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El regreso de Suleiman a Estambul, acompañado de Valeska y su familia, estaba lleno de un sentido profundo de realización y satisfacción. Mientras caminaba por las calles familiares de la ciudad que una vez llamó hogar, sentía el peso de la promesa cumplida sobre sus hombros.

Con una sonrisa de determinación en su rostro, Suleiman reflexionó sobre el viaje que lo llevó de regreso a Estambul. Recordaba claramente la promesa que se hizo a sí mismo cuando partió a Bulgaria: volver con Valeska a su lado. Y ahora, al cumplir esa promesa, sentía un profundo orgullo y satisfacción en su corazón.

A su lado, Valeska y su familia caminaban con paso seguro, sintiéndose seguros y protegidos bajo el cuidado de Suleiman. Habían dejado atrás la devastación de Bulgaria para comenzar de nuevo en Estambul, donde sabían que encontrarían seguridad, apoyo y la promesa de un futuro mejor.

Para Suleiman, este regreso no solo marcaba el final de una larga travesía, sino también el comienzo de un nuevo capítulo en su vida. Con Valeska a su lado, se sentía invencible, listo para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Valeska se levantó en la oscuridad de la madrugada y escuchó las palabras de Suleiman con horror. Se quedó paralizada por un momento, tratando de procesar lo que acababa de oír. Después de unos segundos de incredulidad, se tapó la boca para contener un grito y se retiró silenciosamente a su alcoba, su mente llena de confusión y miedo.

Mientras tanto, en la habitación contigua, Suleiman continuaba su conversación con su hombre de confianza sobre sus actividades ilícitas.

—Necesito que te asegures de que los envíos lleguen a su destino sin contratiempos —ordenaba Suleiman en tono firme, su voz resonando en la habitación.

El hombre de confianza asintió solemnemente. —Entendido, señor. Nos aseguraremos de que todo se lleve a cabo según lo planeado.

Suleiman frunció el ceño, sintiendo la tensión de la situación. —No podemos permitirnos errores esta vez. El más mínimo contratiempo podría costarnos caro.

El hombre de confianza asintió con determinación. —Lo entiendo, señor. Nos aseguraremos de que todo salga perfectamente.

Con la conversación concluida, Suleiman se quedó solo en la habitación, sumido en sus pensamientos. Sabía que estaba arriesgando mucho al involucrarse en actividades ilegales, pero también sabía que no podía retroceder ahora. El peligro acechaba a cada paso, y él estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger su imperio, sin importar las consecuencias.

Las palabras de Valeska resonaron en el silencio de su alcoba mientras se enfrentaba a la verdad que había descubierto. Sintió un nudo en la garganta al pronunciar en voz baja la revelación que había surgido en su mente.

"Suleiman es un narcotraficante vestido de sultán", susurró, dejando que las palabras se perdieran en la oscuridad de la habitación.

Una oleada de pensamientos tumultuosos invadió su mente mientras consideraba la posibilidad de que Suleiman fuera responsable del incendio de su casa. Una sensación de horror y traición se apoderó de ella mientras reflexionaba sobre la posibilidad de que el hombre al que había llegado a amar fuera el responsable de su tragedia.

El corazón de Valeska se llenó de dudas y temores mientras se enfrentaba a la realidad de su situación. Una parte de ella quería negar la verdad, aferrarse a la imagen idealizada que había construido de Suleiman. Pero otra parte sabía que no podía ignorar las pruebas que tenía delante.

Suleiman se deslizó silenciosamente hacia la alcoba de Valeska, con pasos apenas audibles en la penumbra de la habitación. Observó suavemente a Valeska dormida, con la luz de la luna iluminando su rostro sereno. Sin embargo, antes de que pudiera acercarse más, una figura en las sombras lo observaba en silencio.

La madre de Valeska, escondida en las sombras, lo miraba con ojos llenos de preocupación y desconfianza. Con el corazón latiendo con fuerza, esperaba en silencio, observando cada movimiento de Suleiman con cautela.

Suleiman, ajeno a la mirada vigilante que lo observaba, se inclinó sobre la cama de Valeska, con la intención de acariciar suavemente su cabello. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, una voz rígida rompió el silencio de la habitación.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la madre de Valeska con voz firme, emergiendo de las sombras con determinación en sus ojos.

Suleiman se giró sorprendido, encontrándose con la mirada penetrante de la madre de Valeska. Trató de mantener la compostura, pero sabía que sus acciones habían sido descubiertas.

—Solo quería asegurarme de que Valeska estuviera bien —respondió Suleiman, tratando de mantener la calma—. No quería perturbar su sueño.

La madre de Valeska lo miró con escepticismo, sin apartar la mirada de él ni un momento. Sabía que algo no estaba bien, y estaba decidida a descubrir la verdad detrás de las acciones de Suleiman.

En la mañana, Valeska y su familia descendieron al majestuoso comedor del Palacio de Topkapi, donde Suleiman los esperaba para desayunar. El comedor era una obra maestra de la arquitectura otomana, con techos altos adornados con intrincados detalles dorados y ventanas que dejaban entrar la luz del sol matutino, iluminando elegantemente la habitación.

Suleiman los recibió con una sonrisa cálida mientras tomaban asiento alrededor de la gran mesa de madera tallada. El aroma tentador de los manjares recién preparados llenaba el aire, mientras los sirvientes llevaban bandejas de frutas frescas, pasteles recién horneados y una variedad de platos tradicionales turcos.

—Bienvenidos, queridos invitados —dijo Suleiman con amabilidad, levantando su copa en un gesto de saludo—. Espero que disfruten del desayuno que he preparado para ustedes.

Valeska y su familia asintieron con gratitud mientras aceptaban las delicias que se les ofrecían. A pesar de la opulencia del entorno, se sentían abrumados por la generosidad de Suleiman y agradecidos por su hospitalidad.

—Es un honor estar aquí, Su Majestad —respondió el padre de Valeska, expresando su gratitud con sinceridad—. Nos sentimos muy afortunados de ser recibidos en su palacio.

Suleiman sonrió, apreciando las palabras de cortesía. Sin embargo, Valeska notó una sombra de preocupación en sus ojos, y se preguntó qué secretos ocultaba detrás de su fachada de nobleza y generosidad.

Obsesión Belga©(Completa)Where stories live. Discover now