82. Nueva prisionera

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 Tirié soltó un bostezo y Klair hizo su mejor esfuerzo por ocultar el suyo. Acababan de madrugar para intentar finiquitar unos documentos que Eburneo les había solicitado. Buena parte de los guardias de la prisión seguían dormidos, mientras que los otros estaban deseando acabar con su turno de noche. Todo eso resultaba en que la prisión estuviese sumamente tranquila, sin ninguna conversación que rompiera el silencio.

 Por desgracia, la calma desapareció de la prisión cuando una serie de pequeñas campanas empezaron a sonar por todo el edificio.

 —¿Qué es eso? —Preguntó Tirié alarmada. Nunca había oído algo así.

 —¡Prepara tu orbe de Ulema! —dijo Klair mientras cogía su arco— ¡Alguien ha entrado en la prisión!

 Sin esperar, ambos bajaron las escaleras junto con otros guardias que acababan de despertarse. Se movieron todos rápidamente por los pasillos hasta llegar a una habitación cuadrada con un foso también cuadrado en el centro. Allí ya había bastante gente con ballestas apuntando a alguien dentro del foso.

 Cuando Klair vio la situación, sin dudarlo saltó al foso y preparó una flecha etérea en su arco plateado. Ante él había dos personas. Por un lado, una joven de tez oscura que parecía estar inconsciente. Por otro lado, sentado en el suelo y mirando a Klair con una sonrisa burlesca, estaba un muchacho pelirrojo que sujetaba una antorcha con una llama blanca.

 —¿Quién eres y cómo has llegado hasta aquí? —preguntó Klair.

 —Venga, venga, no hace falta ponerse así —respondió el pelirrojo haciendo un ademán para quitar importancia a la situación—. Es halagador que hagáis todo este despliegue, pero ya podéis parar.

 —Te lo voy a preguntar una última vez. ¿Quién eres?

 El pelirrojo perdió la sonrisa y rodó los ojos. Sin decir nada, su rostro empezó a cambiar. No solo su rostro, también su cuerpo, hasta revelar a una joven pelirroja de ojos azules y sin el lóbulo de una oreja. Zuei, sexto trono de los Ojos Blancos.

 Klair bajo su arco y soltó un suspiro cargado de resignación antes de dirigirse a todos los guardias que había en la habitación.

 —Vale, podéis iros —dijo y casi todo el mundo se marchó, salvo Tirié que bajó unas escaleras que llevaban al pozo y se acercó a Klair.

 —No pareces muy contento de verme —dijo Zuei.

 —¿De verdad crees que me alegraría de verte... viva? —respondió el muchacho, casi con asco.

 —Esa no es forma de hablarle a tu hermanita.

 —¡Un momento! ¿Ella es tu hermana? —preguntó Tirié, incapaz de contener su sorpresa.

 —Es adoptada.

 —Sigue pensando eso. Bueno, encárgate tú de esto, ¿quieres? —soltó Zuei mientras daba una patada a la chica que estaba inconsciente— Yo voy a dormir.

 Y con eso, la pelirroja se dirigió a las escaleras.

 —¡Espera! ¿Quién es esta? —preguntó Klair.

 —Es la sombramante.

 —¿La sobrina de Naidia?

 —Por supuesto, imbécil. ¿Qué otra sombramante conoces?

 —¿Y qué pasa con el ulemo y Shu... la psíquica?

 —Iba a traer también al ulemo, pero la mandjetita resultó ser problemática.

 —¿Shura te ha visto usar un teletransportador?

 —¡Sí! ¿Vas a molestarme más con tus preguntas?

EsdriaWhere stories live. Discover now