Capítulo 52 (PARTE II)

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Cuando me levanté fui a buscarlo a su casa antes de coger el avión, le pedí a Harper que me cubriera en el trabajo y conduje hasta su hogar. Una vez en la puerta dudé si tocar o irme por donde había venido, pero ya no había vuelta atrás. No había ido hasta su casa para pedirle disculpas y volver a estar bien y felices, sino para romper con él. El primer motivo que me llevó a tomar esta decisión fueron las discusiones. Discutíamos muy a menudo por tonterías. En segundo lugar por celos y falta de confianza. No podía seguir con alguien que dudaba de mí, eso es lo fundamental de una relación. La comunicación era lo más importante en una, sin embargo, no la teníamos. Y por último las relaciones a distancia, no me gustaban nada y fue por estos motivos que me armé de valor y me planté en la puerta de su casa.

Miento si digo que no tenía miedo, principalmente a su reacción. Además tampoco contribuía que había esperad a romper con él hasta el último día, pero las cosas habían cambiado mucho y no soy la misma que era.

Con la mano en el pomo de la puerta, de repente se abrió. No fui yo quien lo hizo, sino Stiven.

— Tenemos que hablar. –dije.

Me invitó a pasar, pero me recordó que no tenía mucho tiempo, así que opté por soltarlo de golpe.

Mala decisión.

— Quiero acabar con esto.

Me observó sin entender un ápice de lo que estaba soltando por mi boca, así que continué.

— Tú y yo. –nos señalé–. Esto no funciona.

Tragó saliva y envolvió su mano con la mía.

— ¿Por... qué has esperado hasta ahora para decírmelo?

— Escucha, he hecho de todo por intentar salvar lo nuestro, pero no puedo. –dije exhausta–. Peleamos demasiado, no confías en mí y no me gustan las relaciones a distancia.

Lo que más me definía era la sinceridad.

— ¿Ha sido por...

— No. Jake no tiene nada que ver.

Asintió, pero seguía sin mirarme.

— ¿Por lo menos me has querido alguna vez?

— Sí, por supuesto, Stiven.

Mentiría si digo que no me dolió un poco ver cómo no luchaba por salvar esto, pero era lo que realmente necesitaba.

— ¿Amigos?

— Amigos. –asentí.

...

Dejé las llaves en el mostrador y me hice una cola de caballo rápidamente.

— ¿Ya se ha ido Stiven? –preguntó Harper.

— Sí, y además he roto con él.

A Harper se le desencajó la mandíbula y empezó a emitir sonidos extraños que según ella eran de alegría.

— No había oído nada mejor en el día de hoy.

— ¡Oye! –le di una palmada–. Lo quería, ¿vale? pero no era suficiente.

Se desató la coleta y dejó su pelo suelto, de repente me estaba tendiendo una artilujio en la mano.

— Ves a la empresa de enfrente y devuélvelo, nos lo han prestado.

— ¿Y tengo que ir yo?

— Vamos, no lloriquees.

Con resignación, crucé la calle y en un momento estaba ya en la empresa. ¿Me encontraría con Jake? Inconscientemente me solté el pelo y me lo acomodé. Paré en la recepción y le dejé el objeto agradeciendo.

— ¿Sería tan amable de decirme dónde se encuentra Jake?

La recepcionista sonrió.

— Está en Seattle.

¿Seattle? ¿Qué pinta él allí?

— Fue a visitar a alguien pero todavía no ha vuelto.

— ¿Cuándo se fue?

— Ayer, señorita.

¿Le habría pasado algo malo? Empezaron temblarme las manos involuntariamente y salí casi corriendo de allí. Sin pensarlo dos veces, lo llamé al móvil. A la tercera vez respondió.

— ¿Estás bien? –pregunté preocupada.

— Sí, claro.

— ¿Qué haces en Seattle?

— No tengo tiempo, en cuanto vuelva te lo explico todo.

...

Esperé impaciente en la dirección que me había mandado, sin embargo, se trataba de una playa. Me senté en la arena esperándolo, pero cuando menos me lo esperé estaba a mi lado. Sin perder el tiempo, me pude poner de pie y le di un abrazo sin pensarlo.

— Pensaba que había pasado algo. –dije más tranquila.

— He ido a ver al capullo de tu ex.

— ¿Qué? –pregunté sin dar crédito–. ¿Qué has hecho qué?

— Tenía que darle su merecido por lo que te hizo, ¿vale? no se puede salir con la suya. No volverás a verlo, quédate tranquila.

— ¿Qué has hecho? Bueno, mejor ni me lo digas. –me arrepentí.

— He preparado algo. –soltó.

Se sacó de su lado derecho una cesta. Eso me hizo recordar al pícnic que preparó la primera vez.

— Sé que quizá te está esperando tu novio en casa, pero...

— ¿Qué novio?

Jake me miró y pude ver en sus ojos el reflejo de la ilusión, como si de un niño pequeño se tratara.

— ¿Has roto con...

— Sí. –le interrumpí–. No me espera nadie en casa.

— ¿Y... por qué habéis roto? si se puede saber. –dijo de inmediato.

— No iba bien.

Empezamos a engullir todo lo que había traído. Había desde fruta hasta snacks y hamburguesas. Un pícnic en la playa era justo lo que necesitaba.

— Quiero decirte algo. –guardó el refresco que tenía en la mano.

— Adelante.

Parecía nervioso. Muy nervioso. Y a mí me iba el corazón a mil por hora.

— Quiero que lo volvamos a intentar. –soltó de golpe–. Sé que lo acabas de dejar con Stiven y no quiero presionarte pero... te quiero. Y me gustaría que lo intentáramos. Sólo una. Una oportunidad más y sabrás que...

— Cállate.

Estampé mi boca con la suya haciendo que se callara. Y en ese momento supe que podría vivir a base de sus besos sin saciarme jamás.

FIN

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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