The Story Of Us

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Tory nunca pensó que las cosas entre ellos terminarían así. Había imaginado tantas veces que un día contarían su historia con una sonrisa en el rostro, hablando de cómo todo empezó: las chispas que volaron en ese primer encuentro, la forma en que siempre encontraban excusas para pasar más tiempo juntos. Solían ser inseparables, dos mitades que encajaban perfectamente, complementándose en sus diferencias.

 Pero ahora, en una sala llena de gente, ni siquiera podía mirarlo sin sentir que algo dentro de ella se rompía, una y otra vez, como si estuviera atrapada en un ciclo de dolor que nunca terminaba.

Él estaba allí, a unos metros, sentado con Hawk y Demetri, riéndose de algo que Hawk acababa de decir. Parecía tan despreocupado, como si nada hubiera pasado entre ellos. Tory entrecerró los ojos, tratando de descifrar su expresión. ¿Era real esa risa? ¿O era solo una fachada, como la que ella misma había perfeccionado con el tiempo? Quería creer que detrás de esa máscara de indiferencia, él también estaba lidiando con el mismo torbellino de emociones que la mantenía despierta por las noches.

Había un tiempo en el que su lugar estaba a su lado, compartiendo bromas y secretos que nadie más entendía. Solían tener su propio mundo, un espacio donde no importaban las peleas ni las rivalidades externas. Ahora, cada vez que entraba a una habitación, lo primero que hacía era buscarlo, solo para encontrar ese espacio vacío entre ellos. No importaba cuántas personas estuvieran allí; siempre se sentía sola.

"¿Cómo llegamos aquí?" pensó, apretando la mandíbula mientras fingía estar interesada en una conversación trivial con Sam, quien hablaba de algo relacionado con su última clase de la universidad. Pero ni siquiera podía concentrarse en las palabras de su amiga. Todo lo que podía hacer era recordar.

Recordar los días en que pasaban horas hablando sobre cualquier cosa y todo a la vez. Cuando él era la única persona que podía hacerla reír incluso en los peores momentos, cuando el peso de la vida parecía insoportable. Cuando la forma en que él decía su nombre hacía que su mundo se detuviera por un segundo. Pero una simple complicación —una falta de comunicación que ninguno quiso admitir— los había llevado a esto: un silencio tan fuerte que parecía ensordecerla, un abismo que crecía con cada segundo que pasaba.

Ella sabía que debería irse, que quedarse solo empeoraría las cosas. Pero sus pies no se movían. Era como si una parte de ella se aferrara a la posibilidad, por pequeña que fuera, de que él cruzara la sala y le hablara. Parte de ella esperaba, aunque fuera en vano, que él se acercara, que rompiera ese muro invisible que los separaba.

Robby la vio desde el otro lado de la sala. No podía evitarlo. Siempre la encontraba, incluso cuando intentaba no hacerlo. Había algo en ella que atraía su mirada como un imán, algo que no podía ignorar por más que lo intentara. Su cabello caía sobre su rostro mientras jugaba distraídamente con una servilleta, y su ceño ligeramente fruncido le decía todo lo que necesitaba saber: ella seguía dolida. Igual que él.

Pero no podía acercarse. No después de todo lo que había pasado. Había tantas cosas que quería decirle, tantas veces que estuvo a punto de llamarla para explicarle por qué se había alejado. Pero cada vez que lo intentaba, su orgullo lo detenía. ¿Y si ella no quería escucharlo? ¿Y si era demasiado tarde? Ese miedo lo paralizaba, lo mantenía anclado en su asiento mientras su corazón le gritaba que se moviera, que hiciera algo antes de que fuera realmente irreversible.

Tory levantó la mirada, quizás por instinto, quizás porque lo sentía observándola. Sus ojos se encontraron por un breve instante. Fue como un golpe directo al pecho para ambos. Había tantas emociones en esa mirada: dolor, arrepentimiento, y algo más, algo que no podían nombrar pero que reconocían al instante. Ninguno desvió la mirada de inmediato, como si esperaran que el otro hiciera algo. Que uno de los dos tuviera el valor de romper esa barrera invisible.

One Shot | KeenryWhere stories live. Discover now