CAPITULO 47

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ESTUVO CERCA

Michael

Toco el timbre del apartamento de Elías, no dormí, no desayuné, le dije al abuelo que tenía que hacer algo importante del trabajo.

Elías me abre, tiene el pelo alborotado, está en pijama.

—¿Mike? 

Entro al apartamento, escucho que el cierra la puerta. Me giro para hablarle.

—Ayer ví a Patricia caminando golpeada... con sangre en el labio...

Elías entra a la cocina, se lava la cara.

—Ya lo sé, yo también la he visto —se sienta en el banco— tiene una semana que sale... en ese estado del bar...

—¿Por qué no me lo habías contado? —le reclamo.

—No pensé que te interesaría su vida... fuiste claro al decir que no querías saber nada de ella.

Lo sé, estoy consciente de que dije eso, pero esto es totalmente diferente.

—Elías... ella estaba mal... estaba muy alterada... triste... sentí como que si ella...

—Ella ¿qué? —se levanta y me toca el hombro.

—La sentí muy cansada Elías.

Me dejo caer en el mueble.

—Es como... si ya no quisiera vivir... ese tipo abusa de ella...

Elías se sienta a mi lado.

—Ellos abusan de todos nosotros Mike, ¿sabes algo de su vida? —niego con la cabeza— ¿Qué podemos hacer?

—No lo sé, solo se me ocurrió darle las pastillas para que no tenga que acostarse con esos cerdos...

—¿Confías en ella? —sujeta mi brazo— yo no tengo problema, si estás seguro... lo hacemos.

Sé lo que me trata de decir, dejo caer mi espalda en el mueble, no sé que hacer.

—La ví mal Elías, la ví super mal... no quiero que algo... peor le pase... nadie merece vivir... esto...

Mi voz se quiebra, prefiero callarme.

—Tranquilo, —Elías soba mi espalda— lo haremos, hoy hablaremos con ella, solo esperemos que ella no nos delate.

Ese también es mi miedo. 

Elías y yo salimos a desayunar algo, cerca del edificio donde vive. Estamos en una cafetería conversando, realmente siento que recibí un puño en la cara, aún no deja de dolerme la situación de Patricia. 

—¿Y cómo vas de lo otro? —suspiro.

—No me ha llamado, ni escrito... —con Elías me sinceré al sentirme solo— eso solo confirma que ella jamás me vió como su amigo...

—Pienso que solo se equivocó, Mike, ella te llamó, te dejó mensajes, tú me contaste que ella lloró...

—Lágrimas de cocodrilo.

Elías suspira, bebe un trago de su jugo.

—Estás molesto, tienes toda la razón para estarlo —asiento— y no me mientas te duele más porque te enamoraste de ella, —me señala con el dedo— y no me contradigas... Mike —sujeta mi brazo— lo que ella hizo estuvo mal...

—Muy mal.

—Muy mal, pero también creo que se arrepintió, y creo que no te llama porque decidió darte espacio... —miro hacia la ventana— ella te fue a buscar a tu casa ese mismo día.

EXTORSIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora