Final (+18)

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Dejar a los niños en el jardín no es fácil, mucho menos cuando tiene a Jin llorando en sus piernas, Felix está hincado al lado del niño convenciéndolo y Sam también intenta ayudar.

—Jin, solo será un rato, uno pequeño —dice el rubio con una sonrisa—. Vamos, amor, ahí está el tío Minnie también, y Akemi ya te está esperando.

Beomgyu y Yeonjun están a su lado despidiendo a su hija con una sonrisa, la niña está igual de animada que Sam.

—Jinnie —lo llama, cargándolo y llenándolo de dulces feromonas que ayudan a calmarlo—. Papi y yo estaremos aquí esperándote, no nos vamos a mover de aquí.

—¿Si? —pregunta el menor con su voz rota.

—Si, amor, y si te sientes mal o quieres volver a casa pues nomás le dices al tío Minnie y yo entraré por ti.

—Vamos, Jinnie, vamos a jugar mucho y conocer a más Omegas —anima Sam, tomando la mano de su hermano y guiándolo a la entrada.

—¿Y Alfas?

—¿Para qué quieres a otro Alfa si me tienes a mí y a papá? —el ceño fruncido de su hijo lo hace reír—. ¡Nos vamos, papis!

Felix les da un último abrazo y les acomoda el uniforme antes de verlos irse corriendo tomados de la mano.

Puede ver el temblor en los labios de su Omega, no es fácil para él, incluso si solo son unas pocas horas se ha adaptado a la rutina de estar acompañado por los gemelos en cada momento.
—Ellos estarán bien, amor.

—¡No te sientas mal, Lix! —se acerca Beomgyu—. Se supone que veníamos a criticar omegas —susurra—. Mira ese de gorra, el niño es güerito güerito y el Alfa y el Omega se ven color humilde, como que ahí hay algo raro.

Felix parece animarse un poco con eso y le sigue el juego al otro omega, ambos con sus susurros indiscretos y observando a todos los padres de familia que están ahí para dejar a sus hijos.

—Ustedes son unas chusmas —se une Yeonjun—. Pero miren a esa Alfa, ¿no es la de la calle de atrás de la casa? Y ese no es su omega, eh, pero el niño se parece a ella.

Los cuatro observan la escena que señala Yeonjun, ahora demasiado interesado en eso, están siendo demasiado obvios, pero no les importa.

Pasan la siguiente media hora charlando y criticando a cualquiera que vean entre risas, hasta que la mayoría de los padres se han retirado y los niños ya están en sus aulas.

—Volvamos, Lix —el Omega suelta un suspiro y asiente caminando hacia el auto—. ¡Por fin tendremos tiempo a solas!

—¿No tienes que ir a trabajar?

—Les dije a los chicos que hoy no habría entrenamiento.

—Eres un desesperado.

Se acerca a Felix besándolo con sutileza, tomándose el tiempo de sentir los belfos del menor, tan adictivos y deliciosos.

—Felix, ¿lo de marcarte...?

La mirada sincera de su Omega le llena el pecho de emoción. Cuatro años han pasado y sigue convirtiéndose en un estúpido cuando Felix lo mira de esa forma.

A pesar de sus peleas y discusiones, de los bajos que han tenido, y que ambos han hecho idioteces, no hay nada de que no han podido superar.

—Quería esperar a mi próximo celo, pero...

—Ya me hiciste esperar cuatro años.

—Entonces puedes esperar un mes más.

Niega con una sonrisa y lo hace entrar en el vehículo.

Piel Con PielWhere stories live. Discover now