54-Cumpleaños (parte 2)

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—Ekaterina

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—Ekaterina.

Para mucho veinte años no significaba gran cosa, cumplir esa edad no era más que un número que te deja suspendido entre dos aguas, la madures y la juventud. Muchas personas a sus 20 años ni siquiera saben lo que quieren de su vida, pero yo lo tengo muy claro.

Tengo muy resuelto mis deseos. Se que quiero este matrimonio, sé que quiero aprender a perfeccionar mi afición por la cocina y convertirlo en una profesión de ser posible, sé que quiero a mis amigos cerca y a mis enemigos muy lejos. Se que nunca regresaré a cruzar el atlántico e ir a donde nací, se que esa vida la suplantaré con nuevos recuerdos.

Se que quiero a mi hermana cerca de mí, pero sobre todo que quiero ser madura y afrontar las decisiones con firmeza.

Esta mañana al despertar vestida únicamente por una camiseta de Connor y desnuda debajo, no esperaba encontrarme sola en la cama, lo que me hizo sentir ligeramente decepcionada, pero dicha decepción se vio suplantada cuando termine por sentir un aroma peculiar y un ruido bajo provenir desde afuera de nuestra habitación, un espacio enorme que me asombro al estar aquí por primera vez, hace una semana atrás cuando Connor me arrastro alegando que ahora dormiría allí con él todas las noches, no tuve, ni quise protestar ante eso, por lo que me deje arrastrar a su cueva minimalista de colores neutros y sin decoración alguna que me prometí reavivar tan pronto no nos dedicáramos a solo llenarla de gemidos cada dia.

Cuando camine fuera de la habitación y a traveseé el piso hasta llegara la cocina, no esperaba encontrarme con la imagen que vi allí. Deje de tallar mis ojos y quede boquiabierta al ver a Connor de pie frente a la estufa, con un pantalón de chándal, el pecho al descubierto, el cabello alborotado, descalzo y con una espátula que removía dentro de una paila una especie de masa blanca aguada.

¿Cuántas veces lo he visto frente a la estufa o preparando cualquier comida?

Nunca.

La imagen es de los más sombrosa y chistosa. Me siento como si me hubiera levantado en un mundo paralelo, pues la visión no era para nada algo que esperaba ver alguna vez en mi vida.

Lo escuche gruñir algo ininteligible e inclinarse sobre la estufa que tenía las llamas muy altas, mientras la mezcla desprendía humo y un aroma dulce que me empalago al instante.

— ¿Por qué no se endurece? — le escucho preguntar una voz cargada de frustración, mientras lo veo tomar el mango de la paila y moverla de un lado a otro como si eso le podría ayudar a resolver el asunto.

—¿Qué estás haciendo? — mi voz lo hace detenerse de lo que sea que esta haciendo y lo veo girar a mí, cuando lo hace su rostro se presenta y entonces veo la ligera mancha en una de sus mejillas de algo parecido a la harina.

—¿Qué haces aquí? — me detalla con la mirada y su ceño fruncido no me asusta, aunque en el fondo parece ligeramente apenado.

—Pues vivo aquí, ¿no? — pregunto recostado uno de mis hombros sobre el marco de la puerta corrediza que está abierta por completo. Detallo su cuerpo alto, su musculatura dura y marcada, la verdad que la visión de él de pie, preparando lo que sea en la estufa, es una imagen digna de una galería de arte, lo que me hace morderme el labio.

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Habitación 215 [#2 Los Wellington]Where stories live. Discover now