Capituló 22: Los Mercenarios de Voldemort

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Mientras, en el lado de la Orden del Fénix, surgía un plan para engañar a Ron y debilitar las fuerzas de Voldemort. Con la esperanza de frustrar los planes del Señor Tenebroso, Voldemort buscaba desesperadamente reclutar un nuevo ejército entre los muggles ya que muchas de las criaturas del mundo mágico habían decidido mantenerse al margen de lo que ocurría, y como Voldemort sabia que no estaba tan fuerte como antes al perder su inmortalidad decidió hacer una búsqueda en el mundo de los muggles.

Voldemort decidido a reunir un nuevo ejército en el mundo muggle, llamo a Reunión en el comedor de la Mansión Malfory a sus mortifagos mas cercanos en este momento, ya que no confiaba mucho en nadie por estos tiempos, así que se reunió con Lucius, Peter Pettigrew, Antonin Dolohov, Yaxley, los hermanos Carrow y Thorfinn Rowle, les explico que debían buscar a los muggles mas despiadados que pudieran encontrar, necesitaba crear el caos y decidio que la mejor manera para crearla era a través de un ejercito de muggles que pudiera usar de carne de cañón para mantener entretenida a la orden para poder debilitarlos poco a poco, necesitaba mantener su poder y dominio sobre el mundo mágico que en este momento según su punto de vista estaba debilitado.

Es así que bajo la sombra de la noche, grupos de mortífagos se infiltraron en las ciudades muggles, utilizando sus habilidades mágicas para pasar desapercibidos entre la población. Con sigilo y determinación, buscaron a aquellos considerados los más oscuros y despiadados entre los muggles, aquellos cuyas almas estaban dispuestas a ser corrompidas por las promesas de poder y control, con la ayuda del hechizo Imperius, los mortífagos sometieron a su voluntad a los que se negaban, obligándolos a unirse a su causa y obedecer cada uno de sus deseos sin cuestionarlos. Bajo el influjo del Imperius, los reclutas muggles se convirtieron en marionetas en manos de Voldemort, dispuestos a llevar a cabo cualquier acto de terror y destrucción en su nombre. Eran mas de 1000 hombres despiadados bajo el influjo de la magia negra del Sr. Oscuro el cual pidió a los mortifagos que los armaran con espadas, cuchillos, antorchas y lanzas y fueran llevados al callejón Diagon la siguiente noche a su reclutamiento no dando tiempo de que se infiltrara la información y dándole tiempo a los mortifagos a entrenar bien a los mercenarios de su nuevo ejercito.

Bajo el manto oscuro de la noche, en el momento acordado, los mercenarios del nuevo ejército de Voldemort irrumpieron en el callejón con un estruendo ensordecedor. el callejón  se sumió en una atmósfera de temor y ansiedad. Avanzaban con paso firme y decidido, armados hasta los dientes con espadas relucientes, cuchillos afilados, antorchas crepitantes y lanzas ominosas. Sus rostros estaban contorsionados por la oscuridad que los consumía, reflejando una sed de destrucción que helaba el corazón de aquellos que los observaban.

Con cada paso, los mercenarios desataban el caos y la destrucción a su paso. Las tiendas eran saqueadas sin piedad, los objetos preciosos arrebatados y los pasillos cubiertos con el caos dejado por su paso. Las antorchas iluminaban el callejón con una luz siniestra, arrojando sombras retorcidas sobre las fachadas de las tiendas mientras los mercenarios avanzaban, sin detenerse ante nada ni nadie.

Los brujos y brujas que se encontraban en el callejón Diagon se vieron sorprendidos por el ataque repentino y despiadado. Algunos intentaron resistirse, lanzando hechizos desesperados en un intento de detener la marea de destrucción que los rodeaba. Sin embargo, la abrumadora fuerza numérica y la ferocidad de los mercenarios los superaban, dejando a muchos indefensos frente a la furia desatada de Voldemort y su ejército renacido.

A medida que la noche avanzaba, el callejón Diagon se convirtió en un campo de batalla, donde la luz de las antorchas se mezclaba con destellos de hechizos y el sonido de las armas chocando resonaba en el aire. Los gritos de angustia y desesperación llenaban el aire, mientras los mercenarios avanzaban implacablemente hacia su objetivo final: sembrar el terror y la desolación en el corazón del mundo mágico, en nombre del Señor Tenebroso.

La noticia del ataque en el Callejón Diagon llegó a oídos de la Orden del Fénix, y rápidamente se organizaron para enfrentar el caos desatado por Voldemort. Llegaron rápidamente Remus Lupin, Arthur Weasley, Mundungus Fletcher, Nymphadora Tonks, Elphias Doge y varios otros brujos y brujas valientes que se unieron a su causa.

Cuando llegaron al callejón, fueron recibidos por un panorama desolador. Gritos resonaban en el aire, el humo de los locales quemados oscurecía el cielo nocturno y la gente corría en todas direcciones, buscando desesperadamente refugio del caos que se desataba a su alrededor. Pero lo que más sorprendió a los miembros de la Orden fue darse cuenta de que la lucha no era contra magos, sino contra muggles que habían sido armados y manipulados por la oscura magia de Voldemort.

Al principio, dudaron en como enfrentarse a los muggles, sintiendo compasión por aquellos que habían sido obligados a cometer actos de violencia. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que estos mercenarios eran despiadados y estaban dispuestos a causar un gran daño a cualquiera que se interpusiera en su camino. Con determinación en sus corazones, se prepararon para enfrentar a sus enemigos, sabiendo que debían detenerlos para proteger a los inocentes y restaurar la paz en el callejón.

La batalla fue intensa y feroz, con hechizos volando en todas direcciones y luchando valientemente contra los mercenarios de Voldemort. A pesar de la superioridad numérica de sus enemigos, la determinación y el coraje no flaquearon. Con habilidad y trabajo en equipo, lograron desarmar y neutralizar a los mercenarios uno por uno, liberando al callejón Diagon del caos que lo había envuelto.

El callejón Diagon quedó en silencio, salvo por el crepitar de las llamas que consumían los restos de los locales dañados. La Orden se reunió en el centro del callejón, exhausta pero victoriosa, sabiendo que habían cumplido con su deber y protegido a los inocentes del mal que amenazaba con consumirlos. Pero se llenaron de tristeza y dolor al ver unos cuantos cadáveres a su alrededor, unos inocentes caídos en mano de los mercenarios y otros pertenecientes al lado oscuro, las tiendas destruidas y el llanto de los sobrevivientes.



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