3- La búsqueda de la verdad.

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Si has llegado hasta este capítulo, deseo expresarte mi más sincero agradecimiento por seguir sumergiéndote en las páginas de mi relato. Espero que sigas deleitándote con las aventuras y los misterios que este maravilloso mundo tiene reservados para ti.




















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Jace

Había evitado a Alec durante todo el día. Cada vez que intentaba acercarse para hablarme, lo ignoraba con determinación. Estaba decidido a hacer que confesara lo que me estaba ocultando. En ese momento, me encontraba en la cocina, intentando preparar una tostada untada con mermelada de mango. Rebusqué en el estante y finalmente encontré el frasco de mermelada. Al tomarlo, un dolor agudo y punzante atravesó mi muñeca derecha, provocando que mis dedos se abrieran involuntariamente y el frasco se deslizara de mi agarre. Lo observé caer lentamente, casi en cámara lenta, hasta que se estrelló contra el suelo, fragmentándose en innumerables pedazos. — ¡Nooooo! — Exclamé, mientras sostenía mi muñeca, aún palpitante por el intenso dolor, aúnque me dolia mas desperdiciar la mermelada.

— ¿Qué has hecho? ¿Por qué dejaste caer la mermelada? — Mi hermana Sofía irrumpió en la cocina, con las manos enredadas en su cabello, una expresión de incredulidad pintada en su rostro.

— Me ha dado un dolor fortísimo en la muñeca, y mira esto que ha aparecido como por arte de magia. — Extendí mi brazo para mostrarle la muñeca.

— Sí, claro, una "bonita" excusa para romper mi frasco de mermelada favorito

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— Sí, claro, una "bonita" excusa para romper mi frasco de mermelada favorito. — Sofía me agarró del brazo con firmeza y me arrastró hacia el lavadero. — ¿Realmente crees que voy a tragarme esa historia de que ese garabato mal hecho apareció de la nada? — Imitó mi voz con una mueca burlona. Agarró una esponja y comenzó a frotar mi muñeca con vigor. Tras unos segundos, se detuvo abruptamente y me miró con los ojos desorbitados. — No se borra. Tenemos que decírselo a Alec.

— No. — Sentencié con firmeza, mientras tomaba una toalla para secar mi mano.

— ¿Qué está pasando entre ustedes dos? — Frunció el ceño, claramente confundida.

— No hablo con mentirosos. — Le dije, acercando mi rostro al suyo para enfatizar mis palabras.

— Espera... Alec no sería capaz de mentirte. — Sofía colocó ambas manos en su cintura, asumiendo una postura desafiante.

— Eso era lo que yo pensaba. — Crucé los brazos sobre mi pecho, mostrando mi descontento.

— ¿Y qué crees que te puede estar ocultando? — Preguntó, sacándome la lengua en un gesto juguetón.

— No lo sé. Simón lo vio con una chica y luego lo seguí. Llegamos a un apartamento y cuando lo confronté, me dijo que estaba ayudando a Magnus. — Le relaté los eventos de la noche anterior.

My light in the darkness | Alec LightwoodWhere stories live. Discover now