capítulo tres. el primer reparto de temas.

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La primera mañana en la academia, la malagueña despertó con agujetas. En su vida había sentido tanto dolor en sus piernas y había sido a causa de la tensión que estas habían soportado durante el día. Las sabanas se le enredaban entre sus piernas y sus brazos estaban extendidos.

Un suspiro cansado salió de sus labios entreabiertos, incapaz de reunir las fuerzas necesarias para levantarse. Sus ojos viajaron por el ancho de la habitación, encontrando el interior completamente vacío y sin un solo alma en él.

Hasta que vio un par de ojos por encima de la litera.

Su corazón pegó un salto, pensando que estaba en realidad en un sueño lucido y que aquello era un monstruo. Sus ojos, como platos, estaban a punto de salir de órbita, hasta que escuchó una risa.

—Hay loqui, buenos días —El rostro de Lucas finalmente apareció por completo y una sonrisa cálida decoró sus labios—, no quería asustarte. Todo el mundo ya ha salido y solo quedabas tu...

—No, no te preocupes —susurró, recuperando la compostura. Su espalda se irguió, ya sentada—, es que no me esperaba a nadie, pensaba que no había nadie.

—Pues era el caso, pero Noemí iba a matarte y no quería ver un cadáver el primer día de la academia.

Una pequeña risa resonó en la habitación.

—Gracias, dame un momento y en seguida voy.

No esperaba ver a todo el mundo ya sentado, devorando su desayuno. Los recuerdos de su hogar eran totalmente distintos; cada uno se sentaba a horas distintas, incluso llegando a coincidir el desayuno de uno con la comida de otro. Allí todos hablaban y charlaban con tanta alegría que le parecía casi inhumano.

—Buenos días, Lu —saludó Martin por detrás, posando su mano en el hombro de la chica— ¿has dormido bien?

—Se podía decir —dudó y una sonrisa nerviosa floreció en sus labios—, ¿y tú qué tal?

—La verdad es que he dormido como un bebé.

La charla continuó en la mesa, donde Ruslana, Lucas, Paul y Omar estaban sentados, inmersos también en otra. Al final estaba contenta de encontrarse con gente tan diversa y amable. Sentía que estos tres meses –si es que lograba llegar hasta el final– pasarían demasiado corto para su gusto.

—¿Tenéis alguna porra para este reparto? —preguntó Omar, tras el silencio cómodo que se se habia instalando en la mesa.

—La verdad es que yo quiero algo de rock —confesó Ruslana, con una pequeña sonrisa—, no soportaría pop malo.

—Algo indie estaría bien —Martin continuó—, pero estoy abierto a lo que digan.

—Yo estoy igual —corroboró Lucia—, no tengo ninguna preferencia.

—¿Y con quién? —habló Lucas, con su mentón apoyado sobre su mano.

La segunda pregunta fue más difícil de responder, pero iba por el mismo comino que su respuesta de la primera. Tenía ganas de hacer algo con Paul, o incluso Ruslana, pero con el resto de sus compañeros no sería ningún problema. Adoraba pasar tiempo con gente nueva, desconocida y poder formar un lazo con la misma.

Sin poder realmente escuchar la opinión de los demás, el timbre sonó. Lucia estaba algo perdida, pero tampoco pudo pensar demasiado cuando su muñeca fue agarrada por el vasco y guiada hasta la sala de ensayos, donde Noemi y Manu ya estaban sentados en las gradas. Pronto dedujo que las próximas dos horas hablarían del repaso.

Pronto se sintió nerviosa y se acordó de todas las cámaras, apuntado sobre los diecisiete.

Su actuación fue después de la de Lucas, que había recibido un duro repaso. Estaba sentado a su lado y la malagueña no dudo en descansar una mano sobre su muslo. Después sus ojos marrones subieron hasta la suyos y le sonrió, algo apenada.

Aquello no duró demasiado tiempo, porque la pantalla se volvió a encender para dejar paso a la siguiente canción. Debía confesar que se acordaba muy poco de lo que hizo durante los tres minutos que duraban la canción y le pareció asombroso la manera tan segura de moverse a lo largo del escenario. Su voz no temblaba tanto como pensó y encima parecía acertar las notas.

Tiene que ser potra, pensó, estupefacta.

Tras una eterna ovación, finalmente Manu habló:

—Ha estado bien, muy bien para ser la gala cero —empezó, moviendo sus manos—, tu técnica vocal es excelente, aunque es obvio que hay algunos errores leves.

—Además, mencionar tu presencia escénica, una maravilla —añadió Noemí, ajustando sus gafas—, de verdad que está actuación perfectamente podía haberse confundido con una de la gala final.

No se esperaba aquello. Sus mejillas se tiñieron de un color rojo, mientras los aplausos persistían hasta la siguiente canción.

—Eres una bomba, loqui —susurró Lucas cerca de su oído—, me encantó tu actuación.

—La tuya si que es una bomba —dijo ella, con un escalofrío en su columna vertebral. El repentino acercamiento la puso algo nerviosa—, de verdad que tienes un gran potencial.

—Si seguimos así, no terminaremos nunca.

Tras dos horas y veinte de repasos y objeciones, los chicos fueron libres para descansar hasta el reparto de temas. Lucia no tardó en unirse a la gente que ya se encontraba en el sofá, cerrando los ojos al sentir el suave contacto de los cojines del sofá. Cerca suyo estaba Paul y Álvaro, hablando entre risas. La malagueña, intentando dormir un poco, no podía reprimir las sonrisas que aparecían por sus bromas tan graciosas y estúpidas.

La siguiente hora, estuvo entre los brazos de Morfeo. A las dos de la tarde, el timbre volvió a sonar y la ventanilla de la cocina se abrió. La chica comió su comida en silencio, con el pensamiento constante del tema que le iba a tocar.

Los demás no parecían tan nerviosos, o no lo aparentaban desde fuera. Tenían algo de tiempo libre antes del reparto y Lucía lo aprovecho de nuevo para fundirse entre la superficie del sofá.

—El sofá y tú sois uno —mencionó Álvaro, que de nuevo estaba sentado a su lado—, ¿estás bien?

—Tengo algo de miedo —murmuró contra el sofá—, y muchos nervios, también.

—¿Es por el compañero, o por la canción?

—Más bien la segunda, no quiero que sea una nominable.

—No te ralles por algo que no puede cambiar, pensar tanto en algo puede acabar en manifestarlo y que termine sucediendo.

—Alvaro, no me ayudas.

El momento finalmente llegó. Está vez, se hizo un hueco entre Martin y Lucas. Recibió una sonrisa radiante por parte de ambos y solo pudo mirar hacia el frente, de nuevo con una calor intenso en las mejillas. Esta vez, llegaron antes que los dos profesores, que se aparecieron en la puerta vestidos de repartidores.

—¿Alguien ha pedido los temas de la gala uno? —gritó con una voz grave Manu, que entre sus manos descansaba una caja.

—¡Paso que voy ardiendo! —exclamó Noemí, con varias libretas naranjas en su poder.

La espera fue interminable. Empezaron nombrando la canción grupal, la cual sería Libertad , de Nil Moliner. Después algunos duos Como Chiara o Paul, con El encuentro, de la antigua corcunsante, Amaia. También destacó la canción de A tu vera, que le tocó a Juanjo y Salma. Cuando ya quedaba menos gente, la malagueña comenzó a morderse las uñas.

—Y finalmente, para terminar —Noemi interrumpió todas la charlas entre las parejas de la gala uno, cogiendo entre tanto la última libreta naranja—, tenemos a Padam Padam, de Kylie Minogue, que será cantada por Violeta, Denna y Lucia.

Una liberación se expandió desde la punta de su cabeza hasta los dedos de sus pies. Inmediatamente se levantó y agarró su libro, tratando de abrazar durante la acción a sus dos nuevas compañeras.

Pensando que al final no debía preocuparse tanto por un reparto que había terminado con final feliz.

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