George asume la presidencia de la empresa de su padre, creía que estaba completamente preparado para asumir esa enorme responsabilidad, pero fue todo lo contrario. Su amigo Alex lo invita a tomar un par de tragos para que se relajara, fue ahí cuando...
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-He pensado en invitar a cenar a Sam, pero esta vez solo ella y yo
-Es buena idea -contestó Alex-
-Aunque hoy en todo en día no me ha hablado, normalmente me escribe desde temprano
-Quizá a está ocupada
.
Samantha y Carlos se encontraban en la casa de la señora Kate, el trabajo estaba siendo más pesado de lo que ellos imaginaron.
-¿Podrías mover ese mueble hacia en otro lado? -dijo la señora Kate mientras señalaba el lugar vacío donde quería en mueble-
Carlos amablemente asiento, llevaban toda la mañana movimiento muebles.
La señora Kate vivía sola, por lo que no tenía a nadie que me ayudara en este tipo de cosas.
Por otro lado, Sam aprovechaba a limpiar cada que Carlos movía algún mueble.
-¡Perfecto!, ahora vamos a mi habitación, quiero cambiar la cama de lugar
Samantha rio por lo bajo, no era ni medio día y Carlos se estaba muriendo del cansancio.
-Es el trabajo más divertido -dijo sarcásticamente Carlos-
-¿Es mejor que el bar?
-No digas tonterías Sam, si tú estuvieras moviendo estos muebles me entenderías
-Te entiendo, limpiar no es fácil, pero anda, hay que terminar
-¡Carlos! -gritaba la señora Kate desde el segundo piso-
-Un momento señora Kate, ahora subo
.
-Pienso llevarle flores esta noche
-¿La irás a ver a su casa?
-Si, iré de sorpresa
-Te imaginas que esté con alguien más, ¿qué harías?
-Dudo mucho que eso pase, no creo que Sam sea ese tipo de chica
.
Eran las 5:30 de la tarde, cuando Sam y Carlos por fin terminaron de limpiar.
La señora Kate fue amable con ellos, les dio una caja de galletas a ambos y una pequeña propina a Carlos por el esfuerzo que hizo al cambiar todos sus muebles de lugar.
-Me agradó que estuvieran acá, cuando necesite ayuda nuevamente le pediré a Lucia que los mande, son una pareja muy linda
-Carlos es mi mejor amigo, señora Kate -respondió Sam-
-Santo cielos, creí que eran novios, pero aún así harían una pareja muy linda, se ve que ambos son buenos.
Después de despedirse de la señora Kate, Carlos y Sam se dirigieron a la estación del metro para ir a casa.
-Tengo algo de hambre, ¿pasamos a comprar algo y comemos en tu casa?
-Me agrada la idea, pero no tengo dinero
-No te preocupes, yo invito -dijo mientras le mostraba el billete que la señora Kate la había dado- ¿qué se te antoja? ¿sushi?
-Si, hace tiempo que quiero comer sushi
-Anda, vamos
Carlos y Sam se dirigieron a su restaurante favorito de comida japonesa, ordenaron para llevar y se fueron a casa.
Durante el camino Sam se burlaba de Carlos, le hacía mucha gracia la cara de cansancio que tenía por el trabajo de hoy.
-No supero tu cara, tuviste mucha paciencia con la señora Kate
-Yo no debería de estar trabajando en eso, es muy agotador
Samantha abrió la puerta de su departamento y ambos entraron.
Carlos se quitó los zapatos y se acostó en el sofá, abrazó uno de los cojines que Sam tenía y se dio la vuelta.
-¿Enserio dormirás? -pregunto Sam pero Carlos no respondió- bien, me comeré los pedazos de sushi más grandes y te dejaré a ti los más pequeños.
Carlos únicamente soltó una pequeña risa y se durmió.
Mientras Carlos dormía, Sam comió y metió un poco de ropa a la lavadora, hasta que escucho que alguien tocaba su puerta, fue algo raro porque nadie ma visitaba. Abrió y se llevó una gran sorpresa.
-George, ¿qué haces aquí?
-Vine a ver si estabas bien, hoy no me hablaste en todo en día
Sam quedó sorprendida por la visita de George, junto a él estaban unas hermosas flores.
-Son para ti -dijo con una sonrisa- ¿puedo pasar?
-Si, pasa
Samantha se hizo a un lado, George entró e inmediatamente su sonrisa se borró al ver a Carlos dormido en el sofá.
Samantha inmediatamente se acercó a Carlos y lo despertó, este un poco enojado hizo caso e igual que Samantha se sorprendió por la presencia de George.
-George te presento a Carlos, mi mejor amigo
George con una mirada seria lo observo de pies a cabeza, ambos extendieron sus manos y se saludaron.
-George Russell, un placer conocerte
-Carlos Sainz, lo mismo digo -dijo mientras le devolvía la mirada de pies a cabeza-
