A pesar de los problemas y desafíos del pasado, su conexión y vitamina era tan fuerte que siempre había amor entre ellos en el futuro. Juntos, aprendieron a superar obstáculos, fortalecerse mutuamente y construir un amor que resistió el paso del tie...
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barranquilla, colombia. 10 de septiembre de 2024. 1:53pm
📍estadio metropolitano roberto meléndez
— que. hijueputa. calor. esta. haciendo.— hablo tatay poco a poco mientras visualizábamos la hinchada colombiana.
hoy nos encontrábamos en la hermosa y calurosa ciudad de barranquilla viendo uno de los partidos de las eliminatorias para el mundial. hoy colombia jugaba contra argentina, por lo que había un ambiente un poquito fuerte por el desacuerdo que se ha tenido desde hace cierto tiempo.
tenía la camisa amarilla de la selección, obvio con el dorsal de richard, y tatay igual. cómo siempre, él era mi acompañante a los partidos de mi novio.
— ¿quiere agua?— le ofrecí a tatay mientras visualizaba cómo un vendedor de líquidos variados se acercaba.
— no, pola.— dijo y lo mire incrédula.
— ¿de buena?— dijo y asintió.
— pues, bueno. — me encogí de hombros y con señas extrañas trate de llamar al señor, pero fallé en los intentos.
— ¿que son esas señas satánicas, maría camila?, así no.— me dijo tatay.
— pille así. ¡oe, cucho, el de las polas, llegue, llegue papi!— grito tatay, y solo bastaron unos segundos para que el señor lo viera, y agarrara la bandeja con los líquidos y se acercara más a nosotros.
— así se hace, guevarda.— me dijo y reímos.
— joda que hijueputa calor.— llego diciendo el señor y reímos tatay y yo.
— de polita, corona, pilsen, águila, águila light. y ya les tengo las gaseositas, maltica, ah y por si ustedes quieren ya mecatico, también se los tengo. — ofreció mostrando cada producto.
— ¿usted que quiere?, ¿águila ligth?— le pregunté a pablo.
— pfff, ¿vos es que sos marica?, eso es pa cacorros camila.— me dijo tatay y el señor rio. yo lo mire feo.
— papi deme una águila normal si me hace el favor.— le pidió tatay, el señor se la entrego y yo iba sacando los billetes de un monedero.
— a mi me da porfa una águila normal también.— le pedí y me la entrego.
— ¿cuanto es así señor?— le pregunté mientras las destapaba y daba un breve sorbo.
