Capítulo 22: El pasado presente

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Inuyasha

Me quedé sin aliento, verdaderamente estaba frente a Kahori, ¿Cómo era eso posible?

Aunque... su aroma no es el mismo, es decir, es similar al que recuerdo pero... tiene algo diferente.

- Disculpe. - me sonrió y se alejó, dejándome sin saber que hacer exactamente.

Kahori... ¿Qué estas haciendo en este mundo?

La voz de aquel hombre me trajo de nuevo a la realidad, haciendo que llevara mis ojos a él y recordara en donde estaba, lo que estaba haciendo y lo que tenía que hacer.

Kagome.

Miré en todas direcciones pero mi mente aún no salía del shock y no lograba identificarla. Traté de guiarme por su aroma, pero sólo di un par de pasos antes de que una mano sostuviera mi brazo con firmeza.

- Coqueto, ¿listo?

- Miroku. - lo miré.

- ¿Qué pasa? Estás pálido, casi como si hubieses visto a un fantasma.

- Lo hice.

- ¿Qué?

- Ven. - esta vez fui yo quién tomó su mano y lo llevé al mismo sitio en el que había estado con Kagome.

- Oye, no es por nada pero... esto se debe haber visto demasiado raro. - pronunció al ingresar, elevando la mano que yo sostenía.

- ¡Idiota! - lo solté. - ¡No estoy para bromas! ¡¿Es que no te das cuenta?!

- De acuerdo, puedo verlo perfectamente, dime ¿Qué sucede?

- Kahori.

- ¿Kahori?

- Ella esta aquí. - a través de esa máscara pude ver como abría ampliamente sus ojos. - Y no, no fue un sueño, no fue una ilusión, no fue alguien similar, es ella, no tengo dudas.

- ¿Estas...?

- ¡Por supuesto que estoy seguro! ¡Maldición! - volteé, llevando mi mano a mi cabello en una clara señal de frustración.

- ¿Y por qué estas molesto?

- ¡¿Por qué estoy molesto?! ¡Porque ella esta aquí esta en esta fiesta, en este maldito mundo!

- Inuyasha, estas hablando de la mujer por la que ibas a abandonarlo todo... la persona que más amaste en esta vida.

Y ahí caí en cuentas de que tenía razón. ¿Cómo era posible que estuviese enojado al saber que estaba con vida? ¿Qué demonios me estaba sucediendo?

- Entiendo, debe ser un shock muy grande el volver a verla, después de todo pasaron cientos de años pero...

- Miroku. - lo interrumpí al darme cuenta de otra cosa. - Ella no me reconoció.

- ¿Cómo?

Ella... jamás pareció notar quien era yo.

- Eso. Ella y yo chocamos y... se fue, sin decirme nada.

- ¿Estas diciendo que no recuerda nada? ¿Acaso será una especie de reencarnación?

- No, no lo es.

Aunque su aroma no sea cien por ciento igual, es ella, no tengo ninguna duda.

- Puedo jurarte por mi vida que se trata de ella y se que nadie la conoce mejor que yo.

- De acuerdo, de acuerdo, te creo pero... esto tendrá que ser tema para otro momento. - miró la puerta al notar que la música se había reanudado. - Tenemos que trabajar.

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