Jimin y Jungkook se conocen desde niños y siempre supieron que estaban destinados a amarse. Por suerte para la pareja, tenían el respaldo de sus familiares y amigos, así que no habrá obstáculos para ellos en un futuro. Sin embargo, luego de diez año...
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Tiempo después...
Hay un proverbio que dice que el tiempo lo cura todo, ¿será cierto?. Ayuda, eso si no lo vamos a negar, pero también depende de la voluntad de uno. Cuando dañas a alguien, sin querer o conscientemente, es como martillar un clavo en la pared porque por más que te arrepientes o trates de arreglarlo pidiendo perdón el daño ya está hecho. La grieta en el alma o en la pared no se borrarán gracias a palabras mágicas, y sí, puedes remendarlas, no obstante, siempre quedará rastro que te recuerde lo que pasó.
Uno perdona, pero no olvida.
Eso sí, solo si te obsesionas porque de una experiencia mala puedes sacar una enseñanza. Hay que aprender a ver más allá de esa pared, a encontrar un sentimiento bonito y superarse para no quedarnos estancados. Y claro, el tiempo puede ser un gran aliado.
¡O si no, pregúntenle a la familia Jeon!.
—¡Sunni, princesa, entra ya con tus hermanos qué te vas a resfriar! —vociferó Jimin a solo pasos de la camioneta familiar, viendo a su pequeña que crece a pasos agigantados en el borde del jardín, ya era casi una señorita, y escuchando un leve alboroto en el interior del coche.
Esta no tardó en darse la vuelta sonriendo espléndida y regresar corriendo hasta su padre, recibiéndose ambos con un dulce beso en la mejilla.
—Es que la playa se ve muy bonita al amanecer.
En eso, el maletero se cerró de golpe que sobresaltó un poco a padre e hija mientras una brisa helada con aroma a sal los merodeó y un alto pelinegro salió desde allí en dirección a ellos.
—¡Y eso qué estamos en diciembre! —Jungkook expresó con una sonrisa de oreja a oreja en lo que llegaba hasta su hija, le revolvía su peinado con cariño y se colocaba detrás de su esposo para adueñarse de su cintura— ¡Deje qué llegue la primavera o el verano, el amanecer en Busan se hará mucho más hermoso! —y canturreó feliz al ver que los ojos de su pequeña se iluminaron.
—¿¡En serio!? —Jeon asintió.
—Bueno, vamos que nos agarrará el tráfico y tenemos que llegar temprano a Seul —interrumpió el actual rubio retozando en los brazos de su marido y con una sensación de alivio en su pecho.
Sunni asintió emocionada, pues luego de dos meses viviendo de forma oficial en Busan al fin regresarían con la familia y amigos que dejaron atrás en la capital, aunque sea para pasarse unos días y celebrar las fiestas. Con ese mismo entusiasmo no lo dudó más y entró a donde unos gemelos del demonio brincaban y jugueteaban hiperactivos. Jimin y Jungkook sonrieron a la par cuando los gritos espantados de la niña, tratando de controlar a los menores, llegaron a ellos como música para sus oídos.
Se miraron con amor para volver acurrucarse unos segundos y disfrutar en silencio de este momento. Aprendiendo que a veces es necesario porque aunque los acompañen solamente los nacientes rayos del sol de una mañana invernal, ellos no lo están y sus sentimientos no dejaba de hablar lo que el silencio escondía.
