Hartzaren haitzuloa

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Avergonzado huyó del lugar pellizcando en mis dedos un trozo de tela para llevarlo a mi nariz

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Avergonzado huyó del lugar pellizcando en mis dedos un trozo de tela para llevarlo a mi nariz. 

Ese tipo tiene que estar bromeando, no huelo para nada bien, lo que una vez olía de maravilla se ha extinguido por la larga jornada de trabajo, además estuve sudando como cerdo en todo el camino hasta aquí, así que oler rico no era una opción. 

—Tienes que estar bromeando hermano —. Le digo a nadie en particular. 

—¿Por qué tardaste tanto? 

—Un loco se me atravesó. 

Seokjin alza una ceja confundido, pero tan rápido como esta se curva, vuelve a su estado normal. 

—Oh, bueno, entremos, hay alguien esperándonos. 

Frunzo el ceño, no imagino a quien pudo haber invitado, conozco a todas sus viejas y nuevas amistades ya que son casi las mismas en mi círculo social. 

Colocando una mano en mi espalda baja me guía a través de un estrecho pasillo hasta llegar a lo que parece una caverna antigua llena de humo «Hartzaren haitzuloa» se lee en un viejo cartel oxidado que pende de la entrada rústica. 

—Jin, este no es el bar que solemos frecuentar, mambocafe está en la otra dirección. 

—Olvida mambocafe, este bar está en auge ahora mismo, además hay infinidad de chicos guapos tipo leñadores. Oh dios mira ese de ahí —Señala discretamente, sigo su dedo observando a un tipo alto de cabello largo, camisa ajustada de cuadros negros, pantalones de mezclilla y zapato tipo botas de combate. 

Paso saliva, debo de darle un punto, Jin tiene razón y un ojo excéntrico; por donde quiera que dirija la mirada hay chicos y chicas lindas, pelirrojas altas, esbeltas… Hermosas. 

—Este es el club de los chico pelirrojos —inquiero divertido, la mayoría de personas que se nos cruzaban eran de cabello rojizo, tal vez era un requisito para estar aquí. 

—Posiblemente. Oh ahí está. 

Empujando más fuerte mi espalda baja me obliga a caminar hasta donde se levanta un sujeto sumamente familiar de una de las mesas del fondo quien agita la mano para llamar nuestra atención. 

Hago un mohín, molesto. 

¡Tiene que ser una broma! 

—Tienes que estar bromeando Jin. 

—Oh, vamos Jimin, el pobre lleva más de un año buscando una oportunidad.

—No me interesa. Y bien lo sabes, es demasiado molesto, y a veces me da miedo. Siento que tiene un pasado oscuro. 

—Pasado oscuro —niega —lo conocemos bien, y es un buen partido Jimin. 

—Hablas como si fueras mi madre, y sabes que no la tengo. 

El encantador de lobosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt