Capítulo 18

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Jake

El día de la entrevista había llegado.

Habían pasado dos semanas desde mi última conversación con Emma de la entrevista.

Ella estaba igual que siempre.

Pero, ese pensamiento de cuestionarme qué pasará con nosotros cuando –ojalá– me vaya a trabajar fuera me consumía por dentro.

No quería dejarla, eso estaba claro.

Cuando terminara la universidad nos iríamos a vivir juntos y todo sería más fácil.

Con este último pensamiento, me monté en coche rumbo a Nueva Orleans.

Decidí irme en coche porque me daba miedo volar en avión.

Algo que no contaré en voz alta jamás a nadie.

Nunca había estado más nervioso en mi vida.

Excepto cuando le pedí a Emma que fuera mi novia.

Aparqué y me bajé del coche. Entré a un edificio enorme, pasé por unas puertas giratorias y subí por el ascensor.

El sitio parecía costoso, casi se podía decir que estaba en un luxury.

Me senté en la sala de espera cuando un hombre joven con traje me llamó.

— ¿Jake Dawson Peterson? –preguntó mirando en su bloque de notas.

— Sí. –me puse en pie.

— Pase por aquí.

Parecía que iban a hacerme una analítica.

Qué miedo.

En ese despacho había unos hombres que parecían tener unos treinta y pocos años sentados en una mesa larga unos al lado de los otros.

Parece que alguno de ellos vaya a sacar el látigo.

— Gracias por venir en el día de hoy. Cuéntanos un poco sobre ti y por qué has decidido echar el currículum a esta empresa.

¿Se habrán dado cuenta que mentí?

No creo.

— Claro, mi nombre es Jake y desde pequeño me ha interesado este mundo. Me apasiona el diseño y la construcción. Descubrí esta empresa a medida que fuí estudiando y me quedé impresionado con todas las nuevas actualizaciones de la empresa. – hablé sin parar durante cinco minutos.

Los más largos de mi vida.

Me fue bastante bien, la conversación fluyó naturalmente y me sentí seguro de mis

conocimientos y capacidades.

Está mal que yo lo diga pero, tengo muchas posibilidades de quedarme con el puesto.

O eso pensaba antes de pronunciar las temerosas palabras para todo el que busca trabajo.

— Muchas gracias por tus aportaciones, Jake. Ya te llamaremos.

¿Ya te llamaremos?

Vamos que no me lo iban a dar.

— A ustedes. Ha sido un placer. –me levanté y me fuí.

Nada más poner un pie en la calle llamé a Emma.

— ¿Cómo te ha ido? –preguntó ansiosa al otro lado de la línea.

— Yo creía que genial, pero al final ha dicho ya te llamaremos. El trabajo de mi vida y lo he tirado por la borda.

— Jake, no seas así. Se tienen que reunir y decidir quién es el mejor para el puesto. Es lo que deben hacer. No quiere decir que no te lo vayan a dar.

— Se me olvidaba que el pesimista de los dos era yo.

— No te preocupes, que seguro que es tuyo. Serían idiotas si no te eligen a ti.

— Lo sé.

— Vaya, ¡qué humilde!.

Casi puedo atreverme a jurar que estaba esbozando esa sonrisa que me encantaba.

— Me alojaré en un hotel. No puedo irme hasta que pasen dos días, ya sabes, para que me den una respuesta final. Luego sería volver a Manhattan y hacer las maletas.

— Te echo de menos.

— Y yo a ti.

— Voy a ver la ciudad, te iré mandando fotos de todos los lugares que me recuerden a ti.

— ¿De verdad?

— De verdad.

— Vale.

Colgué.

Me dirigí a Jackson Square, principalmente es una plaza muy famosa de aquí, cuando iba a entrar, una chica me dió un toque en el brazo.

— Disculpe, usted no es de aquí, ¿verdad? – preguntó una chica pelirroja.

Parecía de mi edad.

— No, he venido a una entrevista de trabajo y he venido a pasar aquí el resto del día.

— ¿Tienes dónde hospedarte?

¿Por qué me hacía ese tipo de preguntas? ¿Es que iba preguntándole a todo el mundo esas cosas?

— Sí.

— Porque si no, puedes quedarte en mi casa, la única pega que hay es que sólo hay una cama.

¿Pero... Qué?

— Lo siento, pero tengo novia y la quiero y respeto, así que voy a hacer mi visita turística como había planeado desde el principio.

La chica se quedó parada esperando a que me arrepintiera.

¿Por qué la gente era tan rara?

O como diría mi abuela intentando modernizarse, qué random.

Seguí con mi visita, y tal y como le dije a Emma, me acerqué a un rosal y me hice un selfie posando con ellas de fondo.

La foto era un cuadro, pero como le encantaban este tipo de fotos se la mandé igualmente.

Ya caía la noche así que fui hasta el hotel. Había comprado algunas cosas para poder alimentarme así que me senté en la cama y cené.

Si Emma estuviera aquí me regañaría por eso.

No podía dejar de pensar en ella.

Cada minuto, cada segundo. Todo el día.

Nunca me había pasado nada así.

Me había enamorado dos veces más, sí. Pero nunca con esta intensidad.

Si esta relación sale mal por lo que sea, el trauma va a ser bonito.

Así que la llamé. Pero por videollamada.

Me contentó al instante.

— Hola, hola, Jaikie.

Siempre me hacía reír. Su sonrisa me contagiaba sin quererlo.

— Hola, Emma.

Estuvimos hablando durante horas sin parar, cuando le estaba contando un chiste se calló.

— ¿Lo pillas? –dije riendo.

Me di cuenta de que se había quedado dormida.

Por suerte el móvil lo había apoyado en el despertador así que se sostenía perfectamente. Estaba tapada hasta los pechos cubriendole la sábana.

Su respiración era regular mientras que su pecho subía y bajaba.

Inconscientemente me acosté yo también en la cama e hice lo mismo.

Al fin y al cabo era lo más cerca que iba a poder estar de ella estos días.

Sin darme cuenta me sumergí en un sueño profundo. 

Todo lo que nunca te dijeWhere stories live. Discover now