Capítulo 13

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Llegue a casa, baje del auto y entre a mi porche. Pase por la sala de la casa rápidamente, y subí las escaleras hacia el segundo piso.

Estuve sumergida en mis pensamientos; me sentía una mala persona, me sentía una mala amiga.

¿La razón? No me había dado cuenta de que había dejado a Loren a un lado.

No me había dado cuenta que me importaba poco lo que pasara con ella, me había convertido en una persona egoísta pensando solo en mí y lo que ocurriera con Robin, nada más.

Quizá Loren no fue la persona que logró cambiarme como lo hizo Robin, pero ella fue quien estuvo conmigo todo ese tiempo, era la que intentaba sacarme de casa a como diera lugar, así fuera solo a comprar lo que necesitábamos en la tienda.

Fue la que dijo: "Si no puedes contra ellos, úneteles". Y así fue como dejo de quitarme mis libros para regalarme más.

Fue la que cuando cometía desastrosos errores, me ayudaba a solucionarlos y estaba junto a mi apoyándome.

Estuvo conmigo cuando nadie más quería, cuando nadie me escogía en las actividades de la escuela y cuando a nadie le gustaba que me sentara a comer con ellos.

Ella fue todo eso y yo olvide lo que ella era, lo que ella fue y que a pesar de todo sigue siendo, mi mejor amiga.

Como dije antes, lamentar no solucionará nada; ya que lo hecho, pues hecho esta. Ahora solo me quedaba el presente para enmendar mis errores.

Para empezar, decidí organizar lo que haría; los viernes saldría con Robin, tampoco es que intentare recuperar a alguien perdiendo a otra, así no.

Los sábados saldré con Loren y ni ella ni Robin podrán decir que no, porque ¡Lo que Nicole Alemany dice va a misa, señores!

Después de anotar lo que haría este fin de semana, me acosté a escuchar música, no tenía tarea ni tampoco tenía ganas de dormir, así que escuchar música sería la mejor solución.

Busque en mi teléfono mis canciones, puse el modo aleatorio y así estuve, escuchando música hasta que papá llego, por fin. No baje a saludarlo como es de costumbre, pero el si subió a mi habitación.

—Hola hija. —Dijo papá examinándome con la mirada.

Al ver que no respondía, volvió a hablar.

—Pareces enfadada, ¿suspendiste algún examen hija? —Preguntó papá preocupado.

—No papá.

—Entonces... ¿No te gustó la comida refrigerada? —Preguntó, con tono burlón— ¿Estaba muy frío el refrigerador?

—Tampoco, ni siquiera comí hoy aquí, salí a comer con Loren. —Respondí, ignorando su broma.

—¿No te gusto el auto? Se que esta pequeño pe...

Lo interrumpí antes de que terminara de hablar.

—No, no es eso, me encanto en realidad gracias —Me levante de la cama y lo abracé.

—¿Entonces qué es? —Preguntó, se separo y me miraba directamente a los ojos, que irradiaban preocupación.

—No es nada, porque no estoy enfadada papá, tranquilo. Simplemente, estaba pensando, nada más.

—Hubieras empezado por ahí. —Rodó los ojos. —Espero que estés bien entonces, que descanses hija. —Seguido de decir esto me dejo un tierno y casto beso en al frente.

No respondí, me limité a asentir con la cabeza. Papá salió de la habitación cerrando la puerta antes de seguir a donde sea que fuera.

Volví a acostarme en la cama, no tenía ganas de seguir escuchando música, quería dormir; aunque no tuviera sueño.

Estuve dando vuelas en la cama durante horas, no era capaz de conciliar el sueño; cuando por fin lo logré, sentí que solo había dormido durante un minuto.

Abrí los ojos y tuve que cerrarlos de nuevo ya que por la ventana estaban entrando rayos de sol, que justamente chocaban contra mí.

Me levante perezosa, con mi cuerpo moviéndose tan despacio que parecía a cámara lenta. Sentí cada una de mis articulaciones doler con cada movimiento que daba; con este gran animo que tenía, saqué de mi armario el uniforme y me vestí ¿quién necesitaba bañarse todos los días? Había que ahorrar agua.

Me dirigí al baño para arreglar mi cabello, pero fue imposible así que tome una goma y lo recogí en una cola alta, hice lo que necesitaba en el baño y me dirigí a la cocina.

Baje y encontré solo a papá sentado en su lugar habitual, fruncí el ceño confundida.

—¿Donde esta mamá?

—Carla se quedo a dormir en la casa de tu tía anoche, vuelve hoy cuando salga de trabajar. —Respondió papá.

Como respuesta asentí con la cabeza, esto se me estaba volviendo una costumbre.

Iba a salir ya de casa pero papá me detuvo.

—¿No vas a desayunar?

—No quiero, no tengo ganas de comer. Quizá coma en el instituto —Dije con una medio sonrisa.

Su rostro se contorsióno en desaprobación.

—Por lo menos llevate un paquete de galletas, se que tu no comerás en el instituto, te conozco hija. —Dijo papá negando con la cabeza.

De mala gana fui a la cocina por unas galletas, sin decir nada más salí de casa y subí al auto, en cuestión de segundos ya estaba de camino a el instituto.

Me tocaban dos horas de química, y luego geografía, aquí vamos.

***

Quedarse dormida es lindo; sin embargo, no lo es cuando todo el salón, incluido el profesor, se da cuenta.

No es mi culpa, que el sueño me ataque y yo pierda la batalla. Cuando el profesor empezó a explicar un tema; que ni entendía ni tampoco tenía muchas ganas de entender, intente luchar para que su aburrida explicación me diera ánimos y no más ganas de dormir, pero termine durmiendo ambas horas de clase encima del pupitre. Para mí suerte, él profesor no me dio un castigo; lo cual agradezco infinitamente, no podría soportar otro castigo.

Por lo menos esa siesta en las horas de clase de química me ayudo bastante, ya no tenía sueño lo que me sirvió para mantener viva en la clase de geografía.

En cuanto sonó el timbre avisando el inicio del receso; me levante de golpe del asiento, aunque todos los estudiantes siguieran sentados, no me importó. Tome mis cosas y salí apresuradamente de la clase.

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