CORTO XVII: AU CANON

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"Puede que falle mil veces..."

•~•

Con sigilo Tomioka se acerca, pasa las habitaciones y se detiene en el pasillo observando a su presa.

Como el excelente cazador que es, se queda quieto, escondiéndose un poco tras la pared, viendo como su
víctima se mantenía serena.

Obanai estaba sentado en seiza sobre el piso de Tatami, dándole la espalda mientras leía con tranquilidad algún libro desgastado.

Tomioka observa sus movimientos y los analiza, agachándose un poco al suelo para mayor chance de no ser descubierto.

Se siente decidido, diciéndose mentalmente así mismo que este es el día, hoy por fin, después de tantos intentos podrá completar su mayor deseo.

Evitando respirar demasiado fuerte se acerca, está gateando en el suelo, parecía una especie de lagartija en afán de mantenerse silencioso.

En un punto Obanai da una especie de brinco y Giyū se detiene, pega su cuerpo al suelo queriendo ser confundido con una alfombra exótica, Iguro parece que escuchó algo, demostrando tener sus sentidos agudos, pero solo gira su cabeza lateralmente sin percatarse de la presencia de Tomioka.

Perfecto, la presa sigue leyendo.

Giyū siente sus ojitos brillar en emoción y camina, cada vez más lento, dando pequeñas pausas para camuflarse en el entorno.

Es su mejor tecnica, ser extremadamente silencioso y extremadamente lento, siendo invisible a la vista del ojo humano, se convierte en un mueble de decoración.

En algún momento no camina como lagartija, se pega más al suelo y se arrastra un poco, como serpiente, ya casi pudiendo sentir en sus dedos la suavidad de la victoria.

Pero hay un pequeño problema.

Uno que la ágil mente de Giyū no pudo ser capaz de dimensionar.

Kaburamaru, aquella pequeña serpiente, la cual estaba posada en la cabeza de su compañero. Se había dado la vuelta, abriendo sus ojos rubis al ver al Pilar del Agua en tal posición.

Era un desastre.

Un pequeño movimiento en falso y todo su plan se destruye.

Giyū no es capaz de terminar de comprender la tan cercana relación que tiene su Obanai con Kaburamaru, pero puede decir que es de envidiar, animal y humano parecieran ser uno. Sienten lo que el contrario siente. Odian lo que el contrario odia.

Sin embargo, lo más importante de todo, aman lo que el contrario ama.

Es por eso que tras una pequeña mirada de súplica al albino animal, Kaburamaru saca en silencio su lengua, casi como si estuviera sonriéndole con aprecio al novio de su dueño, para después moverse y seguir viendo lo que Obanai estaba haciendo.

Giyū reprimió las ganas de festejar, pero en silencio concordó en darle ratoncitos extra como premio.

Se acerca, otra vez,  sintiendo como la adrenalina por ser atrapado iba subiendo, acelerando su corazón, Giyū agradece en su mente que Iguro no tenga el súper oído de Uzui, de lo contrario estaría por completo perdido.

°-Cortitos De Amor-°GiyuOba°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora