nueve

281 39 42
                                    

   Volví a ver a Fran después del fin de semana. Lo había llamado y le había escrito miles de veces sin obtener ninguna respuesta, incluso había puesto de excusa que Artemisa lo extrañaba para que volviera. Creo que por eso apareció antes de lo que tenía previsto, acompañado de su ex novio.

―Gracias por venir ―le dije ―estoy a punto de enloquecer.

―Vinimos a buscar a Arte y nos vamos ―respondió.

    Él no estaba mejor que yo, tenía los ojos rojos e hinchados seguidos de unas ojeras bastante marcadas. Su pelo estaba enredado y llevaba el mismo buzo con el que se había ido la última vez que hablamos.

―No, que la saque a pasear Sebastián solo, vos quedate.

―No tengo energía para hablar, Esteban, me dijiste que venga porque ella me extrañaba, me la llevo y se termina el problema.

―Yo te extraño más que ella.

―Basta ―susurró, el cansancio que tenía se hacía más evidente con su tono de voz ―no me hagas esto, por favor.

   Había empezado a llorar y el imbécil de Sebastián se apuró para abrazarlo y decirle que se fueran antes de que la situación lo dañara más. Lo dijo así, pero quedaba claro que con "la situación" se refería a mí. Me hubiera encantado decirle que al menos yo nunca había engañado a Fran, pero no quería abrirle más heridas.

   Me acerqué y lo agarré del brazo, tiré de él con suavidad y lo atraje hacia mi cuerpo. Se dejaba mover con facilidad, como si fuera un muñeco. Era horrible verlo así de débil, era horrible abrazarlo y sentir cómo apoyaba todo su peso sobre mí. Miré a su ex y con un gesto con la cabeza le indiqué que se fuera. Él dudó unos segundos hasta que optó por alzar a Artemisa y salir del departamento.

   Llevé a Fran al sillón e hice que se sentara a mi lado antes de secarle las lágrimas con mis pulgares.

―Necesito que te vayas ―me dijo ―perdón, yo sé que fue idea mía que vinieras y me siento una basura por echarte pero no puedo volver si estás acá.

―Está bien, lo entiendo ―le acaricié la cara y él se inclinó hacia mi mano para sentir mejor el contacto de mi piel. Esa contradicción; pedirme que me fuera y desear mis caricias me dejó más claro lo roto que tenía el corazón por mi culpa ―antes escuchame, y después si seguís queriendo que me vaya vuelvo al pueblo, ¿si?

―Bueno.

―Primero, te quiero pedir perdón por no haberte dicho nada cuando me confesaste todo lo que te pasaba conmigo, me quedé shockeado y no supe cómo reaccionar, en todos los años que llevamos siendo amigos nunca me dí cuenta de nada y el jueves me diste tanta información junta que me bloqueé y no pude hablar ―comencé, él me miraba atento, con su mano sobre la mía para que no la apartara de su cara―. Cuando te fuiste me sentí muy vacío, fue como si te hubieras llevado el sentido de todas las cosas con vos y tuve que recordarnos en nuestras etapas de vida para encontrarlo de nuevo. Y lo descubrí, pero de otra forma. Cuando besé a Nacho por primera vez...

―Tebi ―me interrumpió y alejó mi mano con asco.

―No, escuchame ―le pedí. Él suspiró y asintió―. Cuando besé a Nacho por primera vez sentí algo muy intenso adentro mío, algo que había estado dormido durante mucho tiempo, sabía que lo había experimentado antes pero no me podía acordar cuándo. Al volver a pensar en nuestro vínculo, recordé la vez que fuimos a Tandil en primaria y escalamos las sierras, ¿te acordás?

―No mucho, me acuerdo que me caí arriba tuyo y que nunca tuve tantas ganas de estar así de cerca de nadie.

―¡Exacto! ―Exclamé ―me pasó lo mismo, esa vez sentí esa intensidad de la que te hablaba, y fue por tu risa, porque estabas a centímetros de mi cuerpo y me gustó un montón.

220; esteban x francisco Where stories live. Discover now