29. Beso de la vida

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De alguna forma se encontró mirándolo más de la cuenta

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De alguna forma se encontró mirándolo más de la cuenta. Estaba acostumbrado al uniforme negro y naranja, y verlo todo de naranja durante el partido contra el Inarizaki, hacía imposible no enfocarlo a cada rato. Sabía que ese era el trabajo de un señuelo, llamar la atención, hacerse notar tanto que nadie pueda despegarle la vista de encima. Aunque no sabía que eso pudiera extenderse más allá del vóley.

Luego del partido seguía con las emociones palpitando en su interior. En los baños, más específico la piscina de agua termal, el idiota de su rematador se paseaba nadando en bolas de un lado a otro, exponiendo su retaguardia como si no tuviera dos redondas y perfectas...

Mierda. Otra vez lo estaba viendo de más. Es normal, se repitió a sí mismo. Los japoneses hacían ese tipo de cosas, bañarse al desnudo con otra gente que a veces ni conocían. No era nada raro.

—¡Mira, Kageyama! ¡Mira lo que puedo hacer!

Y ahí vas de nuevo.

Justo cuando trataba de no verlo tanto, el idiota fue y dio un salto mortal directo al onsen, salpicando todo a su paso. Kageyama, sumergido de los pies hasta los hombros en el área más profunda, tuvo que hundirse hasta cubrir su boca y su nariz en un intento de ahogarse voluntariamente para que se le cortara el suministro de oxígeno a su cerebro. Mantén la vista baja, mira tus pies, se repetía a cada rato.

—Das asco, enfríate. —Escuchó la voz de Tsukishima antes de ser disparado con agua fría en su cabeza.

En otra ocasión, lo hubiera reprendido hasta el cansancio, pero en ese momento no se sentía capaz de exaltarse. Odiaba sentirse agradecido con el engreído del poste ese, pero en verdad debía enfriarse y salir urgente de ese lugar o acabaría con las neuronas hervidas.

—¡Tsukishima, no ataques a Kageyama con la guardia baja, eso es de cobardes! —Pero ese enano loco era un experto en complicarle la existencia y no dudó en nadar directo hacia él.

¿Desde cuándo ese idiota lo defendía? Y ahora lo tenía en frente, arrinconándolo en esa esquina que eligió para sentirse a salvo de lo que sea que le estaba produciendo esa mandarina parlante. Lo vio a detalle, en verdad estaba acorralado por él y tenía cada brazo de la mandarina encerrándolo contra el borde del onsen y ¿desde cuándo tienes semejantes brazos? Si era un flacucho todo escuálido que apenas podía hacer un saque básico y mediocre. Y no quiso, en verdad no quiso, pero estando tan atrapado no pudo evitar traer su mirada de regreso al frente y observar ese... uh.

¿Desde cuándo Hinata estaba así de marcado? ¿Tanto había progresado en esos meses? Ni siquiera era para tanto. Tanaka-senpai estaba mil veces mejor, debería admirarlo a él, pero... por alguna razón no podía evitar sentirse intimidado por el físico de Hinata. No entendía, él estaba mucho mejor que ese tipo, él entrenaba más y tenía los abdominales más marcados, pero...

—Oye, Kageyama, ¿qué ocurre? —y le habló con esa voz.

Dios, que alguien lo salve. Al suelo, mira tus pies, no lo mires a él. Pésima idea. No contaba con que al mirar abajo ahora se encontraría con la delantera totalmente expuesta de Hinata. El agua lo distorsionaba, pero podía verse con claridad la forma y el tamaño y... eso era más de lo que podía, hasta ahí llegaba.

—¡Oigan, ayuda, Kageyama se está ahogando!

Fue lo último que escuchó antes de sumergirse y tragar como medio litro de agua de donde la gente se metía en bolas.

—Creo que está despertando.

Las voces sonaban bajas como si en realidad no quisieran despertarlo, como si fuera un bebé al que tenían que hacer dormir. Sentía un terrible mareo y veía todo negro hasta que su visión se fue restaurando de a poco. Vio tres siluetas demasiado cerca y "está funcionando, lo haré de nuevo" esa chillona voz que por instinto le hizo fruncir el ceño. Iba a abrir la boca para reclamar, pero entonces sintió que algo tibio y tierno se posicionaba sobre sus labios y fue justo a tiempo que abrió los ojos por completo para ver unos mechones naranjas y un aroma muy conocido le llenó las fosas nasales y qué mierda está pasando.

—¡Lo hice! ¡Lo logré! —vitoreaba alegre la mandarina parlante con sus cabellos hacia abajo por el peso del agua.

Kageyama se llevó una mano a la boca y estuvo unos segundos tratando de conectar neuronas y entender en dónde estaba y qué había ocurrido.

—En verdad estabas inconsciente, ¿estás bien, Kageyama? —preguntó la silueta que al parecer era Yamaguchi, quien se agachaba a su altura porque Tobio todavía no podía levantarse del suelo.

Observó a su alrededor y reconoció el baño en el que estaba antes. Todos con toallas alrededor de la cintura y él con una encima justo para cubrir su entrepierna.

—No puedo creer que tuve que presenciar eso. —Tsukishima mantenía una cara de disgusto como si tuviera ganas de vomitar.

—¡Te salvé la vida, Kageyama-kun! ¿Cómo le agradecerás a tu increíble salvador? —Se las daba de héroe el imbécil ese.

Miró a Hinata y se dio cuenta que en ningún momento había alejado su mano de sus labios. Luego miró a Tsukishima y éste le hizo un gesto de burla. Y entonces conectó todo.

—¡Hinata idiota! ¡¿Qué fue lo que me hiciste mientras estaba inconsciente?! —En un arranque de euforia, comenzó a perseguirlo por todo el baño.

—¡Waah! ¡¿Qué haces!? ¡Te salvé la vida, Malagradecidoyama!

Portodoslosdioses.

Sus mejillas ardían. Le ardían los labios y todo el cuerpo. Debía ser por el calor de las aguas termales, sólo eso tenía sentido. Pero entonces, no entendía por qué se sentía tan decepcionado de haber estado inconsciente cuando Hinata lo reanimaba con su boca.

 Pero entonces, no entendía por qué se sentía tan decepcionado de haber estado inconsciente cuando Hinata lo reanimaba con su boca

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Dios, acá sí que me divertí. Tómenlo como un extra luego del partido contra el Inarizaki. Kageyama teniendo un gay panic con el cuerpazo de Hinata es mi headcanon favorito.

Por uno más | Kisspril [KageHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora