CAPÍTULO VEINTIOCHO

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JONGIN

Hoy era el día. Finalmente, nuestros horarios se habían despejado lo suficiente como para que Soo me llevara a conducir. La ansiedad hizo que mi estómago burbujeara con cada segundo que pasaba.

—¡Soo!

—En la cocina.

Casi me tropiezo al ir por el pasillo. En el último segundo, me enderecé y corrí a la cocina.

—¿Listo?

Soo levantó la vista de su teléfono.

—¿Listo para qué?

¿Lo había olvidado?

—Dijiste que me ibas a enseñar a conducir hoy.

—No recuerdo haber dicho eso.

Mi estómago se desplomó.

—Oh. —Estaba seguro de que lo había hecho. Hablamos de ello. Tal vez no se acordaba.

Kyungsoo me atrajo hacia sí, su pecho retumbando de risa.

—Mierda, eres tan lindo cuando tienes los ojos tristes de cachorrito.

—Bastardo.

Él tarareó antes de besarme. Empujé hacia abajo para perseguir sus labios. Nunca me cansaría de besarlo.

—El auto fue entregado esta mañana. Podemos irnos tan pronto como estés listo.

Me liberé de su agarre y corrí escaleras arriba. Me puse un par de jeans. Los calcetines y los zapatos fueron los siguientes. Una camiseta sencilla, y estaba listo.

—Soo, estoy listo para irme.

—Prácticamente puedo ver una cola moviéndose. —Los ojos marrones oscuros de Soo se iluminaron. —Jongin, bájate los pantalones y mueve tu pene para mí.

—¿Qué? No. —Agarré mis zapatos y me los puse lo más rápido posible.

—No nos iremos hasta que muevas la cola.

—No puedes hablar en serio. —Miré a Soo y gemí mentalmente. Él hablaba en serio. —Soo.

—¿Cómo se supone que voy a saber que eres feliz?

—Por la sonrisa en mi cara.

—Te he visto fingir. Vamos, pantalones abajo.

Cada día pensaba que estaba más cerca de entender a Kyungsoo, y cada día me demostraba que estaba equivocado.

—Sí, señor. —Desabotoné mis pantalones. Cuanto más rápido me diera por vencido, antes estaría detrás de un volante. Empujé hacia abajo mis pantalones junto con mis bóxer.

—Adelante. —Animó Kyungsoo.

Esta no puede ser mi vida.

Moví mis caderas de lado a lado mientras mi pene se balanceaba entre mis piernas.

—Joder, esa cosa es enorme. —Kyungsoo se acercó, el deseo escrito en todo su rostro.

Salté hacia atrás y cubrí mi pene.

—No.

La ceja de Soo se arqueó.

—¿Acabas de negarme el pene? —Se crujió el cuello de lado a lado. —Jongin, has visto lo malhumorado que me pone no tomar café. No creo que estés preparado para cuando me falte un pene. Especialmente un pene como el tuyo.

Mi corazón martillaba contra mi caja torácica mientras retrocedía unos pasos.

—Soo, dijiste que iríamos a conducir.

𝘗𝘢𝘨𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥-𝘏𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘗𝘢𝘳𝘬 #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora