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"Creo que alguien está colado". musitó Ino a los otros dos adultos sentados en el banco.

"Es difícil saber quién está colado por quién". añadió Chouji a su otro lado.

Hinata se rió mirando a los dos niños que estaban sentados en un arenero un poco más allá de ellos. Habían decidido almorzar en una pequeña zona infantil del parque. De momento habían terminado de comer y los niños no podían resistirse a las ganas de jugar en la arena.

Kenji y Yumi jugaban dulcemente haciendo montones de arena diciendo que eran castillos de arena. La niña se reía y sonreía con el niño y desde lejos parecían una dulce pareja de niños. Esto duró hasta que Kenji lanzó un puñado de arena a la cara de la niña, que en vez de llorar tomó represalias y le empujó contra la arena. A partir de ese momento, los tres adultos vieron cómo la diversión se convertía en un combate a muerte en un cajón de arena y se vieron obligados a intervenir cuando Yumi enterró la cabeza de Kenji en la arena. Hinata apartó a su hija del niño e Ino ayudó a su primo a levantarse y lo llevó corriendo al baño para limpiarle la arena de los ojos. Como su hija sólo tenía algunas partículas de arena en el pelo y la ropa, Hinata tiró de ella hacia el banco para esperar a Ino y Chouji.

"¡Qué te he dicho de ser amable!" regañó Hinata de inmediato.

"¡Que empiece él!" insistió Yumi.

"¡Él no te metió la cabeza en la arena, Yumi!"

"¡Él empezó!" Volvió a decirlo, pero esta vez su ira hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas.

Aunque era cierto que el chico había empezado, Hinata se esforzaba por enseñar a su hija a no combatir la violencia con más violencia. Sabía de primera mano que ésa no era forma de vivir en un mundo civilizado. El mundo fuera de la violencia ninja en el que la niña creía que su padre era un superhombre.

"Cuando salgan le vas a pedir disculpas". exigió Hinata.

"¡No!" Yumi estaba ahora a lágrima viva y no tardaba en sollozar furiosa.

"Sí que lo harás". advirtió Hinata. Su hija no luchó pero lloró.

A la mañana siguiente, cuando se despertó, él ya estaba levantado y en la cocina. Le preguntó si tenía hambre y ella negó somnolienta con la cabeza. Se estiró y se cambió, decidiendo darse una ducha tras haber descuidado una la noche anterior.
Tras pasar demasiado tiempo en la ducha caliente, se reunió con su marido en su apartamento. Él parecía estar de buen humor esta mañana, hablaba e intentaba hacer bromas para hacerla sonreír, pero por su vida que no encontraba nada por lo que sonreír. Se sentó con él a la mesa, pero evitó mirarle. Sus palabras del día anterior aún resonaban en su cabeza como un sueño horrible, pero no era un sueño. Había ocurrido de verdad, él había dicho de verdad aquellas cosas horribles y, lo peor de todo, las había dicho en serio.

"Sasuke me habló de una misión", le dijo mientras se sentaba. Ella no levantó la vista hacia él, así que él continuó. "Dijiste que debería ir a más misiones, ¿qué te parece?".

Sus ojos se posaron en la mesa. Había puesto comida delante de ella y olía bien, pero por alguna razón ella no tenía apetito.

"¿Seguro que estás bien? No comes". Naruto habló, su voz sonaba preocupada. ¿Estaba realmente preocupado? ¿O sólo actuaba así porque se suponía que debía hacerlo?

"Es que... no tengo hambre...". Admitió y él asintió.

"¿Qué te parece la misión?" volvió a decir. ¿Buscaba su aprobación? ¿Por qué le importaba lo que ella pensara?

Preguntas y pensamientos de rabia llenaron su cabeza. El dolor se convirtió en ira, la ira en más dolor. Un ciclo empezó a agitarse, el dolor y la rabia empezaron a latir en ella. Enfadada con el hombre que tenía delante, dolida por sus palabras y sus falsas acciones, confusa por sus verdaderas intenciones.

Naruto - Un Regalo Inesperado ✔️Where stories live. Discover now