Charles

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Para el alfa la situación no puede parecerle menos encantadora.

Sergio se había vuelto más sensible desde su reciente embarazo, y tal vez se estaba aprovechando un poco de eso.
Las hormonas de Checo estaban muy revueltas y bipolares, un momento quería hacer de todo con el y al otro, queria ser mimado.

Justo como ahora.

Estaban en la tina del amplio baño, sumergidos en la tibia agua, uno junto al otro. Sergio se encontraba entre sus brazos, soltando pequeños y suaves ronroneos, Charles lo abrazaba desde la espalda, apoyando por momentos su mentón en la apertura de su cuello y hombro.

El monegasco pudo visualizar el pequeño vientre ahora un poco abultado del Omega.
Ciertamente habían cumplido el segundo mes del embarazo, y la pequeña pancita de Checo ahora era un poco más notoria, no muy grande pero si muy adorable y pequeña. No pudo evitar llevar una de sus manos hacia el abultado vientre, acariciando con amor la zona. El pecoso emitió un ronrroneo placentero al sentir la calidez de la piel monegasca con la suya.

Cerró sus ojos, dejándose llevar por el cálido toque en su piel, por sus aromas mezclados entre sí, creando un ambiente tan embriagador que lo dejaba un tanto adormitado, casi como un afrodisíaco.
Escucho la suave risa de su esposo y no contuvo su sonrisa, ama esto.
Pero se obligó a abrir los ojos cuando sintió que las caricias se detuvieron.

— Sigue.— pidió, pero no recibió una respuesta, lo cual lo abrumó.

Así que decidió girar su rostro ligeramente para mirar sobre su hombro a su pareja. Lo primero que vio fueron los ojos lascivos de su esposo, que lo miraban con hambre y deseo que le provocaron un escalofrío.

Charles...— llamó en un susurro.

Sintió como las manos de su esposo recorrieron su cuerpo hasta detenerse en sus caderas, y lo giraron, ahora quedando frente a frente. Charles esbozó una coqueta sonrisa y Sergio solo pudo gemir en respuesta cuando sintió las manos inquietas de su marido colarse hasta su espalda baja, más específicamente en su entrada.

Se aferró torpemente a los brazos del monegasco cuando percibió su propio lubricante derramarse entre sus piernas y perdiéndose en el agua.
Sintió los dedos larguiruchos de su alfa juguetear en la zona, poniéndolo incluso más sensible, soltaba gemiditos cuando el alfa simulaba embestidas. Alzó su vista para mirar los ojos verdosos de su pareja, y mordió su labio cuando sintió una placentera ola de calor arremolinarse en su vientre.

Charlos lo observaba, tocaba y jugaba con el tanto como podía, pero puede asegurar que estaba igual o incluso más desesperado que el. Movió una de sus manos hasta el hombro fuerte del alfa, aferrándose a él cuando el ojiverde simuló otra embestida. Más sin embargo soltó un jadeó cuando el alfa retiró de golpe los dedos de su entrada. Lo miro con confusión y reproche, ganándose una risa del ojiverde.

—Deja de jugar, Alfa.— sentenció, estremeciéndose cuando escuchó el gruñido gutural del contrario.

—No se a que te refieres, Sergio.— fingió demencia, pero soltó un jadeó ronco cuando las manos del pecoso tomaron su miembro.

Subían y bajaban, sacándole gemidos roncos y gruñidos bajos. Pero estaba encantado, de verdad estaba comenzando a disfrutar esta faceta de su adorado esposo. Al parecer el embarazo y las hormonas lo habían vuelto un poco más... liberal, y candente.

Muy candente.

No podía evitar ponerse más duro de lo que ya estaba al ver el rostro de su pecoso, bañado de una fina capa de sudor con su cabello sedoso alborotado, con sus mejillas sonrojadas y con sus hermosos ojos cafés brillantes, concentrados en seguir masturbándolo. Aunque lo detuvo cuando sintió que podía acabar con solo eso, el quería terminar pero no de esta forma.

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⏰ Last updated: May 18 ⏰

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