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Natsuo y Misaki estaban en la habitación que habían destinado para el futuro bebé, trabajando juntos para ordenar y preparar todo. Habían pasado horas organizando y colocando las cosas en su lugar, tratando de crear un ambiente acogedor y seguro.
Natsuo sostenía una caja con ropa de bebé mientras Misaki doblaba cuidadosamente algunas mantas y las colocaba en un estante. A medida que avanzaban, ambos se esforzaban por no solo hacer espacio físico, sino también mental, preparándose para los cambios que se avecinaban en sus vidas.
─ Creo que este rincón aquí será perfecto para la cuna ─ sugirió Natsuo, mirando alrededor con una sonrisa de anticipación.
Misaki asintió, apreciando el entusiasmo de Natsuo a pesar de sus propias luchas internas.
─ Sí, definitivamente. Podemos colocarla cerca de la ventana para que reciba algo de luz natural durante el día.
Mientras Natsuo movía la caja hacia el rincón designado, Misaki se detuvo por un momento, sosteniendo un pequeño juguete de peluche en sus manos. Se encontró sonriendo débilmente al imaginar a su hija jugando con él en el futuro.
Natsuo notó la expresión de Misaki y se acercó suavemente.
─ ¿Estás bien, Misaki? Sé que todo esto puede ser abrumador a veces.
Misaki simplemente asiente en silencio y sigue su trabajo.
Natsuo sostenía un par de cortinas nuevas mientras las medía junto a la ventana, entusiasmado con la idea de cómo completarían la habitación.
─Creo que estas cortinas le darán un toque perfecto al ambiente─ comentó con una sonrisa, esperando involucrar a Misaki en la conversación.
Misaki estaba doblada sobre una caja de juguetes que habían empezado a organizar. No levantó la mirada cuando respondió con un tono algo apagado.
─Sí, supongo que sí
Natsuo notó la falta de entusiasmo en la voz de Misaki y dejó las cortinas sobre la cama antes de acercarse a ella con cuidado.
─¿Estás bien, Misaki? No pareces tan emocionada como esperaba
Misaki suspiró mientras cerraba la caja de juguetes con un gesto lento.
─Lo siento, Natsuo. Es solo... no me siento tan emocionada como debería estarlo. Me siento... abrumada, supongo
Natsuo asintió y se acercó a ella para abrazarla.
Misaki estaba de pie frente a la imponente entrada de la agencia de Keigo. Sujetaba una carpeta con las ecografías de su bebé, esperando que, al verlas, Keigo pudiera cambiar de opinión y mostrar algo de interés en la vida que habían creado juntos. Su corazón latía con fuerza mientras cruzaba el umbral de la puerta y se dirigía a la recepción.
