28. En la frente

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Había empezado a ocurrir un hecho curioso

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Había empezado a ocurrir un hecho curioso. El contacto físico entre ellos era algo habitual debido a las múltiples peleas y la efusividad que manejaban, sin embargo, que Kageyama le agarrara gusto a acariciarle la cabeza no formaba parte de su rutina. El punto de fuga fue cuando Sugawara le dijo que debía demostrar un tipo de elogio o recompensa cuando sus compañeros hacían algo bien. Con las escasas capacidades sociales de ese sujeto, era más probable que terminara aplicando un exceso de violencia en un intento de palmada en la espalda, por lo que recibir una caricia de su parte fue un poco anticlimático.

Aunque siendo honestos, su caricia no era precisamente suave y medida. Iba mejorando con el pasar de los partidos y Hinata podía decir que por lo menos las agresiones iban quedando en el olvido. Aunque se sentía fuera de contexto cuando llevaba el "elogio" a cualquier otro ámbito fuera de la cancha como "Kageyama, ¿quieres un bollo de curry? Daichi-san invita". La respuesta fue un asentimiento de cabeza, así que le entregó la bolsa y de la nada "bien hecho". Otra vez le estaba acariciando la cabeza como si se tratara de un perro.

Se estaba volviendo extraña la dinámica. A veces Hinata se ponía a pensar que tal vez sólo le estaba tomando el pelo para molestarlo, pero cuando lo veía a la cara de idiota todo tonto y transparente, se daba cuenta que no era así. Eso no cambiaba que seguía habiendo algo raro. Kageyama lo acariciaba seguido y por cualquier cosa que hacía. Y tal vez eran sólo imaginaciones suyas, pero sus toques se tomaban su tiempo para despeinar su cabello y volver a arrastrar las franjas naranjas a su lugar correspondiente. Le hacía preguntarse si era normal sentir cosquillas cuando lo tocaba así. ¿Siempre había tenido un toque tan gentil?

Se le estaba martillando la cabeza. ¿Por qué lo pensaba tanto? Alternaba entre lado izquierdo y lado derecho para apoyar su cabeza sobre el escritorio. Acababa de terminar la clase y no había logrado entender nada por estar reviviendo las sensaciones físicas que le generaba su armador. Había nubes en el cielo, podía vislumbrar desde la ventana. Cuando cerró los ojos, sin embargo, las nubes aprovecharon para emprender su vuelo y despejar el camino del sol, haciendo que la luz le pegara de lleno en la piel.

—¿Vas a dormir? —Apareció. Esa voz. Ese tipo. No tenía ni un descanso de él.

No le respondió de inmediato. Se tomó un respiro profundo y como si tuviera nubes en la cabeza, trató de despejarse.

—Estoy cansado —dijo sin mirarlo. No despegaba la cabeza del escritorio.

—¿Desde cuándo tú estás cansado?

Tú eres el culpable, le hubiera dicho. Pero no. Volvió a cambiar de lado y ahora el sol le dio en la nuca y pronto comenzó a entibiar su cabellera.

—¿Quieres que te traiga algo? —la voz hizo otra pregunta pese a no haberle respondido la primera y ¿por qué suenas así? Aterciopelado, con agregados de azúcar y una temperatura idónea de calidez. ¿Por qué eres tan amable? ¿Siempre has sido así? Tal vez había estado ciego por mucho tiempo y ahora por fin veía con claridad—. Oye —de pronto retumbó de cerca, tan cerca que tuvo que abrir los ojos y encontrarse cara a cara con él. Kageyama estaba agachado a su altura y mirándolo con esos ojos tan atentos y oscuros como una noche de invierno.

Hinata abrió la boca para responder, pero quedó tildado en el momento y todo frenó a su alrededor. El salón se había silenciado y vaciado a excepción de ellos dos. Kageyama lo estaba mirando a escasos centímetros de su propia mirada y entonces, lo hizo. No lo vio con exactitud, porque seguía prendado de su mirar y no tenía tiempo para notar otras cosas, pero de reojo algo pareció moverse y fue directo a su cabeza. La mano de Kageyama se deslizó entre sus cabellos e hizo eso de desacomodar y acomodar los mechones con un nivel de suavidad que podría despertarle una fiebre de cuarenta grados.

Me estoy perdiendo de nuevo.

Pero no bastaba con elevarle la temperatura corporal al punto de acabar con las bacterias internas y de paso consigo mismo. Tenía que ir por más, porque no tenía límite, porque no dejaba de tomarlo desprevenido y mostrarle algo aún más impresionante cada vez. Porque entonces Kageyama se aproximó de nuevo, y sus ojos azules se perdieron de su rango de visión cuando sintió el peso de un trozo de piel sedosa sobre su frente, y todo perdió cualquier tipo de sentido. Escuchó el sonido del contacto, lo recreó en su mente un par de veces más a la vez que parpadeó para sentir que todavía conservaba una pizca de movilidad.

—Descansa un rato. Te traeré algo de beber —dijo como si nada cuando se distanció. Como si no le hubiera dejado una marca de hormigueo en la frente y en toda la cabeza.

¿Qué acaba de pasar?

Estaban martillando. Con fuerza, con eco y por todo el salón, un martilleo frenético y disparatado que se mezclaba e impulsaba a su propio corazón a agitarse. Era la única forma de explicarlo. No podía pensar en ninguna otra razón lógica para entender esa repentina e intensa fiebre viajando por cada célula de su organismo. No puede ser que me acabes de besar. Las nubes volvieron a cubrir el sol, pero Hinata podía resentir su calor como si estuviera justo a su lado.

 Las nubes volvieron a cubrir el sol, pero Hinata podía resentir su calor como si estuviera justo a su lado

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Si hay otra cosa que amo son las escenas bien soft y fluff. Las cosas bonitas me pueden, a decir verdad. Soy feliz sin tanto drama, así que este beso fue súper lindo de narrar y por suerte no se me extendió tanto.

¿Qué les gusta más? ¿El drama o lo soft? Aunque también disfruto cuando se alterna entre ambos mientras haya final feliz 🤔.

Por uno más | Kisspril [KageHina]Where stories live. Discover now