Chapter XVI.

14 6 1
                                    

Capítulo 16.

"Mis últimas palabras dan muchísimo corte"

Percy añoró los viejos tiempos en los que había tenido peleas cara a cara contra el dios de la guerra Ares, vapuleándolo con su enorme espada/bate de béisbol, soltando jabalíes salvajes para que lo pisoteasen, fulminándolo con sus ojos nucleares.

Sí, eran tiempos menos complicados.

Ahora Percy luchaba a muerte con Gary, el dios con pañales de la halitosis.

E iba perdiendo.

Trató de empujar contra él, de obligarse a levantarse. Era como empujar contra el techo de un túnel. Percy se retorció de lado y empleó su peso para quitárselo de la espalda. Se alejó a gatas, respirando con dificultad, y apenas le había dado tiempo a ponerse de pie cuando Gary volvió a envestir contra él rodeándole el cuello con el brazo. Le hizo una llave de cabeza lateral acercándole peligrosamente la cara a su axila.

—Oh, no —dijo Gary riendo a carcajadas—. No puedes huir de la vejez.

—¡Técnicamente eso no es cierto! —gritó Grover—. ¡Ejercicios como correr pueden alargar la vida!

Gary gruñó.

—Cállate, sátiro. ¡No quiero interferencias!

—No es una interferencia —terció Katherine—. ¡Es un comentario! Todos los combates de lucha tienen comentarios.

Su distracción le brindó unos segundos, y a Percy le gustaría decir que los utilizó para formular un plan maestro, pero su proceso mental fue el siguiente: «Oh dioses voy a morir socorro ay sobaco sobaco.»

Eso no cumplía precisamente los criterios de un plan maestro.

Trató de arrastrar los pies de lado. Gary lo sujetaba fuerte. Empujó hacia delante con todo el peso. Se inclinó hacia atrás confiando en desequilibrarlo. Aunque medía la mitad de Percy, no cedía.

—¿Vas a alguna parte? —preguntó.

Con la mano libre, Gary le dio un puñetazo en las costillas. El sonido que salió de su garganta habría alertado a cualquier morsa en un radio de tres kilómetros de que buscaba compañía.

—¡Falta! —gritó Grover—. ¡Sanción de diez yardas!

—¡No hay golpes al cuerpo! —convino Annabeth.

—¡Eso no es lucha libre! —agregó Katherine.

—¡Cállense! —se quejó Gary.

—¡Tenemos el derecho de expresarnos con total libertad! —replicó Katherine.

Aprovechando que su atención estaba dividida, Percy consiguió escapar de la llave retorciéndose. Le rodeó el pecho con los brazos y apretó con todas sus fuerzas. Tiró y apretó, pero no logró moverlo.

Él rio.

—¿Te diviertes?

Percy no tenía energías para contestar. Por lo menos todavía no le aplastaban la cara contra el asfalto. Mientras él lo entretuviese, parecía contentarse con ponerlo en la más absoluta evidencia. Afortunadamente, eso sí estaba en su lista de superpoderes.

Tenía que haber algún secreto para vencer a ese tío; algo aparte de la superfuerza, que era un poder ridículo que sólo poseía el ridículo de Hércules, que era ridículo. Tal vez Gary tenía un botón de apagado. Tal vez le daba miedo algo que Percy podría utilizar contra él.

¿Qué combatía la vejez? Los antioxidantes. Los crucigramas. Los suplementos de fibra. Se dio cuenta de que el dolor y los hedores de anciano lo estaban haciendo delirar. Su maestro Quirón le había dicho una vez que en una situación de vida o muerte lo más importante era no perder la serenidad. Una vez que tu cuerpo desencadenaba la reacción de lucha o huida, estás demasiado asustado para pensar como es debido. Eso te podía matar.

A Second Possibility.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن