C u a r e n t a y d o s | Cena familiar

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—Han tenido un problema con la reserva del restaurante —me susurra—, pero no te preocupes. Les encantará conocerle.

—Tendrías que haberme avisado. No le habría traído si hubiera sabido que nuestros padres estarían aquí.

—Tienes que intentar acercarte más a ellos, Maddy. No puedes evitarlos toda la vida.

Yo no los evito. Todo lo contrario. Siempre he querido que estén y nunca se encuentran en casa. Y ahora, justo ahora que quería tener un momento a solas con mis hermanos, aparecen.

No quiero presentarles a Neithan. No aún. Pero no me queda otra cuando los veo acercarse.

—No sabía que teníamos un invitado. ¿Es amigo tuyo, Max? No le conocía. —Él se gira hacia el castaño, esbozando una afable sonrisa—. ¿Vas a quedarte a cenar, hijo?

—Es un amigo de Maddy, papá —le dice Max.

A mi padre le tiembla la sonrisa por la confusión, pero se recompone rápidamente y se presenta, estrechándole la mano. Mi madre actúa igual, aunque ambos tienen una expresión de duda tatuada en el rostro.

Quiero decir... Ellos no tienen ni idea de nada. Piensan que estos meses he quedado con Amy y sus primos. Muchas, pero que muchas veces.

Pasamos al comedor y tomamos asiento. Cuando mi madre se entera de que Max ha dejado cocinar a Laila, le repite que no vuelva a hacerlo, y enfatiza en la mala impresión que le daremos a Neithan. Me gustaría decir que exagera, pero los platos de Lay son completamente impredecibles. No sabes lo que vas a encontrarte.

Todos hablan alegremente, poniéndose al día sobre como les han ido las últimas semanas. Pero yo me centro en el chico que permanece a mi lado. A pesar de que su rostro parezca inexpresivo, observo como sube y baja la pierna incesantemente con nerviosismo.

Muevo mi mano debajo de la mesa y la dejo sobre su rodilla. El movimiento cesa, pero casi puedo notar su ansiedad a través de mi piel.

—Lo siento mucho —susurro—. Te prometo que no lo sabía.

—No importa.

Su tono es cortante. Está enfadado y tiene todo el derecho a ello, por más que me duela admitirlo.

—Podemos irnos. Podemos decir que ha ocurrido algo y...

—Te he dicho que no importa, Madeleine.

—No quiero que te sientas obligado a estar aquí.

Igual que yo siento que le he obligado a venir. A cada minuto que transcurre me doy cuenta de que, si ha aceptado, lo ha hecho por mí. No porque quisiera conocerles. No está siendo un momento agradable para él.

—Estoy bien, si es lo que te preocupa —murmura sin mirarme.

Me preocupan demasiadas cosas, pero definitivamente esa es una de ellas.

Laila aparece con la cena. Comienza a servirla y paso saliva cuando veo la mezcla de texturas y colores que adornan mi plato.

—¿No íbamos a cenar lasaña? —pregunto.

—Es lasaña.

Max remueve la comida de su plato con un tenedor, intentando buscarle el sentido.

—Deconstrucción, dirás. ¿La has probado al menos? ¿Sabes si es comestible o tiene vida propia?

Mi padre le da una colleja a Max por meterse con ella.

Lay insiste en que sabe mejor de lo que aparenta, así que la probamos, y... Sorprendentemente, no está tan mal. Un sabor salado se expande por el paladar y cuando crees que ha desaparecido, notas un toque agridulce bastante extraño. Es una combinación... peculiar.

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⏰ Last updated: 6 days ago ⏰

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𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐧𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞Where stories live. Discover now