos…? —Inquiere Zero.

Niego.

—Salió en las noticias —bajo la mirada y muevo mi frappé, fingiendo que no estoy nerviosa al soltar ese comentario—. Además, soy modelo, si no me reconocen por ese accidente ya lo harán por mi trabajo o familia.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 09 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

DIAna ZeroWhere stories live. Discover now