26. Interrupción

117 7 6
                                    

Solían despertar en la misma cama desde hace dos años

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Solían despertar en la misma cama desde hace dos años. A veces se iban a dormir enojados y Hinata era exiliado al sofá, pero eso no impedía que se metiera a hurtadillas por la madrugada y acabara de vuelta junto a Tobio. A la mañana siguiente, podían ocurrir distintas cosas; si el enojo era muy fuerte y perduraba las horas de sueño, era posible que lo tiraran de una patada al suelo. Si, por el contrario, había aflojado lo suficiente como para evitarse la violencia, existía la posibilidad de que sólo fuera regañado con una cara gruñona.

Y eso ocurrió.

El colchón era suave y lo suficientemente amplio para ambos, pero de igual forma a Hinata le gustaba pegotearse como un caramelo derretido al envoltorio y abalanzarse contra su novio, haciéndole cucharita por la espalda. Disfrutaba ser la cuchara grande y apoyarle la emoción matutina de su entrepierna para ver si podía esfumarle el enojo y despertarle otros estados de ánimo. En esa ocasión, cuando Kageyama se dio vuelta y lo enfrentó con su cara de odio, supo que no lo perdonaría tan fácil.

—¿Qué haces aquí? —le cuestionó forzando un nivel de molestia que en realidad no podría mantener.

—Estoy tan sorprendido como tú, Tobio. Cuando abrí los ojos ya estaba aquí. —Hinata puso su mejor cara inocente y se ganó un rodillazo en la cadera—. Ay, ay, ya sé. Ya sé que me desterraste como el señor del fuego al príncipe Zuko, pero yo quería dormir contigo, Tobio —confesó lastimero.

—Lo hubieras pensado antes de meter a la lavadora tu camiseta de la selección junto con mi ropa —volvió al reproche.

Kags era ordenado y manejaba una organización casi milimétrica con sus cosas. Tenía días específicos para lavar ropa de un color específico y no podía superar que Hinata muy inocente y apuradamente hubiera metido una prenda de color rojo en un lote de ropa blanca. El resultado fue un desfile de prendas rosadas como si las hubieran rociado con esos pomposos y cursis fondos de manga shoujo. Y okay, no era que le molestara el color, pero una alteración de ese tipo le destrozaba su perfecta organización y le producía una crisis nerviosa. Para rematar, entre esas prendas, estaba la camiseta de los adlers. Cuando Kageyama lo descubrió, se le vino la noche a Hinata.

—Te dije que lo siento, prometo reponer hasta el último calcetín y zunga que tenías ahí.

Se ganó un almohadazo en la cara por pasarse de listo.

—Yo no uso zungas, idiota.

—Oye, yo tengo la mente abierta, puedes hasta ponerte una lencería y estaría bastante bien para mí —bromeó sabiendo que conseguiría sacarle un sonrojo.

—No me voy a poner una mierda, largo de aquí. —Se puso en posición para darle la patada voladora.

—Pero Tobioo, yo quiero dormir contigo —le suplicó aplicando la voz más melosa e infantil que pudiera para debilitar esas barreras de enojo.

Por uno más | Kisspril [KageHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora