Chapter XVII.

12 7 0
                                    

Capítulo 17.

"Amenazando con un aro de luz"

Y Percy hizo lo que Katherine jamás creyó que haría en medio de una pelea: abrazó a su enemigo, Gary el anciano horrible.

—¿Qué pasa? —preguntó con la voz temblorosa Gary.

La expresión de suficiencia se derritió para dejar paso a la más pura sorpresa. Percy pudo haber aprovechado ese instante de estupor y obligarle a hincar una rodilla, pero no lo hizo. En cambio, lo abrazó como un viejo amigo. Un amigo demasiado viejo.

Gary lo empujó una última vez, pero sin convicción. Luego se relajó entre los brazos de Percy, le dio unas palmaditas en la espalda y apoyó la cabeza en su hombro. Empezó a temblar. Katherine lo oyó resoplar, seguido de pequeños sollozos.

Percy no lo apartó. La tristeza que el dios transmitía hizo estremecer a Katherine. Era alguien que por mucho tiempo se había sentido solo y que, finalmente, había encontrado algún tipo de consuelo para su soledad.

Solo entonces, Katherine lo entendió. Percy había decidido aceptar la vejez y no luchar contra algo inevitable. La abrazaba tanto literal como metafóricamente.

No pudo evitar sonreír. Se sentía tan orgullosa de él, pero también tan desdichada. Esa era una de las razones por las que lo quería, pero también un corte más para su corazón ya roto.

Finalmente, Gary salió de entre sus brazos. Retrocedió y lo evaluó de nuevo. Tenía los ojos inundados de lágrimas marrón rojizo. Le temblaba la mandíbula.

—¿Por qué? —preguntó.

—He pensado que estaría luchando contra usted toda la vida —dijo—. Y no tengo ningún problema con eso. Sólo quería que usted lo supiese —respiró entrecortadamente—. Pero si usted considera que mi vida debe acabar ahora, podemos seguir sacudiéndonos por el parque.

Gary gruñó. Su expresión era una mezcla de sorpresa, irritación y una pizca de respeto.

—Técnicamente, yo te estaba sacudiendo a ti —aseguró—. Iba ganando.

No respondió. Fue la decisión más inteligente.

—Nunca se abraza a la vejez —murmuró—. ¿Sabes cuándo fue la última vez que me abrazaron?

Se quedó mirando al cielo como si tratase de hacer memoria. Su expresión triste le recordó a Katherine a los viejos que había visto en residencias de ancianos, mirando a lo lejos, tratando de averiguar adónde habían ido a parar sus vidas, dónde estaban sus seres queridos, cómo se habían quedado tan solos.

—Y ahora, ¿qué? —preguntó Percy.

El frunció el entrecejo.

—La vejez es paciente. No soporto eso de mí, pero casi nunca tengo prisa por poner fin a la vida de alguien. Y tienes razón... poner fin a la tuya ahora, con dieciséis años...

—Diecisiete —lo corrigió.

Grover carraspeó: «¡Cállate!«»

—Diecisiete —repitió Gary. Dio la impresión de que el número le sabía amargo en la boca—. No. No está bien. No es tu momento.

Inclinó la cabeza orientando las manchas de la piel hacia la luz del sol matutino.

—No beberías del cáliz, ¿verdad?

—No —contestó sin dudar—. Quiero vivir una vida entera. Incluso las cosas malas. Además, he visto lo que le pasa a la gente que se convierte en dios.

Katherine pensó en el pobre Ganímedes, perpetuamente joven y hermoso, pero teniendo que cargar con toda su ansiedad, sus dudas y sus miedos para siempre. No, gracias.

A Second Possibility.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora