Capítulo IV

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Capítulo IV

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Capítulo IV

Cruces del destino

—¿Entonces, saldrás el fin de semana con eso de tu hermano? Para que me vaya preparando

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—¿Entonces, saldrás el fin de semana con eso de tu hermano? Para que me vaya preparando.

Pidió silencio a la chica, haciendo un «shhh» con el dedo índice, atenta cuando uno de los niños se agachó. Cualquiera de ellos podía escucharlas.

—Todavía no decido.—contestó, susurrando en el tono más bajo posible—. Minki me hizo jurar que estaría en su cumpleaños, pero sabes que eso de hacer tantas salidas no es fácil para mí.

—¿Por qué?—cuestionó, aquella castaña alzando una ceja con obviedad—. Miko, han pasado más de seis meses. Tienes que avanzar.

—Se siente... raro no tener que pedirle permiso a nadie.—musitó, fijando su vista en la pared frente a ellas—. Pasear cuando quiero, comer cosas que quiero, vestir como yo quiero. Hace algún tiempo pensaría que tanta libertad nunca sería posible.

—Aguantaste un año con una relación tóxica que casi te mata, evidentemente tu vida nunca podría ser igual. Prometo que será distinta, quizás hasta mucho mejor.—sonrió, alejándose del escritorio y dando vuelta cuando un niño levantó la mano en el fondo del salón—. Piénsalo, ¿ok?

Cabello claro, piel pálida, ojos oscuros y estatura más baja que el promedio femenino. Sugey tenía funciones en esa escuela como maestra de arte, pero era su mejor amiga desde siempre y roomie también: vivían en el mismo departamento. Una de las pocas cosas buenas que tenía. Su trabajo como profesora, su familia cercana y los amigos de antes, aquellos que aún estaba recuperando.

La primera semana escolar estaba terminándose por fin, y era hora de un merecido descanso. Que ella no supiera cómo utilizarlo era problemático.

Su sobrino cumplía ahora cuatro años y sentía la obligación de ir, tras mucho tiempo faltando casi en todas las fiestas familiares. Claro, las razones detrás de eso eran muy malas para recordar, pero ahora finalmente era libre y nada podía conseguir detenerla: nada más que incertidumbre. Todo un año sin hacer nada de lo que ella quería, cuando quería por miedo a la reprensión y los castigos; cosas que ya no podría sufrir nunca más, pero habían dejado marcas.

Teach Me How To LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora