Monstruo

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El asesino miró a Obi. El asco y rechazo que le producía estaba en un nivel completamente diferente a lo que nunca había sentido. Aquella pequeña zorra lo había domado, lo había convertido en un corderito enclenque y débil, y él, odiaba eso. Pero odiaba aún más al gato callejero que se había dejado domesticar a cambio de un poco de atún. Esta vez lo iba a matar. Se iba a asegurar de ello, pero antes, iba a hacerle sufrir. El asesino se pasó la lengua por los labios.

-Vas a morir.- Siseó en apenas un susurro. Su voz ronca y llena de odio provocó un escalofrío en la espalda de Shirayuki.- Pero primero, pienso arrancarte cada parte de tu cuerpo, hasta que no puedas moverte. Y entonces, haré lo mismo con ella. Y esa, será la visión que te acompañará en tus últimos momentos con vida, y que te llevarás contigo al infierno por toda la eternidad.

Shirayuki notó la boca seca, y no pudo evitar encogerse. Aquellas palabras eran aterradoras, pero lo era aún más su forma de decirlo. Ni siquiera parecía un animal. Era como estar delante de un monstruo. Instintivamente, buscó con la mirada a Obi, encontrándose con su espalda. No podía verle morir. No podía volver a perderle. Sus ojos escocían, y su garganta dolía. Se sentía como una niña pequeña que necesitaba consuelo y que alguien le dijera que todo iba a estar bien. El miedo se había apoderado de ella, y sin siquiera darse cuenta, se encontró estirando la mano hacia él, en busca de protección.

-Señorita,- Shirayuki frenó el avance de su mano- desde que me conoces, ¿alguna vez no he vuelto?

Shirayuki subió su mirada poco a poco por su espalda, hasta que se encontró con Obi, que la miraba de reojo.

-No...- Acertó a pronunciar mientras su boca y labios se sentían secos.

-Entonces, podemos decir que ni siquiera el infierno podrá mantenerme alejado de ellos.- Obi desvió la mirada hacia el asesino.- Pero tranquilo, tú mismo podrás darles ese mensaje ahí abajo.- Terminó con una sonrisa retadora.

El asesino no aguantó más, y se lanzó contra Obi, esta vez, sería la última.

Obi, por su parte, no esperó. Se lanzó con todo lo que tenía. Su kunai chocó con una reverberación metálica contra el cuchillo del asesino, mientras bloqueaba con la pierna un ataque desde el lateral. Esta vez, ninguno de los dos retrocedía para dejar espacio entre ellos. Los ataques se sucedían y se bloqueaban. Ambos notaban cómo sus gargantas quemaban por el paso del aire, y cómo sus pulmones se vaciaban una y otra vez a consecuencia de los golpes. La sangre iba regando su ropa y el suelo, que aún resbalaba por la lluvia. Ambos sabían los puntos débiles del otro, y los aprovechaban con destreza. No había lugar para la duda, no había lugar para el error. Era todo o nada.

Obi apretaba los dientes con cada golpe. Notaba cómo su resistencia era cada vez menor, y sus reflejos eran cada vez más lentos, pero no podía parar. No llegados a este punto. Un nuevo golpe se coló por su defensa, impactando directamente en su hígado. Sus pulmones se vaciaron con un ruido sordo, y la boca se le llenó de sabor a sangre. Sin embargo, no se amilanó. Cogió impulso, y lanzó un puñetazo que logró conectar con su mandíbula, mandándole la cabeza hacia atrás por un momento, pero no fue suficiente. Estando tan cerca, los golpes que podían dar estaban muy limitados, pero se negaban a poner distancia. El asesino arremetió contra él, placándolo, y tirándolo el suelo. Obi luchaba por zafarse, pero el suelo resbalaba y no tenía tracción. Además, el hecho de que el asesino hubiera quedado encima, le daba desventaja. El asesino comenzó a golpearlo de manera indiscriminada, dejando salir todo el odio que le profesaba, mientras emitía una risa histérica y gutural, acompañada de gritos de frustración cada vez que Obi lograba parar uno de sus golpes.

Obi, por su lado, estaba aturdido. Los golpes se sucedían a gran velocidad, y el peso del asesino en su pecho le impedía respirar bien, obligándolo a dirigir una gran cantidad de su energía a coger aire. La cosa pintaba mal para él, y lo sabía. Debía pensar en un plan, y rápido. Aprovechó un golpe fallido por parte del asesino, y logró coger uno de los kunai de su pantalón. Con un movimiento rápido, trató de clavárselo en las costillas, pero el asesino fue más rápido, y logró frenar su mano, quedando ligeramente ladeado. Obi aprovechó ese pequeño desequilibrio para levantar su cadera con un movimiento rápido, acabando de desequilibrarlo, y logrando, por fin, quitárselo de encima. Apenas había logrado ponerse a cuatro patas, cuando el asesino volvió a agarrarlo, esta vez de las piernas, haciéndolo caer otra vez sobre el barro. Obi apretó los dientes. Usó de anclaje al propio asesino, y con un giro rápido logró clavar el mango del kunai en su columna, haciéndole proferir un grito de dolor, y obligándolo a soltar su agarre. Esta vez, fue Obi quien se lanzó a por él, tratando de rajar su cuello con el kunai, que chocó contra el cuchillo del asesino. El forcejeo era agotador para ambos, que ya habían logrado ponerse en pie, y luchaban por dominar la situación.El aire comenzaba a faltar. No podrían seguir así mucho más, y lo sabían.

La marca- Akagami no ShirayukihimeWhere stories live. Discover now