FANTASMA

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Al activarse el minijuego, los estudiantes salieron desesperados en busca del crucifijo, descubriendo los pasillos de la facultad, llenos de un gas que los obligó a cubrirse mientras avanzaban

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Al activarse el minijuego, los estudiantes salieron desesperados en busca del crucifijo, descubriendo los pasillos de la facultad, llenos de un gas que los obligó a cubrirse mientras avanzaban. Las tres horas se acortaban en los pasillos de su facultad con bombillas que parpadeaban. Sintieron sus oídos cerrarse unos segundos y después, sintieron pasos, risas y lamentos de terror venir todos lados.

Caminaban en grupos de afinidad, buscando en baños y en otros salones del segundo nivel. Acto seguido, apareció frente a ellos la silueta de una mujer al final de pasillo y sumado a que era media noche, muchos se hundieron en el miedo. La mujer sollozaba de espaldas, por lo que un temerario Sam se acercó lentamente para indagar su identidad o si conocía a los responsables del juego.

   —Sami, vuele a mi lado. ¡Ahora! —dijo Ángelo.

En el ambiente había luces como luciérnagas que atravesaban las paredes. De pronto, una explosión en el primer nivel los distrajo y cuando volvieron la mirada, la mujer ya no estaba. El aire era cada vez más frío y sus corazones palpitaban como tambores, sus gargantas se atragantaban con su saliva, por un silencio sospechoso que se rompió con la aparición sorpresiva de la mujer frente a un grupo de amigas que estaban en una esquina.

Su rostro era putrefacto, con gusanos en la mejilla izquierda y unos ojos vacíos y obscuros. El fantasma escogió a Eliza como el primer castigado del juego. La tomó de los pies y la arrastró por el pasillo mientras sus amigas la sujetaban de los brazos para que no se la lleven. Otros, aterrados por la situación, ignoraron el hecho e ingresaron a los servicios en busca del objeto encomendado durante el juego.

   —¡Por favor, ayúdenme! —gritó, sujetándose fuertemente de las manos de sus compañeros.

El fantasma la llevó al vacío y tiró de ella desde su cintura, introduciendo sus huesudos dedos en su piel hasta desgarrarla por la fuerza aplicada en ambas direcciones. La desafortunada Eliza pidió que la soltaran entre lágrimas por el infinito dolor que estaba sintiendo y cayó de golpe sobre el piso del primer nivel, agonizando y con el cuerpo dividido a la mitad.

Los espectadores quedaron helados ante la crueldad de la escena mientras el fantasma se dirigía en otra dirección. Marcos salió después de que se anunciara la primera muerte del minijuego y para entonces, el gas de los pasillos casi había desaparecido.

   —No, no, ¡no! Debo estar soñando —dijo Danicka—. Vamos, Flavia. Dame una bofetada y despiértame de esta pesadilla.

   —No puedo hacer eso, Danicka. No puedo pegarte —respondió Flavia, sentándose en cuclillas hasta esconder su rostro lloroso.

   —Alguien. Pégueme —repitió y se acercó a los demás, pero también se negaron.

De pronto, Sofía lo hizo y sin decir una palabra, se alejó por el pasillo junto Alessandra. Algunos quedaron tan confundidos que no quisieron continuar, por lo que el líder les recordó las consecuencias del juego. Pedro le explicó a Marcos lo que vieron y este dedujo que el gas fue el responsable de que activaran esa parte sensible del cerebro que muchos llaman «sexto sentido».

ID-23: The university warWhere stories live. Discover now