Capitulo 70: Los Ángeles

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En sus estrechos espacios en el carguero, Deborah se inclinó hacia Lorenzo, con los ojos llenos de preocupación. "Entonces... ¿crees que alguna vez regresaremos a la ciudad de Nueva York?"

Lorenzo asintió tranquilizadoramente, en voz baja y confidencial. "Por supuesto, Deb. Es sólo que estas dos familias que me siguieron, tienen mucha influencia en la ciudad".

Deborah frunció el ceño y su preocupación era palpable. —¿Son más poderosos que los Corleone? Tienes conexiones con ellos, ¿no?

Lorenzo sacudió la cabeza: "No, no lo son. Pero la familia Barzini ha estado tomando medidas y está cerca de los Corleone en el poder. Sólo les falta influencia y atracción política en comparación con los Corleone."

Deborah frunció el ceño. —Si los Corleone son tan poderosos, ¿por qué no les pedimos ayuda contra los Barzini y los Tattaglia?

Lorenzo se rió secamente. "No es tan simple, Deb. Los Corleone no irían a la guerra por nosotros, no sin algo a cambio. Y si lo hicieran, no serían sólo los Barzini y los Tattaglia con quienes se estarían enredando". . También hay dos familias más involucradas ".

Deborah suspiró y se pasó una mano por el pelo. "Caray, Lorenzo, no tenía idea de que la mafia italiana fuera tan complicada".

Lorenzo asintió con expresión sombría. "Tienes razón, Deb. Especialmente con las cuatro familias presionando a los Corleone también. Las tensiones son mayores que nunca".

Deborah lo abrazó con fuerza y ​​su voz se apagó en su hombro. "Solo quiero que estemos a salvo en Los Ángeles, ¿de acuerdo?"

Lorenzo le acarició el pelo con voz tranquilizadora. "Estaremos bien, lo prometo. No dejaré que nada te pase, créeme".

Mientras se consolaban mutuamente, su conversación pasó de los peligros del inframundo a temas más íntimos.

Pronto, sus susurros y miradas furtivas se hicieron más audaces y la pasión los superó. El sonido de sus gemidos ahogados llenó los estrechos espacios, pero nadie se atrevió a interrumpir a los jóvenes amantes que buscaban consuelo en los brazos del otro.

***

En la opulenta mansión de la familia Barzini, Emilio Barzini y su hijo, Emilio Jr., estaban sentados en el estudio con Don Tattaglia, el jefe de la familia Tattaglia. La habitación estaba llena de humo de cigarro mientras hablaban de negocios.

En ese momento, irrumpió su consigliere, Domenico Mazza, anunciando que Lorenzo Lupo y sus hombres acababan de abandonar el Lower East Side de la ciudad de Nueva York.

Emilio padre dio una calada a su cigarro, con evidente irritación en su voz. "Entonces, este Lupo se escapó, ¿eh? Esos matones irlandeses son tan inútiles como siempre".

Don Tattaglia resopló en señal de acuerdo. "¿Se llaman a sí mismos gánsteres? ¡Ni siquiera podrían encargarse de un pez pequeño como él!"

Emilio Jr. se encogió de hombros, desestimando la noticia. "No es más que un delincuente de poca monta, papá. Tenemos cosas más importantes que hacer".

Don Barzini asintió y sus pensamientos se dirigieron a la familia Corleone. Don Vito Corleone y su heredero, Sonny, eran las verdaderas amenazas. Mientras los vigilaran, este personaje de Lupo sería la menor de sus preocupaciones.

"Lorenzo Lupo no es nuestra principal preocupación", dijo Don Barzini, mientras fumaba su puro. "Nuestra prioridad es acabar con los Corleone, especialmente con Vito y su hijo mayor, Sonny. Ahí es donde reside el verdadero poder".

Don Tattaglia asintió con la cabeza en señal de acuerdo.

Domenico Mazza, su consigliere, no pudo evitar intervenir. "Con el debido respeto, don Barzini, don Tattaglia, sé de primera mano lo peligroso que puede ser Lorenzo Lupo. No es un hombre al que hay que subestimar".

El Sistema del PadrinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora