Una noche fuera

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No.

—Llegamos a las seis de la tarde, nos vamos a las ocho, máximo a las diez, nos tomamos una copa, te pido una cerveza, aprovechamos de poner a Freddy al día con el trabajo y nos vamos a tomar por culo.

No, menos si es con Freddy, estoy seguro de que eso de "quedarse hasta las diez máximo" no le va a aplicar.

—Vamos.

Antes de ayer fuimos al Yellow Jack, aún me quiero morir del dolor de cabeza, me pasé todo el día con una marca de labial en la cara, me tiraron una mesa encima, Conway, ¡una mesa!

—Que sensible eres, Volkov, se supone que hiciste el servicio, demuestra esa valentía —Insistió sentándose a la orilla de la cama.

—¿Cuál es la insistencia por ir?, tú también estabas reventado.

—Nada en especial.

Algo muy especial tuvo que ocurrir para que quieras volver tan pronto.

—Simplemente pensé que sería una buena oportunidad para hablar con Freddy del trabajo.

—¿Gustabo e Isidoro van contigo?

—Ajá, Isidoro quería volver desde antes y, de alguna forma, convenció a Gustabo.

—¿Y Gordon?

—Gordon les dio un rotundo no, prefiere descansar.

Joder, yo también prefiero descansar, Conway. Además, invité esta tarde a Ivanov a mi casa, no podré ir.

—Eres una nenaza.

Una nenaza que no va a pasar un día más de resaca.

La conversación pudo ser más larga, Conway aún tenía miles de técnicas para intentar convencer al Ruso de acompañarlo una vez más al dichoso bar. Sin embargo, el insistente golpeteo de la puerta principal lo sacó de su papel.

—Hay alguien en la puerta, dame un momento, voy a colgar —Anunció con una mezcla de sorpresa y molestia, mientras hacía un intento por peinar su cabello.

¿Alguien tocando tu puerta un domingo? —Preguntó Volkov, su voz filtrándose a través del auricular con un tono de incredulidad.

—Ojalá no sea Michelle —Respondió casi a modo de súplica, su voz teñida de fastidio al imaginar a la mujer, una vez más, de pie en su entrada, probablemente con alguna petición o queja que él preferiría evitar.

Dios te oiga —Bromeó colgando la llamada dejándolo con la línea muerta y la incertidumbre tras la puerta.

Con un suspiro resignado, se dirigió a la entrada. El reloj marcaba la una y cuarenta y dos minutos, una hora inusual para visitas inesperadas un domingo. Mientras se acercaba, el golpeteo se intensificaba, como si cada segundo que pasaba sin abrir añadiera urgencia al asunto.

—¡Voy, voy! —Exclamó en un intento de frenar la insistencia del golpeteo mientras su mano alcanzaba el pomo de la puerta. La pausa antes de girarlo parecía eterna; si se trataba de una visita indeseada ya no tendría la oportunidad de fingir que no estaba en casa.
Finalmente luego de un par de segundos de larga vacilación, con un movimiento firme, abrió la puerta.
Para su sorpresa, no era Michelle quien esperaba al otro lado, lo único que encontró fue a Freddy, con esa sonrisa cómplice que siempre anunciaba sus visitas inesperadas.

—Perdón por la insistencia, neno —Comenzó, su voz llena de una falsa solemnidad que no lograba ocultar lo falsas que eran sus disculpas —Pero sé que me tendrías esperando aquí por siempre si no te tiraba la puerta abajo.

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⏰ Last updated: Apr 30 ⏰

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El músico de la línea catorce - TonwayWhere stories live. Discover now