•Capitulo ⁸•

165 17 12
                                    


Está es la historia de mi vida con todas sus verdades...

Está es la historia de mi vida con todas sus verdades

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Nací el 16 de octubre de 1997 en Montecarlo, Mónaco.

Desde muy joven mostré un talento excepcional en el automovilismo, compitiendo en karts y ganando múltiples campeonatos.

Tenía un padre que me amaba demasiado y yo lo amaba a él. Madre tenía una peluquería y se encargaba de ella. Mi hermano mayor estudiaba y mi hermano menor competía conmigo.

Tenía la vida perfecta, una familia que me amaba, una techo, no éramos ricos pero éramos felices. Yo soñaba con llegar a la Fórmula 1 y ser un gran piloto de Ferrari.

Había personas dispuestas a apoyarme en mi carrera, Jules era uno de ellos.

Me iba bien, hasta que un pequeño incidente cambio mi vida. Aquel choque que tuve con el intrañable Max Verstappen, aquel niño con un aura misteriosa. Aquel niño de ojos bonitos que siempre me lo topaba mirandome.

Nunca hablamos, nuestras peleas en pista hablaban por nosotros, rivales, eso era lo que nos catalogaron y así es como quedamos. Pero, desde aquel choque, todo se desmoronó.

La tensión entre nosotros aumento, pero ninguno de nosotros se dignó a pedir una disculpa. Ese día mi padrino Jules, me dijo que estuvo mal lo que hice. No lo escuche, solo me limitaba a asentir y pedir perdón. Solo me abrazo y nos fuimos a casa.

Poco después, Max y yo nos volvimos cercanos, si lo vemos de esa manera, por qué nuestra rivalidad no se iba, solo se volvió más sana. Y a ambos nos encantó.

Tardamos demasiado tiempo en darnos un hola, que al principio fue forzado para las cámaras, Pero que después fue un hábito.

Un par de veces llegamos a intercambiar podios y no perdiamos la oportunidad de abrazarnos felicitándolos. Eso sí, sin la vista de por medio de su padre. Jamás le pregunté por lo que pasaba. Más o menos me imaginaba lo que pasaba, más sin embargó pensé que no podía hacer nada.

Nuestra comunicación se volvió más cercana, hasta el punto de que una vez lo encontré llorando una tarde lluviosa. No le pregunté el por qué pero ese día fue la primera vez que ví a Max llorar. Me permití abrazarlo, por qué era la oportunidad perfecta.

Si, oportunidad, por qué desde ese entonces en el que nos volvimos amienemigos un sentimiento brotó de mi ser. Cada vez que lo tenía cerca mi cuerpo experimentaba demasiadas descargas. Tarde bastante tiempo para reducirlo a la palabra amor.

| Cruces Destinados | ✓Where stories live. Discover now