Capitulo 31

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   《[Aquí un pequeño aviso sobre violencia sexual, abuso y malos temas]》

   Edward estaba nuevamente ante esos ojos negros que lo miraban tan fijamente que no lograba distinguir ninguna diferencia entre el verdadero y un homúnculo. Era algo que lo tenía entre la angustia y la locura. La poca cordura que le quedaba le podía asegurar que Mustang no era el culpable de toda la tortura de la que estaba sufriendo y que su pequeño cuerpo ya no podía resistir. Parecía hacerse pedazos con cada embestida que le daba el hombre, mientras con descaro le susurraba palabras en el oido. Que había querido profanar su cuerpo desde que lo había conocido, que lo calentaba la mirada fiera que él siempre le mostraba, que ahora estaba más que satisfecho al verlo tan pequeño y frágil. Ya no podía gritar, su voz se había apagado y los desgarros de su garganta lo hacían perder la respiración. Respiración que le perforaba los pulmones. El dolor de su cuerpo tarde o temprano lo haría perder la conciencia. El sabor a su propia sangre era en lo único que podía concentrarse para apartar su mente del dolor. Más cuando creía que todo terminaba el hombre lo volvía a tomar de su rostro para meter su lengua de manera brutal en su boca. Quería morir. ¿Por qué no podía simplemente morir?

   Se sentó bruscamente en la cama y ahogó un grito, recuperando la conciencia justo al tiempo que sentía que su hermanito se movía en la cama. Sus ojos le ardían y aún con el temblor que se había apoderado de su cuerpo, pudo salir de su propia cama y se dirigió, lo más rápido que pudo, al pequeño baño que tenía la habitación.

   Alphonse despertó justo cuando la puerta del baño se cerraba. Miró la hora, 3:30 am. Seguramente una pesadilla hizo que su hermano se levantara. Se reprochó no haberlo escuchado y se dirigió entonces a golpear la puerta.

   - ¿Hermano, estás bién? - poniendo la oreja en la puerta no logró escuchar nada. Ésta estaba cerrada con llave. - ¿Hermano?

   Después de poner el cerrojo se alejó de la puerta y, mientras caían lágrimas como un torrente por sus mejillas, se deslizó lentamente por la pared hasta quedar sentado frente a ella. Escuchó a Al llamarlo pero no era capáz de hablar sin que el otro se diera cuenta de que estaba mal. Se tapó la boca con ambas manos para apagar los sollozos que, sin su concentimiento, salían de él. Al ver que su hermano giraba nuevamente la perilla, se puso de pié.

   Alphonse trató nuevamente de entrar pero escuchó el ruido de la ducha. Éso le afirmaba que Ed había tenido pesadillas. Siempre se quedaba bajo el agua fría para poder despejar su mente cuando soñaba feo. Dió un suspiro entonces y regresó a su cama, pero con la intención de no volver a dormir.

   De rodillas y aferrándose a las llaves del agua, el pequeño alquimista recibía  el líquido en su cabeza y espalda, mientras lloraba amargamente como nunca antes lo había hecho, sin aparente causa alguna.

   "¿Por qué? ¿Por qué Mustang? Si no hubieras hecho nada antes, ésto sería tan fácil de separarlo de mi cabeza. Pero no. Tenías que joderme antes. No son pesadillas. Son malditos recuerdos que ahora me confunden. Te odio Mustang. Te odio por lo imbécil que fuiste conmigo. Y me odio por ser también tan estúpido. Mocoso ingénuo y estúpido. Así que si salgo de ésto con vida, aún así, no podré seguir. No como quería. Mi vida normal ya se fué a la mierda. ¿Por qué? ¿Por qué debo seguir pagando?".

   Al miró nuevamdnte la hora y se levantó a golpear otra vez la puerta. La ducha había dejado de sonar, pero aún así su hermano no salía del baño.

   - Hermano. Ya és suficiente. Son las cinco de la mañana. Si no sales ahora voy a derribar la puerta. - trató de ser lo más duro que pudo. Sería muy fácil abrir la puerta para él pero no quería que su hermano le recriminara por no respetar su privacidad.
   Fué en ése mismo segundo en que la puerta se abrió y el pequeño niño que salió fué lo más alejado al hermano que conocía.

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