Capítulo 10: Buenos padres

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Después de escuchar fuertes golpes en la puerta, Marcos luchó para poder abrir sus ojos. La luz que se filtraba por las cortinas blancas lastimaba su vista, pero la sensación del cálido cuerpo de Apolo debajo de él y su respiración tranquila lo traían como un imán a volverse a dormir, pero los golpes persistentes lo sacaron del encanto del pelinegro.

- ¿Qué? -murmuró, tratando de orientarse.

- Tus papás están aquí - respondió Harry, quien parecía estar en un estado similar al suyo. Se levantó con esfuerzo y se dirigió hacia la puerta. Antes de dar el primer paso pudo sentir como un fuerte dolor invadía su cabeza. Llevaba un tiempo sin soportar una resaca de esa magnitud.

Marcos desbloqueó la puerta y la abrió lentamente. Delante de él estaban su madre y su padre, con Harry justo delante de ellos, visiblemente cansado.

- Gracias muñequito, ve a descansar - habló suavemente la madre de Marcos. Harry apenas se despidió, como si fuera un zombi arrastró sus pies lentamente hacia su cuarto.

- ¿Qué sucede? - preguntó Marcos.

- Buenos días, bebé - recibió un abrazo por parte de su madre. Su padre simplemente frotó su cabeza.

- No me digas que ya rompiste tu teléfono, no paramos de llamarte - dijo con voz seria y firme su padre.

- Olvidé cargarlo bien - ambos padres a entrar al cuarto y vieron a Apolo a dormir tranquilamente en la cama. Su madre le dio una mirada de resignación, como si aceptará la situación. Marcos se escapó de su mirada.

- Hoy nos despertamos con el teléfono de casa a punto de explotar. El padre de Apolo volvió y estaba muy alarmado porque no encontraba a su hijo. Nos llamó angustiado hace una hora, pero tú ni siquiera nos atendiste el celular. Así que vinimos a buscarlos y llevarlos a casa - explicó su madre - no sabemos si pasó algo más, pero parecía ser urgente.

La presencia del padre de Apolo era bastante rara; solía venir a verlo solo una vez al año, venía exactamente el primer fin de semana después de las fiestas de fin de año. Esa era su rutina desde hace quince años. Hace un año apenas Apolo se había enterado de que su padre se había casado con una mujer de veintitrés años; él no había sido invitado a la boda. Le había dolido y ese año apenas habían hablado, salvo por una llamada que le hizo Apolo por el día de su cumpleaños.

Marcos caminó hacia Apolo y lo despertó suavemente. Su padre fingió no notar la forma tan suave en que lo hacía. Apolo abrió sus lindos ojos verdes y le dedicó una pequeña sonrisa a Marcos. Cuando de repente notó la presencia de sus padres, se sonrojó un poco.

Todos juntos salieron de la casa y se dirigieron rumbo a la casa de Apolo. Cuando llegaron, Apolo fue recibido por su padre en la puerta; ambos se abrazaron y entraron a casa. Marcos, que iba en el auto con sus padres, no parecía estar muy feliz. No le gustaba que Apolo pasará tiempo con sus padres; no era celoso ni posesivo, sería muy ridículo. Solo que los padres de Apolo no eran buenos padres.

Su madre solía a veces ser muy agresiva verbal y físicamente, y a su padre casi no lo conocía. Ni él ni Apolo. Solo pasaba menos de tres horas al año con él. Lo llevaba a algún lugar a desayunar y luego adiós hasta el siguiente año. Solo esperaba que todo estuviera bien. Pero no iba a permitir que siguieran lastimando a Apolo como lo venían haciendo.

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