1- Es tan difícil.?

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Alec

¡Mierda! Está tardísimo, son las 9 de la mañana y mi compromiso era a las 8. Me alisté lo más rápido que pude, casi tropezando con mis propios pies mientras me ponía los zapatos sin atar. La camisa desabotonada a medias y el reloj marcando el tiempo que no tenía. Me dispuse a abandonar el instituto, antes que alguien se diera cuenta de mi ausencia. El pasillo estaba desierto, el eco de mis pasos resonaba entre las paredes, y el aire frío de la mañana se colaba por las ventanas entreabiertas.

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Llegué al café faltando 15 minutos para las 10 de la mañana, pensé que ya no estaría aquí, pero ahí estaba ella, con su cabello atado en una coleta alta, una blusa negra que resaltaba su pálida piel y unos jeans negros que delineaban su figura. Me acerqué tratando de regular mi respiración, que se entrecortaba con cada paso apresurado. Me senté en el banco de enfrente, intentando disimular el desorden de mi aspecto. Sus hermosos ojos verdes se posaron en mí, brillando con un atisbo de diversión.

- Llegas tarde y despeinado. - Dijo con una leve sonrisa, sus labios apenas curvados en un gesto que conocía demasiado bien. - ¿Te sientes bien? Estás sudando. - Me acercó un vaso con agua, sus dedos rozando los míos.- Lo tomé rápidamente, el líquido fresco calmaba mi garganta seca.

- ¡Gracias! Es que venía corriendo y no me dio tiempo a peinarme. ¿Ya desayunaste? - Le pregunté, un poco agitado, mientras intentaba acomodar mi cabello con los dedos.

- No, te estaba esperando. - Susurró suavemente, su voz era una melodía que siempre lograba calmar mis nervios. - Prefieres, ¿croissant o tostadas?

- Croissant. - Me quité la chaqueta, revelando las manchas de sudor en mi camisa. Ella fingió no notarlo. Hizo una seña con la mano derecha y a los pocos minutos llegó un mesero.

- ¿Podrías por favor traerme dos croissants y dos jugos de naranja, cariño? - sonrió de forma coqueta, sus pestañas aleteando como mariposas.

- Para ti, preciosa, todo lo que quieras. - Le respondió el mesero, guiñándole un ojo. ¡Qué descarado!

- ¿Podrías dejar de coquetear con el mesero? - Puse mis ojos en blanco, sintiendo una punzada de celos que no quería admitir.

- Mientras le sigas mirando el trasero a la rubia, seguiré coqueteando con el mesero. - Sonrió levemente, su sonrisa se ensanchó al ver mi expresión de sorpresa. - ¿Pensaste que no me daría cuenta? - Alzó ambas cejas, desafiante.

- No la estaba mirando. - Respondí serio, mi tono era más firme de lo que esperaba.

- Pensé que te estaba alimentando bien. - Continuó sonriendo, su sonrisa era un sol que se burlaba de mis excusas.

- No la estaba mirando. - repetí, esta vez mi voz sonó menos convincente.

- Ujum, fingiré que te creo, Caramelo. - El mesero llegó con nuestro pedido.

- Aquí tienes, preciosa. - Dejó la bandeja en el medio de la mesa. - ¿Entonces, me vas a dar tu número o qué?

- Porque no mejor sigues haciendo tu trabajo. - él mesero levantó ambas manos en señal de rendición y se marchó.

My light in the darkness | Alec LightwoodWhere stories live. Discover now