1 | ένα | Después de Gea

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Antes de Gea, la Tierra, solo existía Caos, y después hubo un linaje de titanes y monstruos que lucharon por gobernar el mundo

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Antes de Gea, la Tierra, solo existía Caos, y después hubo un linaje de titanes y monstruos que lucharon por gobernar el mundo. Gea concibió a Urano y Ponto, el Cielo y el Mar, y con ellos engendró más hijos poderosos y peligrosos. La unión de Gea con Ponto dio lugar a los seres que habitarían las aguas, desde dioses a ninfas. Sin embargo, fue la alianza de Urano y Gea la que cambiaría el curso de la historia.

Los hijos e hijas de Gea y Ponto solían ser monstruosos, y en un principio ocurrió lo mismo con quienes descendían de Urano. Él odiaba a todos sus hijos, sobre todo a los Cíclopes y los Hecatónquiros, bestias con un aspecto terrible que enterró para apartar de su vista. Gea lloraba por ellos, y Urano se negaba a ofrecerle algún consuelo. Poco a poco, ella se volvió en su contra y convenció a los pocos hijos que no habían desaparecido, los titanes, a conspirar contra su padre.

Crono era el hijo más joven de Urano y fue el único que tuvo el valor suficiente para enfrentarse a él. Gea le entregó una hoz para atacarle. Crono esperó, escondido en uno de los rincones de la cámara que compartían sus padres, y llegado el momento salió de las sombras para herir a Urano. El corte fue profundo y suficiente para evitar que su padre engendrara más hijos. Su sangre se derramó sobre Gea y de ahí nacieron espíritus de venganza, ninfas que se convertían en árboles y los famosos Gigantes. El resto de la sangre se mezcló con el mar y entre la espuma nació Afrodita, antes de que fuera conocida como la diosa del amor.

Aquella noche fue el fin de Urano, que amenazó a Crono con una profecía: «Será tu propio hijo quien te arrebate el poder que tienes ahora, del mismo modo que tú me derrocaste a mí».

Y Crono jamás olvidó esa frase.

Rea, también hija de Gea y el derrotado Urano, tuvo seis hijos con Crono. La primera fue Hestia, y luego le siguieron Deméter, Hera, Hades y Poseidón. Crono engulló a cada uno de ellos para evitar que algún día le vencieran. Rea se cansó de ver cómo el padre de sus hijos la apartaba de ellos sin piedad, y visitó a Gea, quien conoció un sufrimiento parecido años atrás, para trazar un plan cuando naciera su último hijo: Zeus.

Zeus nació en Licto, al oeste de Cnosos, y Rea le ofreció a Crono una piedra envuelta en pañales para hacerle creer que era su bebé. Una vez completado el engaño, Zeus pasó los días oculto en una cueva del monte Ida, en Creta. Algunas ninfas y animales se encargaron de amamantarle hasta que creció lo bastante para enfrentarse a Crono, y Gea le dio un emético para envenenar al titán. El plan funcionó y Crono vomitó a sus hijos, ya crecidos por el paso de los años. Entonces comenzó la Titanomaquia, una guerra que duró diez años.

Los titanes liderados por Crono se establecieron en el monte Otris, mientras que Zeus y sus hermanos se quedaron en el monte Olimpo. Pasaron años de batallas y seguía sin haber vencedores. Una vez más, fue Gea quien desequilibró la balanza y le dijo a Zeus que necesitaban a los Cíclopes y a los Hecatónquiros para ganar. Zeus les liberó y les ofreció el alimento de los dioses, néctar y ambrosía, para que se recuperaran.

Los Cíclopes hicieron regalos a los tres hermanos olímpicos para garantizar que ganarían a los titanes. Entregaron el casco de invisibilidad a Hades, el tridente a Poseidón y el rayo a Zeus. Armados y preparados, lucharon durante días hasta que encerraron a los titanes caídos en el Tártaro. Los Hecatónquiros se convirtieron en los guardianes de la prisión que mantendría encerrados a los primeros hijos de Gea.

Los seis hermanos olímpicos se alzaron como los «nuevos dioses», y los tres varones acordaron diferentes reinos por sus méritos de guerra. Zeus heredó el reino de los cielos y estableció el monte Olimpo como su residencia principal. Poseidón se quedó con el dominio de los mares y dijo que viviría en un castillo bajo el mar cercano a Samotracia. Por último, Hades acordó que gobernaría el Inframundo, un lugar donde convivía la gloria y el horror, un hogar de contrastes donde podían vivir encerrados los titanes en el Tártaro y al mismo tiempo crecían flores y árboles exuberantes en el Elíseo. Fue allí donde Hades probó la granada, una fruta que solo crecía en la Isla de los Bienaventurados. Solo bastaba con tomar unas semillas para quedar vinculado a la tierra del final, y él aceptó la condición de quedarse para siempre allí.

Hades se convirtió en el rey del Inframundo, el destino que más temían los dioses y los mortales.

Hades se convirtió en el rey del Inframundo, el destino que más temían los dioses y los mortales

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Si os gustan los dioses griegos, pasaos por el libro de dibujos basados en memes y mitos que tengo en mi perfil: Memelogía griega <3

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El abrazo de Hades | Hades y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora